El acceso es difícil, tan sólo posible en barca o piragua, pero la sequía ha hecho aflorar los restos de la antigua iglesia de Santa Eugenia de Cenera de Zalima, uno de los pueblos anegados a principios de los años sesenta del siglo pasado por la construcción del embalse de Aguilar de Campoo.
Toscos capiteles de un románico tardío y otros góticos emergen junto a las ruinas del templo, del que apenas queda en pie una pequeña parte de lo que en tiempos fue la espadaña del hastial occidental.
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