65.000 euros por el Regoyos de Fernando Durán
La otra buena venta fue el lienzo de Francisco Ribalta que subió a los 35.000 euros
En nuestro artículo de previos (ver) a la subasta en Fernando Durán, nos detuvimos largo y tendido en dos piezas que nos parecía que estaban en un nivel superior: una tabla de Gregorio Martínez y un lienzo que Darío de Regoyos (1857-1913) firma en 1907, Yurreta. Printemps Basque (O/L, 61 x 50 cm; lote 64), y que ejemplifica perfectamente su personal adopción del impresionismo.
Expuesta en siete ocasiones, la más reciente e importante en la retrospectiva del Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2013-2014, Darío de Regoyos. La aventura impresionista, y en el Museo Thyssen de Madrid en ese mismo 2014, y reproducida en cuatro publicaciones, avaladas por el conocimiento de su especialista Juan San Nicolás, no fue extraño que un coleccionista de cierta edad ya dejase su puja por escrito previa a la subasta con el precio de salida, 65.000 euros, ya cubierto. Así salió a pujas, y así se adjudicó al no haber más postores. Con los 13.650 euros de comisión de la sala, el 21% -impuestos ya incluidos-, la cifra final que deberá pagar será de 78.650 euros, un precio muy cercano a las 72,000 GBP (81.722 euros) pagadas en Sotheby’s Londres en diciembre de 2017 por El Tajo de Ronda (El Puente Nuevo) (O/L, 60 x 51 cm; ver), y ligeramente por debajo de los 75.000 euros en que se había adjudicado un mes antes en Ansorena su Plaza granadina, 1905 (O/L, 61 x 50 cm), que subió desde los apenas 32.000 euros (ver). Buena compra, sin duda.
En esa línea de modernidad reformadora me gustaría situar otros remates. En primer lugar, los de Mariano Fortuny, como gran innovador de la pintura decimonónica, aunque nos debamos retrotraer varias decenas de años. Su Retrato del pintor Attilio Simonetti (O/L, 41 x 34 cm), fechado en 1869 y dedicado ‘A mi gran amigo Simonetti, Fortuny, Roma? 69’, subió lógicamente de los apenas 3.000 euros de inicio hasta unos mucho más vistosos 16.000 euros finales. En cambio, su mucho más difícil Combate de los dioses, c. 1855 (O/L, 32 x 50 cm) apenas subió de 6.000 a 7.000 euros. La otra, y con los todos matices que sé que habría que hacer sobre su papel en la renovación de los regionalismos de la primera mitad del siglo XX, es la del retrato de niño, Por Navidad, 1949 (O/L, 48,3 x 64,5 cm) de Eugenio Hermoso, que se adjudicó por los 9.000 euros pedidos.
El fiasco llegó con el mercado filipino: ni los 80.000 euros pedidos esta vez por el lienzo de Juan Luna, Retrato de joven con vestido rojo (O/L, 46 x 46 cm), lejos ya de los 150.000 euros de su primera aparición en marzo pasado en esta misma sala (ver), ni los 50.000 euros por la Campiña francesa, c. 1890 (O/L, 69 x 59 cm; 944), de Félix Resurrección Hidalgo, resultaron suficientes para atraer ese activo coleccionismo del sudeste asiático.
Avancemos en el tiempo y vayamos a la segunda mitad del siglo XX. Destacó, como parecía lógica, la venta de Mere et enfant, 1947 (bronce, 4/8, 51,5 x 39,5 x 18 cm) de Baltasar Lobo, aunque yo esperaba alguna puja más, todo sea dicho; en cambio, los 60.000 euros pedidos esta vez por su Femme assise, 1986 (bronce, 6/8, 94 x 63 x 28 cm), a cierta rebaja de los primeros 80.000 pedidos en junio pasado (ver) tampoco fueron suficientes y no hubo interesados.
Sí subió, ligeramente, de 24.000 a 29.000 euros, el buen lienzo de Benjamín Palencia, Visión de san Juan de la Cruz, Ávila (O/L, 96 x 100 cm), que estuvo expuesto en el pabellón español de la XXVIII Bienal de Venecia, en 1956. Más modernos ya, La mano extendida bajo la vertical que viene de lo alto, 1965 (óleo y talla de madera antigua/T con marco del artista, 78 x 67 x 6 cm), de Gustavo Torner, se adjudicó por 15.000 euros pedidos; el óleo sobre cartulina de 1971 de Antonio Saura, Retrato imaginario (89 x 60,5 cm) subió de 10.000 a 16.000 euros; y por los 20.000 euros de inicio se adjudicó también la Noria, 1984 (hierro, pieza única, 31 x 30,5 x 24 cm) de Juan Muñoz. En el apartado internacional, dos menciones rápidas: la fotografía con cosido a mano en hilo negro, pieza única de una serie de 20 ejemplares de Andy Warhol, Self-portrait Coca-Cola, 1986 (36 x 47,8 cm), se vendió por los 15.000 euros de inicio; también por el precio de inicio, 20.000 euros esta vez, se adjudicó Jeune Bete, 1963 (O/L, 116 x 89 cm) del cubano Oswaldo Vigas.
Y llegamos a la pintura antigua. Confieso mi gran alegría por la subida desde los apenas 9.000 euros de inicio hasta unos más lógicos 35.000 euros finales del gran lienzo del leridano afincado en Valencia durante tantos años Francisco Ribalta, La educación de la Virgen (O/L, 140,5 x 117 cm). Procedente muy probablemente de la iglesia valenciana de San Juan del Hospital y de la colección Coma Cros de Barcelona, hubo varios teléfonos y coleccionistas en sala que pujaron, una importante institución pública incluida. Y aunque los 35.000 muestran un cierto interés por esta pintura, no deja de ser una cantidad un tanto escasa para la calidad que atesora… Lo mismo sucedió con el San Jerónimo (O/L, 61 x 52,5 cm) de Cesare Fracanzano, por el que sólo hubo un interesado que se lo adjudicó en los 8.000 euros pedidos. Pero la sombra del fiasco también se notó en esta sección: ningún interesado que ofreciese los 60.000 euros necesarios para comprar la muy atractiva tabla de La Virgen con el Niño, santo Domingo de Guzmán y santa Clara (O/T, 60 x 44 cm; lote 1021), del vallisoletano Gregorio Martínez, ni los 24.000 euros por el San Juan Bautista (O/L, 95 x 126 cm) de Onofrio Palumbo. Una pena. Daniel Díaz @Invertirenarte