El académico de Bellas Artes presenta 36 obras creadas con esta dificll técnica xilográfica japonesa que permite variedad de matices
No se sabe si fue el amor por su trabajo de grabador, su constante inquietud, su afán de investigar y de ir más allá o su eterno deseo de emplear el color en los grabados lo que le llevó a François Maréchal a experimentar con la técnica xilográfica tradicional japonesa moku hanga; un arte nada fácil y sí muy complicado en el que, entre otras cosas, requiere la presencia del artista en todas las fases del proceso: desde el dibujo, al color –una plancha para cada uno de ellos-, al grabado, la estampación y la edición. Confiesa que lo intentó hace algunos años pero entonces fracasó en la aventura. Tal vez la culpa fue la de no añadir sobre la plancha húmeda unas gotas de cola de arroz a los pigmentos allí colocados y poner encima, para la estampación, el papel también humedecido. ¡Vayan ustedes a saber! El caso es que ahora el viejo sueño se ha hecho realidad.