Acrobacias en acero de Blanca Muñoz
La galería Marlborough presenta una veintena de esculturas recientes de la autora madrileña hechas en su mayoría de acero inoxidable y luz, material indispensable en su producción (cargada a menudo de lirismo, ingravidez y ligereza). A ellas se suman dos ediciones limitadas de bronce pulido y mármol negro que podrán verse hasta el 2 de abril.
Es una exposición de contrastes y paradojas. El acero, quinto material más duro del mundo, parece columpiarse con la ligereza de una pluma cuando la artista empuja dos de sus piezas: Oscilante y Ponderosa. Entonces estas comienzan a balancearse creando un sinfín de irisaciones coloreadas, como en un baile de formas orgánicas en el espacio. Así es como ha querido presentar sus trabajos más recientes Blanca Muñoz en la galería Marlborough, en movimiento y con energía cinética. Porque así es como realmente las ha concebido en su taller, donde doblega el material, lo curva, suelda y retuerce a su antojo.
«Estas dos obras monumentales recuerdan a una pareja que se columpia con un grávido balance, produciendo no solo inestabilidad sino también un agitado juego de luces que parpadean cuando la escultura se encuentra en movimiento debido a la cambiante y compleja trama de sus chapas perforadas».
Fragilidad y movimiento, volumen y trasparencia se dan la mano en esta muestra titulada con acierto Acrobacias. Un recorrido compuesto por decenas de esculturas que evocan actividades circenses como Volteo, Oscilante o Virada, y que incitan al espectador a mecerlas para descubrir todo su potencial.
Lo cierto es que se trata de piezas nuevas pero con intereses viejos; los mismos que ha perseguido Muñoz desde que empezó en la escultura, hace ya tres décadas. La autora ahonda en su búsqueda constante de las formas dinámicas, versátiles e ingrávidas, «donde el brillo y la luminosidad abundan». Tomando como punto de partida la barra metálica –esqueleto de la pieza–, la reviste más tarde de planchas perforadas hasta conseguir formas orgánicas, traslúcidas y sumamente ligeras.
A veces le basta con la simple estructura base. El metal desnudo puede, por sí mismo, expresar movimiento sin más piel que el acero pulido y bañado en oro, como ocurre en las ocho piezas que componen la serie Atada (2021).
Frente a esa levedad, otro contraste. Henchida, una edición limitada de tres esculturas de bronce dorado creada también el año pasado y donde no cabe el vacío ni la transparencia. A pesar de ello, no abandona su obsesión por jugar con el espacio, en esta ocasión mediante los reflejos del baño de oro.
Grabadora, escultora y en los últimos tiempos también diseñadora de joyas, Blanca Muñoz recibió el Premio Nacional de Grabado en 1999 y también el de Grabado Lucio Muñoz (2002). Desde 2019 es Académica de Bellas Artes de San Fernando.
Sus trabajos están repartidos por toda Europa y tiene escultura monumental en diversos lugares públicos como Madrid –Géminis situada en la torre Cepsa o Talismán en la Fundación Juan March–, Bilbao –Perseidas II junto al Parque de la Curva de Elorrieta– o Málaga (Panta Rei preside la Plaza del Siglo).
Según confiesa, «la creatividad está en saber explicar lo que no se ve». Tal vez por eso, no basta con una sola mirada a sus piezas; hay que recorrerlas y rodearlas más de una vez para apreciar sus matices ocultos. Todo para entender cómo es posible que el acero pueda hacer acrobacias en el espacio. Sol G. Moreno