Una Playa de Aureliano de Beruete en Durán
Se ofrece por apenas 3.500 euros en la cita del 24 de octubre
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Aureliano de Beruete (1845-1912), uno de los discípulos más destacados del belga Carlos de Haes en la Academia, consiguió dar a la pintura de paisaje una nueva vuelta de tuerca tanto en lo formal como en lo ideológico. Esta idea, sostenida por María del Carmen Pena en el buen catálogo de la exposición del Ministerio de Cultura Centro y periferia en la modernización de la pintura española 1880-1918, nos alerta sobre la importancia de la producción del madrileño y da las claves para entender el paso a la modernidad.
Su obra comienza con la técnica de la gran pintura barroca española, velazqueña sobre todo, pero termina incorporando el impresionismo; se inicia buscando la estela de lo pintoresco, para acabar con una visión realista, positivista si se puede decir, del paisaje castellano. Tan sincera fue su propuesta, sin miedo a mostrar la dureza y sobriedad castellanas, que consiguió convertirlas en el alma de lo español, identificando el territorio con el sentimiento nacional, tocado en lo más hondo tras la pérdida de Cuba, Filipinas y demás colonias. La Generación del 98 y el espíritu regeneracionista propuesto por la ILE, terminaron por identificar lo español con Castilla.
Sirva esta introducción de dos párrafos para valorar la importante figura de Beruete, por encima de modas estéticas y vaivenes del mercado, que poco aprecia estas precisiones. Porque la atractiva tablita de su mano que ofrece Durán, de una Playa de apenas 25 x 34 cm (lote 132) por apenas 3.500 euros, podría pasar desapercibida. Es cierto que cualquiera puede aducir que no se trata de su querida Sierra de Guadarrama, nevada o en su verdoso esplendor, ni de su admirado, pintado y repintado Madrid de fines de siglo, cuando aún las lavanderas bajaban al Manzanares, desde donde podía verse la majestuosidad del Palacio Real. Pero también lo es que esa especie de apuntes al aire libre, con su técnica jugosa, fácil y colorista, de amplia visión, bien merece unas cuantas pujas, que hagan más justicia a su calidad que a su escasa fama fuera de determinados circuitos.
Y por dar algunas referencias, pienso que el año 2017 puede ser un buen botón de muestra de piezas relativamente parecidas: en marzo, Segre ofreció un muy deshecho Paisaje nevado de Ávila (O/L, 28,3 x 46,5 cm; ver), vendido por los 6.000 euros pedidos; en abril, en Fernando Durán, su luminosa Vista de la sierra de Guadarrama (O/L, 26 x 49 cm; ver), subió de 12.000 a 15.000 euros; en mayo, otra Vista de la sierra de Guadarrama, c. 1910 (O/L, 37 x 48 cm; ver) pasó en Segre de 8.000 a 16.000 euros; en julio, Alrededores de Madrid. San Isidro (O/L, 26 x 47 cm; ver) subió en Fernando Durán de 15.000 a 16.000 euros; y en octubre, en el turno de Abalarte, Lavanderas en el río Manzanares (O/T, 15 x 28 cm; ver), pasó de 3.500 a 9.500 euros.
La otra gran pieza de la cita es una imponente escultura del gallego nacido en 1957 en Cambados, Francisco Leiro: Habanero, 1990 (madera de pino de Oregón policromada, 164 x 92 x 35 cm; lote 290). Expuesta en la galería Marlborough de Madrid de donde procede, y presente en la muestra sobre el pintor en el Centro Galego de Arte Contemporáneo y en el IVAM de Valencia a lo largo del año 2000, se piden 30.000 euros, un rango de euros al que me temo que hace mucho tiempo que el mercado secundario no llega, desgraciadamente, y no porque no tenga calidad su obra. En diciembre de 2011, en Fernando Durán, su Camarero de Gerona (madera, 36 x 21,5 x 169 cm) subió de 9.000 a 22.500 euros, pero si queremos encontrar precios superior debemos irnos a fechas anteriores a la crisis, como octubre de 2006, cuando Christie’s Madrid adjudicó por 35.000 euros su Gallega, 1987 (91 x 35 x 46 cm; ver) o por 55.0000 euros (66.000 premium incl.) su Rapaz do pan, 1986 (madera, 218,5 x 69 x 44 cm), en la línea de los mismos 55.000 euros pagados el año anterior por Rapaz con banqueta, 1986 (madera de tejo, 140 x 70 x 38 cm; ver).
Terminamos. Pero vean antes el gouache con carboncillo, lápiz y tinta sobre fondo litográfico de Ignacio Zuloaga, Las tres primas (60 x 68,5 cm; 133), que se ofrece por 4.000 euros. La colección Santander tiene un boceto de la obra, sobre táblex (ver), lejana aún del mucho más conocido lienzo de 1903 de 208 x 250 cm, titulado Mis primas, que posee el MNAC (ver).
Y dos recomendaciones: Manos y camisa, 1976 (Tm/T, 23 x 19 cm; 157) de Eduardo Naranjo, por 2.000 euros, y una temprana pero muy moderna Vista de París (O/táblex, 76 x 112 cm; 172), de Agustín Úbeda, por apenas 2.000 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte