NUMERO 64, OCTUBRE-NOVIEMBRE

35,00 

El mejor Ribera en Roma; entrevista a Juan Antonio Pérez Simón; 400 aniversario de Luis Tristán; la colección de Miguel Granados; Van Gogh en la National Gallery; Durand-Ruel y los últimos destellos del Impresionismo; Weiwei en el MUSAC; un ‘Bautismo de Cristo’ de José Leonardo; Anna Jerebtsoff recuperada; el Hospital de san Sever; Ensor, la máscara como refugio; el estudio de Jiang Qiong Er.

Descripción

‘RIBERIANA METHODUS’

Desde el primer número de ARS Magazine dedicamos una especial atención a lo que entonces era una novedad casi absoluta: el descubrimiento de la etapa romana de Ribera y, sobre todo, de nuevos cuadros que se atribuían al maestro antes de que llegara a Nápoles. Toda una revolución en la pintura española, pero también en la italiana, dado que José de Ribera nunca regresó a nuestro país.

De aquella etapa han escrito en estas páginas Gianni Papi, Nicola Spinosa, Giuseppe Porzio, Guillaume Kientz, Gabriele Finaldi y tantos otros. En este número Massimo Pulini reflexiona sobre un magistral lienzo que él mismo devolvió al corpus riberesco y que se expone en el Museum of Fine Arts de Houston atribuido al autor francés Valentin de Boulogne. La importancia de esta pintura no solo está en su incuestionable calidad y belleza, sino en que sirve de magistral punto de conexión con las obras de su maestro. Ya el médico del papa, Giulio Mancini, autor de unas notas biográficas sobre Caravaggio citaba hacia 1620 que, con el maestro italiano, trabajaban cuatro jóvenes aprendices: Giovanni Antonio Galli, llamado lo Spadarino, Cecco del Caravaggio (hoy identificado con Francesco Boneri), Bartolomeo Manfredi, y un Spagnoletto que no era otro que Ribera. Pero hay más.

Cuenta Papi en su libro sobre el maestro de Xátiva cómo siempre se consideró a Bartolomeo Manfredi (1582-1622) el gran divulgador de los principios caravaggistas. Aquel «Bartolomeo servitore del detto Caravaggio» citado ya en el juicio a Merisi en 1603, tuvo tal éxito en Roma que el tratadista alemán Joachim Sandrart bautizará como Manfrediana methodus la divulgación de unos temas, muy populares entre los seguidores de Caravaggio: escenas de taberna y jugadores de naipes, todos ellos con medias figuras.

Pues bien, Papi demostró cómo en 1621 ya había documentados en colecciones importantes cuadros de Ribera, mientras que los de Manfredi no empezaron a figurar en esas mismas colecciones hasta los años cuarenta de ese siglo. Es decir, que si hubo un artista que transmitió el claroscuro e hizo que se conociera el caravaggismo, no fue Manfredi sino Ribera; y que si hubo un pintor que difundió, entre coleccionistas y pintores, los modelos de medias figuras y escenas populares, ya apuntados en sus Cinco sentidos y mendigos, no fue otro que Ribera. Por eso Finaldi señaló que quizá habría que empezar a hablar más de Riberiana methodus que de Manfrediana methodus. Pues sí. Y este cuadro lo confirma.

Por Fernando Rayón

 

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