Más de 600.000 euros de pintura filipina en Segre
Félix Resurrección Hidalgo y Zóbel fueron los protagonistas de una tarde en que se facturaron casi 1,2 millones y el Estado compró dos piezas para Patrimonio y el Bellas Artes de Bilbao
Vaya manera de comenzar el año. Por la puerta grande. Así de sencillo.
Segre volvió a demostrar su potencia tanto en la venta de pintura filipina como en la de la segunda mitad del siglo XX; sin grandísimas ventas, poco a poco, tacita a tacita, gota a gota. Intuyo que muchos de los coleccionistas, clientes de Segre, han cobrado dividendos recientemente y aquí podemos ver los resultados…
Nuestros dos artículos sobre la licitación de ayer, el de la colección de filipinos el primero (ver) y el de previos (ver) después, querían ser un indicio claro de lo que intuíamos, y que se ha hecho realidad. Así que pormenoricemos las ventas, que son amplias.
Lo más destacado fueron, sin duda, las ventas de los lotes del filipino Félix Resurrección Hidalgo. Telegráficamente ya, la pareja de lienzos de Aguadora y de Educanda de beaterio, 1877 (O/L, 54,4 x 34,8 cm y 54,6 x 34,5 cm, respectivamente; lote 96), dentro del grupo de representaciones habituales en el momento de tipos y costumbres, se ofrecía por apenas 80.000 euros. El Estado lo había declarado inexportable el día antes (ver), entiendo yo que con la esperanza de poder comprarlos para el Museo del Prado… Pero la realidad es que hay muchos filipinos que tienen casa en nuestro país, así que no fue especial problema para que subieran hasta los 210.000 euros de remate. Quedan en el aire dos preguntas fáciles: de imposible respuesta, la de qué habría sucedido si el Estado hubiese permitido su salida… Y la segunda, de cuánto sería el importe previsto que llevaba el representante del Estado para la compra de los mismos; lo que parece claro es que la próxima oportunidad deberá ser más amplio.
Algo similar sucedió después, como era de esperar, con los paisajes pintados en 1876, primera etapa aún del joven pintor: Paisaje de Manila con puente sobre afluente del río Pasig, realizada en Manila en septiembre, y Paisaje de Manila con Bahay kubo, con fecha de 9 de febrero (O/L, 34,5 x 55 cm y 34,3 x 54,2 cm, respectivamente; lote 97), que se ofrecían por 60.000 euros. Su atractiva salida impulsó a varios coleccionistas a intentar el sueño que se cerró finalmente en 215.000 euros, un precio muy similar al lote anterior sin permiso de exportación…
El tercero de los lotes era el interesante Retrato de D. Anselmo Olleros y Mansilla (O/L, 27,7 x 24,5 cm; lote 98), hermano de Tomás -el culpable de esta pequeña colección-, firmado y fechado en Manila en septiembre de 1876. No extrañó a nadie que subiera de los atractivos 15.000 euros de inicio hasta unos más interesantes ya 42.000 euros de remate. Y el Caballero fumando en pipa, 1884 (O/cartón, 35 x 30,4 cm; 99), del también filipino Esteban Villanueva y Vinarao, subió también de 1.500 a 9.000 euros. En total, 476.000 euros de remate; con el 20,57% de la comisión de la sala y de los impuestos, la suma asciende a 573.913 euros…
Sin ser filipino, de Fernando Zóbel se esperaba también una potente subida por su Cuadro veinticinco de septiembre, 1963 (O/L, 61 x 61 cm; lote 389), procedente de la galería Juana Mordó, de Madrid. Publicado en el recientemente presentado en el Museo del Prado catálogo razonado de Alfonso de la Torre y Rafael Pérez Madero (Fundación Azcona, Fundación Juan March, Ayala Foundation y Herederos de Fernando Zóbel, Madrid-Manila 2023, repr. nº cat. 63-42, pág. 271), se ofrecía por 65.000 euros y, gracias a los coleccionistas asiáticos y filipinos, subió hasta los 115.000 euros. Lógica, esperada, y dentro de sus parámetros habituales. Suma y sigue.
El resto del siglo XX tuvo como mejor venta el trabajo de Secundino Hernández, cuyo Sin título, 2003 (A/L, 170 x 170 cm; 446), procedente de la galería Luis Adelantado de Valencia, se adjudicó por los 29.000 euros de la salida. Mirando al futuro, creo que es una buena compra.
Algo curioso sucedió con Elena Asins, de quien se ofrecían dos potentes Dólmenes 10 (blanco sobre negro), 2003 y Dólmenes 10 (negro sobre blanco), 2003 (pintura sobre madera, 149 x 149 x 5 cm cada uno; lotes 466 y 467), por 12.000 euros cada uno. El primero, donde dominaba el blanco, subió de 12.000 a 20.000 euros, pero el segundo, con los negros, no encontró comprador pues el que compró el primero sólo quería el primero -y por eso estaba dispuesto a pujar más, pienso-, mientras que los otros coleccionistas sólo querían la pareja. La única alternativa a este sistema sería, me parece, haberlos ofrecido en un único lote…
Por 15.000 euros, el Estado compró para el Museo de Bellas Artes de Bilbao el lienzo de José Antonio Sistiaga, Fraternalia, 1971 (O/L, 200 x 167 cm; 450), a cierta distancia de los 10.000 de inicio; la pieza merecía la pena, sin duda, y más para el museo vasco. En línea parecida, me alegro por la subida de 7.000 a 11.000 euros del buen y temprano trabajo de José Manuel Broto, Sin título, 1980 (O/L, 162 x 130 cm; 414), procedente de la galería Buades de Madrid, y de los 10.000 euros en que se adjudicó, lo pedido, la cera sobre papel de José María Sicilia, Sin título. Serie Eclipses, 2007 (145 x 100 cm; 443), procedente de la conocida galería Chantal Crousel de París.
En la abstracción de los años 60, dos datos. De Luis Feito, su pequeño pero vistoso Sin título, 1961 (O/LT, 24 x 33 cm; 385), en rojos y negros, subió de 14.000 a 16.000 euros, mientras el austero Sin título, 1969 (O/T, 60 x 73 cm; 390), de Lucio Muñoz, se adjudicó por los 9.000 euros de la salida.
En los extranjeros, otras dos ventas destacadas: la del papel de A. R. Penck, Olympia, 1992 (pintura/papel, 70 x 50 cm; 439), propuesta para el cartel de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, por los 12.000 euros pedidos, y la del grabado de Alex Katz, Sasha 2, 2016 (estampación digital, 26/100, 86 x 86,5 cm; editado y estampado por Lococo Fine Art, S.L.; 591), que subió de 9.000 a 11.000 euros.
Y para terminar esta sección del siglo XX, una muy grata alegría pues el interesantísimo Sátiro del Valle de las Hespérides, c. 1913 (pastel y carboncillo sobre papel, 53 x 35 cm; 374), del canario Néstor, que estuvo en la colección del pintor Benjamín Palencia y que probablemente sirvió de boceto al expuesto en 1913 en la Sala Parés y en 1914 en Casa Lisárraga, subió de 3.800 a 11.000 euros (recordemos que su Estudio para el lienzo El amanecer de la serie Poema del Atlántico, 1912/13 (O/L, 131,5 x 130 cm), se adjudicó en esta sala en septiembre pasado por los 39.000 euros pedidos; ver).
Del XIX, dos sorpresas. La primera, una goyesca, pues una copia (O/T, 16,5 x 19,5 cm; 66) de La cucaña, cuyo original de Goya está en la Alte Nationalgalerie de Berlín, subió ante propios y extraños de 250 a 18.000 euros… Y del pacense Felipe Checa, su tablita con La visita (O/T, 40 x 31,5 cm; 101), con una atractiva cita de Alonso Cano al fondo y de la misma colección que los filipinos, subió de 700 a 10.000 euros.
En maestros antiguos, sobresalió la compra del Estado de la tabla de Vicente Carducho, Santa Margarita liberada de la tina por el Espíritu Santo, c. 1616 (O/T, 53,5 x 59 cm; 53), que había sido declarada inexportable el día antes (ver); pintada para el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid y ofrecida por apenas 4.000 euros, subió hasta los 8.000 euros, momento en que el estado ejerció su derecho (más información en el artículo de Ángel Rodríguez Rebollo, aquí).
Más importantes en el importe final fueron los 20.000 euros ofrecidos por el Retrato del general Albrecht Wenzel Eusebius von Wallestein, duque de Friedland (O/L, 210,5 x 118,5 cm; 77), de Salomon Novelier; la subida de 10.000 a 15.000 euros de la Virgen con el Niño rodeado de Santas Mártires y ángeles, 1746 (O/L, 151 x 80 cm; 65), de Balthasar Beschey; y la venta por sus respectivas salidas, 10.000 y 8.000 euros, del San Miguel, san Gabriel y san Rafael (O/L, 131 x 96 cm; 54), de Guiseppe Passeri, y del Nacimiento de Venus (O/L, 75 x 87,5 cm; 55), de Escuela florentina del siglo XVII.
Este exceso de extensión quiere ser reflejo del exceso de 1,2 millones de la cita de ayer. Enhorabuena. Y que haya muchas similares. Daniel Díaz @Invertirenarte
