El museo ha recibido en comodato un excepcional conjunto de 54 obras de Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976), una de las figuras destacadas del arte contemporáneo, clave en el origen y desarrollo del movimiento surrealista. Y ahora presenta hasta el 30 de junio la exposición Max Ernst. París, 1922-1928. De formación autodidacta, Ernst estudió arte, filosofía, literatura y psiquiatría en la Universidad de Bonn. Joven inquieto se interesó por el cubismo, el expresionismo y el dadaísmo y tras un periplo por Berlín y Zúrich se instaló en París, convirtiéndose en uno de los autores claves del surrealismo, movimiento que abandonó en 1938. Estuvo con Leonora Carrington en un pueblo cercano a Aviñón, luego contrajo matrimonio con la mecenas y coleccionista Peggy Guggenheim y se instaló en Estados Unidos. Posteriormente compartió su vida con Dorothea Tanning en Arizona, antes de regresar a Europa en el primer lustro de los años 50.
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La colección Castañé se exhibe en el Museo Ruso
Ayer se inauguró en la Colección del Museo Ruso de Málaga la exposición Más allá de su tiempo. La aventura de un coleccionista, que presenta varios centenares de piezas resultado de la pasión coleccionista de José María Castañé, que posee una de las colecciones privadas más interesantes de España, no solo por la cantidad de obras que atesora sino por la calidad del arte ruso y no ruso reunido, así como por una sección documental que ilustra los grandes conflictos del siglo XX.
47 millones en una noche para la digitalización del MoMA
Sotheby’s Nueva York adjudicó ayer cinco piezas de la treintena que salieron recientemente de la custodia del museo neoyorquino. La pieza más cotizada de ese conjunto fue un picasso vendido por 37 millones de dólares, mientras que no encontró comprador un paisaje de André Derrain. El resto de la velada transcurrió sin grandes sorpresas, con la salvedad de un nuevo récord para Mondrian en 51 millones de dólares.
Matisse, un maestro en el Pompidou de Málaga
Aunque durante las primeras décadas del siglo XX hubo numerosos artistas plásticos decisivos en las vanguardias históricas de ese período, quizá Picasso y Matisse fueron dos de los protagonistas más destacados en interpretar el devenir de la pintura y la escultura en la primera mitad del siglo pasado. La figura de Henri Matisse (Le Cateau-Cambrésis, 1869- Niza, 1954), 65 años después de su muerte nos permite evaluar con una cierta distancia su importancia en abrir nuevos senderos del arte durante el siglo XX. Ahora el Centre Pompidou Málaga presenta, desde el 6 de marzo y hasta el 9 de septiembre, la exposición Un país nuevo. Henri Matisse (1869-1954), que reúne 48 obras, entre pinturas, dibujos y esculturas, en un montaje limpio de Francisco Bocanegra, que pone de manifiesto la versatilidad del autor de La alegría de vivir en diferentes disciplinas artísticas. Una singladura que le costó enfrentarse a su padre y trasladarse con 22 años a París para comenzar un largo aprendizaje artístico, primero en la Academia Julian y en la Escuela de Artes Decorativas, y después en el taller de Gustave Moreau dentro de la Escuela de Bellas Artes, algo decisivo para forjar una identidad artística propia. Fue un período, entre 1901 y 1903, donde Matisse fue aprendiendo a tratar el color y la luz inspirada en Turner y Van Gogh y posteriormente la influencia de Paul Cézanne que le ayudó a liberarse del academicismo como se observa en un Autorretrato de 1900.