Vasarely gana la partida en Fernando Durán
Adjudicado por los 100.000 euros de la salida, la segunda mejor venta del día fue el lienzo de Secundino Hernández
En lo que a pintura se refiere, el arte contemporáneo sigue siendo el buque insignia en Fernando Durán. Ayer mismo volvió a demostrarlo, en un sencillo ejercicio aunque sin grandes ventas ni excesivo ruido, todo hay que decirlo, pero con la eficacia incuestionable de los números.
La pieza por antonomasia en contemporáneo, como comentamos en nuestro artículo de previos (ver), era el lienzo de Víctor Vasarely, Iguen, 1981 (O/L, 111 x 111 cm; ver), que se ofrecía por 100.000 euros; una típica producción de su mano, simulando una esfera en este caso, típica ya de finales de los años setenta y de los ochenta, fundamentalmente. Hubo un único coleccionista interesado por la obra, dispuesto a pagar esa cantidad; y en ese precio se adjudicó al teléfono, no sabemos si extranjero o no. Lo que sí podemos decir es que ha sido prácticamente la misma cantidad que la ofrecida en junio de 2017 en Alcalá Subastas por su esfera a base de octaedros y cuadrados, más trabajados, Multicheyt, 1997 (O/L, 120 x 120 cm), adjudicado finalmente por 95.000 euros (ver).
La otra venta fuerte de la cita fue la del madrileño Secundino Hermández (1975). Su obra de gran tamaño, procedente de su galería en Madrid, Heinrich Ehrhardt, Sin título (serie La tierra es redonda), 2008 (O/L, 191 x 171 cm; ver), se ofrecía por 39.000 euros, y en ese precio se adjudicó también, esta vez a un coleccionista que había dejado por escrito previamente su oferta. Sinceramente, pensé ilusionado que se vendería por alguna puja más, que habría algunos coleccionistas interesados dispuestos a hacerse con una pieza de su mano, sabiendo que hay lista de espera en sus distintas galerías repartidas por el mundo y que el Meadows acaba, como quien dice, de comprarle una obra… Pero me confundí, y sólo uno pujó. Y se hizo con ella, muy probablemente en lo que debemos considerar una buena compra de cara al futuro. El tiempo dirá si estamos equivocados o no.
De Darío Urzay, su gigantesca y atractiva Phaistos IV, 2011 (pintura y resina de barniz brillante sobre inyección fotográfica en soporte de aluminio y madera, 273 x 180 cm; 58), subió de 17.500 a 18.500 euros. La siguiente venta en cantidad fue el gouache sobre tabla de Eusebio Sempere, Cañaveral, 1964 (55 x 28 cm; 80), todo un clásico, por los 16.000 euros pedidos; sin embargo, su ligeramente más tardío y más evolucionado y barroco Díptico. Ocre y Siena, 1977 (gouache y lápiz sobre tabla, 79,2 x 41 cm; 75), que partía de una cifra ligeramente superior, 17.500 euros, quedó sin interesados.
El tapiz de Pablo Palazuelo sobre la obra Orto V, c. 1975/8 (180 x 140 cm; ver) subió ligeramente, de 10.000 a 12.000 euros. Algo más de interés hubo por la atractiva cera de José María Sicilia, De los espejos, 2001 (100 x 100 cm; ver), procedente de la galería Maior, de Mallorca, que subió de 7.000 a 11.000 euros. Y, por los precios pedidos, se adjudicaron por 10.000 euros, Santa Águeda dirección norte, 1986 (O/L, 150,3 x 100 cm; ver) de Alfonso Albacete, y por 7.500 euros, El mirador, 1988 (O/L, 162 x 98 cm; ver), de Jordi Teixidor.
En la transición del siglo XIX al XX, la pintura costumbrista un tanto retardataria nos deparó algunas sorpresas. La primera de ellas, la venta por los 36.700 euros del lienzo de Enrique Martínez-Cubells, La sardinera (O/L, 83 X 104 cm; ver), que se había comprado en Sotheby’s Londres en noviembre de 2003 por 21,600 GBP (31.067 euros; ver). O los 10.300 euros, los pedidos, por Campesino, mujer y niña, 1935 (O/L, 90 x 100 cm; ver), del valenciano Ismael Blat, y por Gitana sevillana, 1915 (O/L, 119 x 90 cm; ver), del sevillano Santiago Martínez. Más lógica fue, en mi opinión, la subida dada la fecha de composición mucho más temprana, 1892, de 5.000 a 13.000 euros del tardío lienzo en su producción de José María Rodríguez de Losada, ¡Tierra! o Cristóbal Colón, descubriendo América (O/L, 350 x 500 cm; ver), buen resumen de la pintura de historia de la época…
Del pleno siglo XIX, me alegro de veras por la subida y venta por 22.500 y 20.000 euros de los dos retratos de los reyes que firma en 1854 un pletórico Federico de Madrazo: Retrato de la reina Isabel II y Retrato del rey consorte Francisco de Asís de Borbón (O/L, 134 x 95 cm cada uno; ver), que había iniciado las pujas desde unos atractivos 12.000 euros cada uno.
En maestros antiguos, fallaron los favoritos. No hubo interesados en el Florero sobre un pedestal en un fondo de paisaje, pájaros y fruteros con peras y cerezas (O/L, 75 x 100 cm; ver), de Tomás Hiepes, que se ofrecía por 120.000 euros, a cierta distancia de los 170.000 en que salió a pujas en Isbilya allá por abril de 2017 (ver), ni por la Virgen de Guadalupe, de nada menos que 195 x 135 cm, que la sala atribuía a Juan Patricio Morlete, y por el que se pedían 70.000 euros (ver). Sin embargo, un coleccionista al teléfono ofreció los 18.000 euros que se pedían por la Virgen con Niño (O/L, 56 x 44 cm; 815) de Philippe de Champaigne. Y por último, en sala otro pujó hasta los 10.000 euros para hacerse con la atractiva Inmaculada Concepción (O/L, 150 x 105 cm; 789), granadina, del siglo XVII, que había salido por apenas 3.250. Daniel Díaz @Invertirenarte