Vendido por 90.000 euros el filipino Hidalgo en Segre
Destacó también un dibujo de Roberto Longo de 2003, que voló a los 75.000 euros
Las subastas de septiembre no son las de Navidades, eso lo sabemos todos desde hace años; la vuelta al cole y al trabajo no son los fastos del nuevo año. Pero sí tienen algo de premonitorio, como de estilo programático de lo que probablemente va a ser la nueva temporada. Y pienso que la cita de Segre puede darnos pistas sobre los tiempos que se avecinan, como una hoja de ruta o aviso para los habitantes de un país con un gobierno en funciones, nuevas elecciones a la vista y un panorama bastante incierto al tener como telón de fondo preocupante el llamado Brexit británico y la crisis económica que se acerca indefectiblemente. Y ni soy agorero ni lo quiero ser, pero cuando las barbas de tu vecino veas cortar…
Segre viene demostrando en los meses y años pasados su calidad y su alta capacidad de venta, de conseguir piezas magníficas y de atraer compradores –la sala estaba ayer abarrotada-, su buen hacer a fin de cuentas. Y, así, es ya una de esas salas referencia, en perjuicio de otras que han sido y ya no son, y otras que van cayendo poco a poco… E intuyo que lo que aquí ha sucedido, de forma muy sutil porque ha habido buenas ventas, sucederá a menor escala en otras.
La cita comenzó con la venta importante y esperada: los 90.000 euros pedidos por el Retrato costumbrista (¿María Yrritia?) (O/L, 170 x 100 cm; lote 89), firmado en París y fechado en 1901 del filipino Félix Resurrección Hidalgo (1855-1913), fueron ofrecidos por un teléfono, muy probablemente filipino también… Comprado como ampliamente comentamos en nuestro artículo de previos (ver) por Emilio de Motta y Ortiz, Cónsul General de España en Filipinas hacia 1926, al no ser un lienzo de campesinos filipinos sino un retrato de su quizá modelo María Yrritia, no tuvo más que un único interesado, que se lo llevó por el precio mínimo exigido.
La otra gran venta de la cita, en lo que a pintura se refiere, fue la del dibujo a carboncillo y tinta sobre papel del americano Roberto Longo: Sin título. November, 2003 (122 x 122 cm; 685). Los 20.000 euros de la salida se demostraron especialmente atractivos para un público extranjero que está acostumbrado a pagar cantidades ya importantes por sencillos dibujos suyos. Por ejemplo, Study of Nancy, 2014 (40,6 x 33,7 cm) se vendió en Sotheby’s Hong Kong en octubre pasado por 75.588 euros (ver). De la misma serie que la que ofrecía Segre, Untitled. November 2, 2003 (124,5 x 125,1 cm), que había sido comprada en Sotheby’s Nueva York en septiembre de 2010, de la colección Lehman Brothers Corporation por 92,500 USD (69.170 euros; ver), se vendió en la misma sala en mayo pasado por 162,500 USD (137.494 euros; ver). Así que la subida hasta los 75.000 euros sorprendió relativamente.
Eso, por lo que respecta al mercado internacional. Especialmente significativas para nuestro exiguo mercado fueron algunas ventas. La primera, de un momento finisecular, como el lienzo de Brunilda y Wotan (La Valquiria), c. 1900 (O/L, 77,5 x 109 cm; 88), de Cecilio Plá, que pasó de 10.000 a 14.000 euros probablemente porque Plá firma aquí, según Lourdes Jiménez Fernández, “una de sus mejores obras y de las más interesantes en el panorama simbolista español”.
La segunda, de una cierta modernidad renovada, que ve en la obra de Evaristo Valle no sólo lo costumbrista sino un modo relativamente nuevo de acercarse al paisaje y de pintar la realidad; y así, su Paisaje con casas (O/L, 39 x 64 cm; 99), se adjudicó por los 18.000 euros pedidos, precio bajo si lo comparamos con sus ventas de antes de la crisis, pero de una cantidad ya importante hoy día.
La tercera, las del movimiento moderno, vinculado a la abstracción en este caso, de la segunda mitad del siglo pasado: me refiero a la esperada subida, como comentamos, de 10.000 a 13.000 euros del muy atractivo gouache y lápiz sobre tabla de Eusebio Sempere, Del círculo al cuadrado nº 3, 1968 (49 x 32,5 cm; 130), procedente de la galería Juana Mordó de Madrid; a la pintura y lápiz graso sobre cubierta de pergamino de Antoni Tàpies, Sin título, c. 1970 (21,5 x 34 cm; 138), que pasó también de 10.000 a unos más esperados y lógicos 14.000 euros; y, en menor medida, al óleo de Aurelio Suárez, Esferas celestes, 1953 (O/L, 38,5 x 46,5 cm; 125), que subió de 3.000 a 5.000 euros. O el Puerto, 1948 (O/táblex, 60 x 80 cm; 100), del almeriense vinculado a la Escuela de París, Ginés Parra, que desde los 2.500 euros iniciales escaló a los 7.000 finales.
Y la cuarta, en pintura antigua: con la muy grata sorpresa de la subida de los apenas 4.000 euros iniciales hasta los 14.000 finales del claroscurista y con calidad más que suficiente Expolio de Cristo (O/L, 183 x 146 cm; 618) de Pedro Ruiz González, firmado y fechado en 1665; y con la venta por los 15.000 euros pedidos de la buena tabla firmada en 1526 por un seguidor de van Oostsanen, Natividad con una familia de donantes (O/T, 73 x 55,3 cm; 704).
Dicho lo cual, y he aquí lo distintivo, no hubo sin embargo interesados que pagasen los nada menos que 68.000 euros pretendidos por el dibujito de Picasso, Les Ménines et la vie, 1959 (ceras de colores sobre papel, 32 x 24 cm; 124), realizado el 25 de diciembre de 1959, y que era una especie de revisitación sencilla, rápida y colorista del lienzo de Velázquez; ni para los 46.000 euros pedidos por el lienzo de Luis Gordillo, Grabando cantos de sapos, 2000 (A/L, 196 x 233 cm; 168), expuesto en la galería Marlborough de Madrid en 2002, y que pensé que se vendería; ni para el cuadro de Ramón Gaya (19.600 euros; lote 102), ni para la exquisita tabla de Lucio Muñoz (9.800 euros; lote 142), ni para las esculturas de Mascaró (21.000 euros; lote 167) o Alfaro (12.000 euros; lote 171, etc.
Y en todo esto me parece entrever varias líneas de fondo, que expongo brevemente. La compra extranjera, sigue fiel, y en principio seguirá fiel a sus productos, ofrecidos normalmente a buenos precios en nuestro suelo, pero con algo menos de alegría, salvo que sean piezas soberbias, que se ven poco. La gama media de la modernidad, pongamos entre los 20.000 y los 80.000 euros, parece que va a sufrir especialmente; la crisis anterior mostró, recordémoslo, que esta horquilla fue muy castigada mientras las obras buenas de verdad y fuertes de precio, eran por contraste especialmente buscadas y compradas. Y un muy lento y ligero resurgir del coleccionismo del costumbrismo finisecular, en sentido amplio -y gran parte de la primera mitad del siglo XX queda aquí incluida-, pues en los precios muy bajos que se deben manejar, liquidada ya cualquier pretensión de grandeza procedente de un pasado que no volverá, es fácil comprar.
Con la alta facturación de esta cita en Segre más de uno puede esgrimir argumentos para corregir lo dicho, ciertamente. Las pequeñas señales emitidas en baja frecuencia me parece que hablan de otra situación. Y de eso es de lo que he procurado advertir, sin negar lo primero, datos incontestables. Daniel Díaz @Invertirenarte