El Louvre restaura sus esclavos de Miguel Ángel
El museo parisino ha presentado la restauración de las dos esculturas de Michelangelo Buonarroti que posee y que fueron ideados para la tumba de Julio II. De dimensiones colosales y con una prolongada historia a sus espaldas, su estado de conservación se había resentido tras más de dos centurias al aire libre. A partir del próximo 23 de marzo y tras su restauración por parte del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, volverán a verse en todo su esplendor.
En 1505, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel su monumento funerario, un conjunto escultórico de grandes dimensiones que debía instalarse, tras su muerte, en la Basílica de San Pedro. Concebido a modo de gran mausoleo, rememorando el de la antigüedad clásica de Halicarnaso, el proyecto se frustró pronto y tras la muerte del pontífice en 1513 se vio notablemente reducido. Finalmente, en 1545 se instaló como cenotafio en San Pietro in Vincoli. Entre las figuras colosales que realizó el florentino entre 1512 y 1513 se encontraban el Moisés y los dos esclavos que conserva el Louvre, conocidos como Esclavo moribundo y Esclavo rebelde (227 cm de altura cada uno).
Estos últimos se descartaron en fecha temprana y comenzaron entonces un largo periplo hasta recalar en el museo parisino. El propio Miguel Ángel los regaló en 1546 a Roberto Strozzi, quien los trasladó a Francia cuatro años después. Entraron en poder del rey Enrique II, que a su vez los regaló al Condestable de Francia, Anne de Montmorency (los acabó instalando en dos nichos al aire libre en su castillo de Écouen).
En 1632 pasaron a formar parte de la colección del cardenal Richelieu, quien los trasladó a su castillo de Poitou y allí permanecieron hasta 1793, cuando la viuda del último mariscal Richelieu intentó venderlos. Para evitarlo, el gobierno francés los confiscó y llevó al Louvre, donde descansan desde entonces.
El paso del tiempo y su prolongada exposición al aire libre durante más de 200 años hicieron mella en su estado de conservación. Por ello, en los últimos meses, el museo confió su restauración, junto con otras dos piezas medievales que representan a Carlos V y Juana de Borbón, a los especialistas del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia (C2RMF).
Los distintos análisis técnicos han sido cruciales para devolver a las esculturas su aspecto original, pues estaban amarillentas y recubiertas de una película de microorganismos vegetales dada su prolongada exposición al aire libre. Asimismo, presentaban fisuras que han sido subsanadas. Tras devolverlas su aspecto original, los visitantes podrán volver a admirarlas en todo su explendor a partir del próximo 23 de marzo.