Una Crucifixión de Saura de 1968 en Ansorena
En la cita de los días 26 y 27 sobresalen, además, las obras de Sorolla y Esteban Vicente
(Si quiere ver los resultados de la subasta, pulse aquí)
Con la triste noticia del fallecimiento hoy del empresario y coleccionista Plácido Arango (1931-2020) y de la pintora María Moreno (1933-2020), comenzamos este breve análisis de las posibilidades de la próxima cita en Ansorena.
Alejada del ruido mundanal pintó María lo cotidiano, lo que parecía no tener brillo pero sí una luz interior que pocos supieron captar y apreciar tanto como ella. La frase de su esposo, Antonio López, «la pintura de Mari me parece extraordinaria, aporta algo en relación con lo espiritual tan elevado, tal alto, tan raro, como por ejemplo la obra de Juan Gris«, resume bien su actitud.
En un universo bien diferente, cargado de dolor y angustia se desarrolla la pintura gestual, impulsiva y brava de Antonio Saura. Pasados ya los años de El Paso, su gesto indómito terminó volviéndose costumbre, pero en ese camino nos dejó piezas de alta calidad, como las que vendió la pasada semana Durán, ilustrando la novela de Orwell, 1984 (ver). La que se ofrece ahora es un papel de 1968, de un buen tamaño ya, 80 x 100 cm (lote 121), y con una de sus temáticas favoritas, sobre la que vuelve una y otra vez: una Crucifixión, una forma de masa informe, donde el personaje queda reducido a un simple cuerpo con una especie de cabeza y apéndices a modo de brazos, piernas y sudario. Se piden 26.000 euros, una cifra que a más de uno le puede parecer alta tratándose de un papel, pero debemos tener en cuenta la fecha, el trabajo de la obra y su tamaño. Es más, Tête, 1996 (A/papel/L, 33 x 45 cm; ver), más simplificada pero con color, se adjudicó en diciembre pasado en Artcurial París por 29.900 euros.
Con ese mismo elemento, el papel, y ligeramente más tardías, hay otras piezas que me parecen también muy interesantes. En primer lugar, la trabajada tinta de Roberto Matta: Sin título, 1972/5 (32 x 115 cm; lote 164), una suerte de sencillo friso con personajes y objetos muy típicos del chileno –de ahí los 5.000 euros pedidos-, conjunto bien ensamblado y desarrollado, que con ese formato suele tender a la dispersión. En segundo lugar, dos lienzos algo tardíos de Esteban Vicente, pero con el interés del maestro que domina casi cualquier registro ya: de 1985, Cadence (75 x 85 cm; 28), técnica mixta con collage de papeles de colores sobre lienzo, por 15.000 euros, y Sin título, 1986 (41 x 56 cm; 29), un más sencillo y menor collage de papeles sobre la tela de menores dimensiones y precio, por 8.000 euros, para economías más modestas. Y mucho más reciente, no desprecien el dibujo a tinta y lápiz de Pablo Palazuelo, Sin título, 2002 (29,7 x 21,5 cm; 27), por 3.800 euros.
Vayamos retrocediendo ya de ese simbólico 1968, contestatario, en rebeldía y revelador, donde comenzamos.
No sé si el lienzo de 1950 de Carlos Nadal, Las regatas (O/L, 73 x 92 cm; 172), por el que se piden ya 20.000 euros, gustará a sus coleccionistas o quizá sea excesivamente temprano; desde luego augura su estilo sencillo posterior, pero aquí aún aparece recargado de materia… y de elementos de los que irá poco a poco prescindiendo.
Parece mentira que hacia 1921 -porque se trata de casi treinta años antes-, Joaquín Torres García pintara este buen cartón titulado Barco negro y blanco recortado (O/cartón, 35 x 45 cm; 120), procedente de la galería Leandro Navarro y expuesto en el Museo Picasso de Barcelona en 2003/4. Y muestro mi asombro no por el pintor, claro, sino por su sencillez, claridad y simplicidad, entreviéndose ya como muy cercano su salto al vacío, su paso a pie enjuto hacia su constructivismo definitivo. El peaje será de 37.000 euros, más las comisiones e impuestos.
En la pintura finisecular, ya para el día 27, no se pierdan el Retrato de Constantino Moscardó, 1900 (O/L, 95 x 67 cm; 678), de Joaquín Sorolla; dedicado a Luis, el hijo del retratado, cuñado de Sorolla, se piden unos atractivos 25.000 euros. Y de Evaristo Valle, Aldeanas y vaca sobre paisaje de Asturias (O/L, 47 x 60 cm; 673); con su fina capa pictórica, procedente de María Rodríguez del Valle, sobrina del pintor, y publicado en dos catálogos, se piden 17.000 euros. Ambos deben subir.
Por último, la pintura antigua. Junto al típico San José con el Niño (O/cobre, 56 x 42 cm; 536) del mexicano José de Páez, con faltas pero por el que se piden ya 7.000 euros, vean con cierto detalle las dos tablas atribuidas a Fray Alonso de Zamora (75 x 47 cm c/u; 543 y 544) por 18.000 euros, y la superior e prometedora gran Resurrección de Cristo (O/T, 154 x 90,5 cm; 546), del Maestro de Astorga, por 38.000 euros. Daniel Díaz @Invertirenarte