Segre adjudica su Zóbel por 110.000 euros
Las buenas ventas en la licitación de ayer dejaron patente la importancia del mercado internacional, asiático e hispanoamericano, y el Estado compró dos papeles de Manuel Salvador Carmona
Al final, ni Luis de Morales ni José Guerrero, como titulábamos nuestro artículo de previos de la cita en Segre (ver). Lo que quedó demostrado ayer fue la potencia en el mercado, una vez más, de casi cualquier lienzo de Fernando Zóbel (1924-1984). Su Júcar XIX, 1972 (O/L, 60 x 60 cm; lote 424), que se ofrecía por 69.000 euros terminó adjudicándose por nada menos que por 110.000 euros a un coleccionista que había dejado su puja previa por escrito que la mesa fue defendiendo pacientemente frente los intentos de superarlas del resto de coleccionistas. En una línea similar, aunque bastante menor, fue significativa también del lienzo del filipino Manuel Ocampo, Sin título, 2008 (O/L, 197 x 157 cm; 488), por los 15.000 euros de la salida. Mercado asiático, fundamentalmente.
La otra parte del mundo, de habla hispana, también estuvo muy presente. Comenzó, como era de esperar, con el óleo del chileno Claudio Bravo, cuyo Sin título, 1965 (O/T, 70 x 60 cm; 413), se adjudicó por los 80.000 euros pedidos; no me pareció extraño pues de alguna manera es como un primer intento de acercamiento a sus posteriores papeles simulando envoltorios, tan típicos suyos, y tan valorados por sus coleccionistas, norteamericanos también muchos de ellos.
Justo antes, muy bien pensado por la sala por cierto, habían salido a pujas otras piezas de los años 50 de varios artistas hispanohablantes. Sobresalió el Autorretrato, 1955 (O/L, 69 x 60 cm; 407), del mexicano Juan Soriano –pieza presente en su retrospectiva años antes de fallecer en el Reina, en 1997-, que subió de 20.000 a 22.000 euros. Me sorprendió, eso sí, que no hubiese interesados en la pieza a base de metal y madera de Mathías Göeritz (tan vinculado al gran arquitecto mexicano Luis Barragán), Mensaje dorado, 1968 (45 x 37 cm; 412), que se ofrecía por 20.000 euros. En cambio, sí despertaron enorme interés otras dos piezas de uruguayos, expuestas ambas en ARCO’04 en la galería La Ruche-Jorge Madrid, donde debieron comprarse: la de María Freire, Composición B-59, 1958-1959 (gouache sobre papel, 40 x 47 cm; 405), que subió de 2.200 a 11.000 euros, y la de José Pedro Costigliolo, de Sin título, 1954 (gouache sobre papel, 36 x 27 cm; 406), que pasó también de 1.500 a 7.000 euros. Mercado hispanoamericano.
Nuestro mercado de arte moderno y contemporáneo no mostró interés, dada la excesiva salida de 110.000 euros (132.627 euros, sumado el premium de la sala), por el lienzo de José Guerrero, Franja rojo y amarillo, 1975 (O/L, 177 x 152 cm; 428). Pero su natural alternativa, la composición a base de papeles acuarelados, gouache, carboncillo y collage sobre cartón, Blue Field, 1965 (99 x 69 cm; 431), del americano nacido en Segovia Esteban Vicente, suscitó tanto interés que pasó de 15.000 a nada menos que 40.000 euros. En este punto de abstracción, debemos mencionar también la dificultad de la casas por tasar correctamente las piezas de Antoni Tàpies; desde hace tiempo se percibe una llamativa confusión, motivada muy probablemente por los dueños, que piensan que vale lo que muchos coleccionistas no están hoy dispuestos a pagar… Hora de revisión seria, de Segre y del resto, claro.
En lo figurativo de la segunda mitad del siglo, ventas lógicas y una gran alegría. Del Equipo Crónica, su conocido Huevo de Pascua, 1969 (pintura sobre cartón piedra, 13/50, 105 x 70 x 45 cm; 434), subió de 21.000 a 26.000 euros. De Cristóbal Toral, sus típicas Manzanas, c. 1980 (O/L, 117 x 136 cm; 535), mostrando el paso del tiempo con fondo negro, pasaron de 13.000 a 20.000 euros; no son grandes cifras, comparadas a las hace algunos años, pero sí dignas de mención. Y la alegría por la tabla de 48 x 46 cm de Isabel Quintanilla, Anocheciendo, 2001 (O/T; 531), que sin ser una pieza soberbia sí habla de su calidad, por la que pujaron y pujaron los coleccionistas, pasando de unos escasos 1.900 euros de inicio a unos más lógicos 19.000 euros de martillo.
Del reciente y en la cresta de la ola Rafa Macarrón, su Sin título, 2013 (gouache, tinta y elementos sobre papel, 24,5 x 31 x 10,5 cm; 489), duplicó su salida de 6.000 euros rematándose por 15.000. Más lógicos fueron los 12.000 euros ofrecidos, la salida, por el oscuro Perceval, 1988 (O/L, 195 x 195 cm; 524), de Albert Ráfols-Casamada, aunque siga en precios bajos para su calidad. Y de Manuel Hernández Mompó, su temprano y figurativo aún El pianillo, 1955 (O/L, 53,5 x 64 cm; 395), subió de 9.800 a 11.000 euros.
En escultura, destacó El viento, 1973 (bronce dorado, 25/60 + XIII, 15 x 22 x 15 cm; 423), de Martín Chirino, de 8.000 a 9.500 euros. Mucho más interés hubo por los dos bronces del aún poco valorado Julio López Hernández: Lección de historia, 1992 (bronce patinado, 51/92, 35 x 34 x 17 cm; 529) pasó de 1.000 a 3.600 euros, mientras La edad de la caricia (bronce patinado, 1/6, 45 x 25 x 28 cm; 530), subió de 6.000 a 7.000 euros.
En grabados, sobresalió la venta del gran Signes sobre porta, 1988 (aguafuerte con carborundum, 9/30, 200 x 100 cm; 665), de Antoni Tápies, por los 8.000 euros pedidos. Fue lógica la subida de la alfombra del otro de moda, Edgar Plans, Wall Notes, 2021 (tejida a mano, 20/100, 171 x 245 cm; 499), que subió de 3.500 a 6.500 euros. Y la fotografía de Alberto García-Álix, Tres hembras, 1989 (gelatina de plata, foto de época, 43 x 41 cm; 503), por 4.400 euros.
Tras este amplio repaso al siglo XX, amos ahora brevemente a los maestros antiguos. Si en lo anteriormente comentado hablábamos del mercado internacional, tras el fiasco de no encontrar compradores para el lienzo de Luis de Morales, Cristo atado a la columna ofrecido por 80.000 euros, la mejor venta en conjunto fue la los dos cobres firmados por Frans Francken II: El festín de Esther y Asuero (66,5 x 87 cm; 52) y El paso del mar Rojo (67 x 88 cm; 53), que se vendió, cada uno, por los 22.000 euros de su salida. El único coleccionista interesado en el Retablo de la dormición de la Madre de Dios, c. 1506 (O/T, 143 x 98 cm; 56), de Juan Vicente Macip y obrador, atribuido en su momento por Post al Maestro de Gabarda, y que Benito Doménech vinculó luego al primer taller de Macip, ofreció los 32.000 pedidos y a él se le adjudicó.
La acuarela del gallego Ramón Gil Rey, Vista de la Red de san Luis de Madrid con la fuente de los Galápagos (acuarela, 34 x 46 cm; 47), firmada y fechada en 1840, había despertado notable interés, y no fue extraño que subiera de 9.000 a 16.000 euros; gran venta. Las Inmaculadas de José Camarón (O/L, 62,5 x 46 cm; 100) y de Francisco Rizzi (O/L, 83 x 62,5 cm; 76), se adjudicaron por 14.000 euros y 13.000 euros, respectivamente, la segunda tras subir desde unos un tanto extraños apenas 3.000 euros de inicio. Precio similar obtuvo el lienzo de Antonio María Esquivel, Cupido (O/L, 101 x 73,5 cm; 113), por los 12.000 euros de su salida.
Y por último, el Estado se hizo, para el Museo del Prado (ver), con dos exquisitos dibujos a lápices de colores de Manuel Salvador Carmona: Retrato de Anna María Teresa Mengs, esposa del pintor (21,8 x 16,8 cm; 24), de 1.200 a 8.500 euros, y el Retrato de Joaquina Salvador Carmona y Mengs (17,8 x 12 cm; 25), de 1.200 a 5.500 euros. De su mano, también el Retrato de la actriz Madame Charles Simon Favart, 1750 (carboncillo, clarión y sanguina, titulado: «la Jabar retratada en París por Carmona / en año 750, operista celebre en París; 40,5 x 26,5 cm; 26), subió de 1.500 a 6.000 euros.
Sólo las ventas aquí mencionadas suman 580.000 euros… ¡Enhorabuena y buena Semana Santa, de merecido descanso! Daniel Díaz @Invertirenarte
