Descripción
CAMBIOS EN LA GALERÍA
A primeros de noviembre, la directora de La Galería de las Colecciones Reales volvió al Museo del Prado. Parece, por las escasas declaraciones que han acompañado a su salida, que ya había cumplido su misión tras la inauguración del museo y que, antes de jubilarse, quería acometer otro proyecto que quedó paralizado tras su fichaje por Patrimonio Nacional: concluir el catálogo de El Greco que inició Pepe Álvarez Lopera.
La sustitución de Ruiz no ha tardado mucho en cubrirse por el procedimiento de que sea un gestor, y no un historiador del arte, el que se haga cargo de La Galería. Vuelve a plantearse, inevitablemente, la dicotomía entre un director gerente y un director artístico, como si una y otra tarea no las pudiera llevar a cabo una misma persona. Sabemos que el Museo Thyssen ha conseguido solucionar este problema con una bicefalia que funciona. Pero hay instituciones donde ese reparto de funciones no crea más que problemas. Cuando hace unos días hablamos con Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, explicó que el perfil por el que apostaba la institución era el de un gestor: «Ya tenemos aquí suficientes historiadores del arte» y que «el Prado es un buen caladero» para encontrarlo.
Nada que objetar al respecto, pero lo que resulta un tanto sorprendente es el cambio de opinión en tan poco tiempo: apenas un año después de la inauguración del museo.Es un hecho que las cifras de asistencia a La Galería no han cumplido con las expectativas creadas. Y también que el museo nació con un hándicap: el presupuesto de 60 millones que destinó el gobierno de Aznar hace 25 años ha crecido hasta los 170 millones de euros. El nuevo gestor deberá resolver todos estos problemas, pero está claro que en la propia institución alguien debe cambiar el chip sobre lo que debe ser el futuro museo. En las colecciones reales tienen obras de arte maravillosas –como la que incluimos en este número de ARS– y una historia que merece ser contada a todos los españoles.
Por Fernando Rayón