NUMERO 57, DICIEMBRE 2022-MARZO 2023

35,00 

Los cuadros perdidos de la Guerra Civil; bodegones en el Banco de España; entrevista a Andrea Zezza; en el estudio de Arne Quinze; la colección Gárate-Gómara; fulgores de Asia en la Colección Rockefeller; Meisel, más allá del canon; ¿Cuánto pesa su obra, Mr. Prego?; un busto del Emperador Carlos V; Résidence Saint-Ánge; arte para vestir.

Descripción

CUESTIÓN DE JUSTICIA

La historia no se puede cambiar. Tampoco la de la Guerra Civil. Pero hoy nos queda reconocer a las víctimas el daño que se les hizo y, en la medida de lo posible, reparar su pérdida.

Durante los últimos años hemos conocido, gracias a nuevas investigaciones, libros y trabajos, el paradero de algunas obras de arte expoliadas a sus propietarios durante el conflicto. También hemos sabido que aquel concepto tan repetido –pérdidas durante la Guerra Civil– respondía con propiedad a lo ocurrido: no se habían destruido –otras muchas sí– sino que habían cambiado de manos y bandos gracias al caos posterior y al silencio de sus propietarios. Por eso no nos debe sorprender que algunas de estas piezas reaparezcan o que simplemente se localicen en almacenes y depósitos que aún perduran en nuestro país o, incluso, en el extranjero (lo mismo ha ocurrido en Europa tras la II Guerra Mundial).

El Prado no es una excepción. El trabajo que el profesor Arturo Colorado y el museo presentarán a comienzos de 2023 pretende arrojar luz sobre algunas de aquellas obras: 62 se están estudiando de momento, aunque solo 17 fueron entregadas directamente a la institución por la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional entre 1940 y 1942. La anunciada reorganización de sus depósitos en museos e instituciones españolas o fuera del país puede ayudar a que esas 3.100 obras sean estudiadas con la nueva información de que ahora disponemos.

Paralelamente al trabajo de las instituciones, muchos particulares han decidido, con un esfuerzo muy meritorio, recuperar sus bienes. Sería muy loable que el Ministerio de Cultura ayudara en este empeño, a veces tan oneroso como lleno de dificultades. Restituir es un deber, incluso para aquellos que poseen pinturas de dudosa procedencia. Un deber también de justicia para todos aquellos a los que se privó de lo que les pertenecía.

Por Fernando Rayón

 

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