Cinco compras del Estado
El Ministerio de Cultura ha adquirido cinco pinturas con destino al Museo del Prado. Se trata de piezas bien distintas que abarcan desde el siglo XV al XVII que vienen a enriquecer las colecciones del museo. De ellas, la más significativa ha sido el Cuenco de porcelana con frutas de Pedro de Camprobín, por el que se han pagado 280.000 euros. También son muy destacables las dos Vanitas de Andrés Deleito que hasta ahora formaban parte de la colección Infantado, cuya venta ha ascendido a 300.000 euros.
Cuando se acerca el final del año, las instituciones públicas suelen realizar adquisiciones para los museos de titularidad estatal. Ahora hemos conocido cinco nuevas compras del Ministerio de Cultura y Deportes que han ido a parar al Museo Nacional del Prado. Cabe destacar de todas ellas la reducción de los precios de compra respecto al valor inicial propuesto por sus propietarios. La más significativa en cuanto al precio pagado ha sido un bodegón de Pedro de Camprobín (Amagro, 1605-Sevilla, 1647) titulado Cuenco de porcelana con frutas. Se trata de un óleo sobre tabla de 54 x 75 cm firmado en el extremo inferior izquierdo, «P. de Camprovin passano, f. 1656», por el que se ha pagado la nada despreciable cantidad de 280.000 euros. Hacia 1930 se encontraba en la colección del conde de Rosillo y figura en el catálogo de la exposición Naturalezas muertas españolas de los siglos XVII al XIX de la madrileña Galería Caylus (nº cat. 7). Con ella, el Prado suma su quinto Camprobín, pues ya poseía cuatro que ingresaron en 2006 procedentes de la Colección Naseiro.
Resulta llamativa la compra de dos de las pinturas más significativas de la colección de la casa ducal del Infantado. Se trata de dos Vanitas muy conocidas pintadas por Andrés Deleito (documentado entre 1656-1663), uno de los pintores más interesantes y también desconocidos del panorama artístico madrileño de la segunda mitad del siglo XVII. Ambos, al óleo sobre lienzo y con unas dimensiones de 73 x 93 cm, han formado parte de exposiciones tan reconocidas como Pintura española de bodegones y floreros de 1600 a Goya (Madrid, Museo del Prado, 1983-1984), De Greco á Picasso. Cinq siécles d,art espagnol (París, Petit Palais, 1987-1988) o más recientemente, Spanish Still Life. Velázquez, Goya, Picasso, Miró (Bruselas, Palacio de Bellas Artes, 2018). El Estado ha pagado 300.000 euros por ambas, las primeras de este artista que ingresan en el Prado y del que hay otro cuadro de gran belleza en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Junto a los anteriores, llega también a nuestro primer museo un Cristo Varón de Dolores de Albert Bouts (Lovaina, hacia 1452/60-1549) procedente de la colección de los duques de Medinaceli. Pintado al óleo sobre tabla, posee unas dimensiones de 38,5 x 30,3 cm. Su compra se ha realizado por Derecho de Tanteo y se ha pagado 150.000 euros. El Prado ya poseía una Cabeza de Cristo atribuida a él, pero desde luego esta pintura es de una calidad muy superior. Posiblemente formó parte de un díptico en el que aparecía acompañado de una Mater Dolorosa, que el flamenco replicó de las composiciones creadas por su padre, Dirk Bouts. De hecho, en la National Gallery de Londres se guarda una pintura muy similar (ver aquí) a la que ahora ha sido adquirida y de la que también se conserva su pareja (ver aquí).
El último cuadro adquirido para el Prado fue dado a conocer en nuestra revista este mismo año (Ars 55). Se trata de Venus descubre a Adonis muerto de Diego Polo el Menor (Burgos, 1610/20, Madrid, hacia 1655) y por él se han pagado 120.000 euros. Se trata de una obra de grandes dimensiones (214 x 145 cm) realizada hacia 1640-1650 que viene a sumar un nuevo hito dentro de la pintura mitológica española del Siglo de Oro. El museo ya contaba con cuatro lienzos suyos de distinta procedencia, de los que sin duda el más importante, por su impronta tizianesca, era La recogida del maná, pero hasta la fecha no se conocía ninguna pintura suya de temática clásica. Este avance, que se suma a la adquisición de la Juno de Alonso Cano el año pasado, evidencia el interés del museo por ampliar su colección de pintura mitológica española.