¡El ‘Ecce Homo’ por fin en el Prado!
El museo ha presentado esta mañana la instalación del Ecce Homo, el cuadro perdido de Caravaggio que ha recuperado su autoría y luce recién restaurado en la Sala 8A. De momento se muestra a ojos del público solo, con una luz tamizada que potencia su dramatismo, pero a partir del 14 de octubre se reunirá con David vencedor de Goliat en la sala contigua y parece más que probable que en marzo de 2025 viajará a Roma para formar parte de una exposición en el Palazzo Barberini.
La espera ha terminado. El Ecce Homo de Caravaggio por fin cuelga del Museo del Prado gracias al préstamo temporal de su propietario. De momento lo hace de forma aislada, en la Sala 8A del primer piso de Villanueva, sin más distracción que un breve texto que lo presenta como “El Caravaggio perdido”, una reproducción del cuadro antes de restaurar y la reflectografía infrarroja. Como si no se hubiesen escrito ríos de tinta sobre él…
Ajeno a la expectación que ha despertado durante los tres últimos años, los personajes caravaggescos se muestran en todo su esplendor desde el fondo de la estancia pintada de gris oscuro, sin apenas luz, en un montaje que no hace sino potenciar el dramatismo de la escena, el preciso instante en el que Pilato presenta a Cristo coronado de espinas diciendo: “Aquí está el hombre”.
De repente, ese gesto del gobernador romano ya no parece dirigirse solo a la muchedumbre presente en el episodio bíblico, sino a nosotros mismos, espectadores del siglo XXI, que vemos en ese magistral juego de manos una lectura distinta. “He aquí el caravaggio”, parece querer decir con su expresión corporal el personaje barbudo asomado al alféizar de su ventana; un caravaggio con su autoría recuperada, sin barnices ni óxidos, restaurado y –¡lástima!– un cristal protector.
Acaba así un viaje –no será el último– de esta pintura del maestro milanés, que en 2021 iba a salir al mercado español por apenas 1.500 euros como seguidor de Ribera. La pintura, que actualmente se fecha entre 1605 y 1609 –los expertos no se ponen de acuerdo– era napolitana sí, pero no del círculo del valenciano sino del mismísimo Michelangelo Merisi. Los estudios aplicados a la tela han demostrado que se trata de un Ecce Homo de Caravaggio, posiblemente el realizado para el concurso del cardenal Massimi. Su presencia en los inventarios reales desde el siglo XVII, atribuido en todo momento a Caravaggio, ha resultado fundamental para confirmar la autoría, lo mismo que los análisis técnicos, que han revelado las típicas y pequeñas pinceladas cruzadas del maestro, según ha destacado Cristina Terzaghi.
No imaginó el pintor italiano que aquella obra acabaría llegando a la corte de Felipe IV de la mano del Conde de Castrillo y Virrey de Nápoles y colgaría de las dependencias reales españolas hasta que acabó en la Academia de San Fernando, donde fue permutado por un cuadro de Evaristo Pérez de Castro en 1823.
Pero cuando pasó a las sucesivas generaciones de la familia del político, el nombre de Caravaggio se fue difuminando. Hasta ahora, que de nuevo ha vuelto a recuperar fuerza; y lo hace con el mayor orgullo, en una sala propia dentro del Museo del Prado. “Donde tiene que estar”, según Javier Solana. También el responsable de la institución, Miguel Falomir, se ha congratulado de que “sea este museo, que tanto hizo por recuperar la obra, donde se presente por primera vez” sin ninguna contrapartida económica.
Los cuatro primeros meses el Ecce Homo descansará en el mencionado espacio exclusivo de la Sala 8A, aislado del resto, para que el público pueda deleitarse con este descubrimiento histórico. Luego ya, a partir de octubre, tendrá que conformarse con compartir protagonismo con David vencedor de Goliat en la sala contigua (7A).
De este modo, se podrá ver la evolución del artista en seis o nueve años: “Un caravaggio en su treintena con estilo maduro y el posterior salto que dio hacia formas más expresionistas”, en palabras de David García Cueto.
Pero esa reunión, o lucha de obras maestras –según se mire–, no ocurrirá hasta octubre. De momento, les separa una pared y el morbo está en contemplar ambas con un muro de por medio, para ver cuál de ellas acapara más miradas. Más tarde colgarán juntas durante cinco meses más.
¿Y después? El acuerdo firmado entre el Prado y el misterioso dueño británico del cuadro es un préstamo de nueve meses. «luego ya se verá», dijo en su momento Jorge Coll, CEO de Colnaghi.
Parece que el futuro a medio plazo pasa por un viaje a Roma, donde Terzaghi está organizando para marzo de 2025 una exposición sobre el artista en el Palazzo Barberini. “Hemos solicitado el préstamo y confiamos en la generosidad de su actual propietario”, ha dicho durante la presentación. Sol G. Moreno