PICABIA VUELVE A ZURICH EN EL CENTENARIO DEL MOVIMIENTO DADÁ

PICABIA VUELVE A ZURICH EN EL CENTENARIO DEL MOVIMIENTO DADÁ

Francis Picabia. Udnie Undine ou la Danse.(detalle). 1913. Óleo sobre lienzo. 290 x 300 cm. Centro Pompidou.

PICABIA VUELVE A ZURICH EN EL CENTENARIO DEL MOVIMIENTO DADÁ

La Kunsthaus de Zurich acoge desde ayer una gran retrospectiva del pintor Francis Picabia (1879-1953), dentro del Festival de Zurich 2016, comisariada por la conservadora del museo suizo Catherine Abrazo junto a Anne Umland del MoMA de Nueva York, que han seleccionado alrededor de 200 obras, con un centenar de pinturas, junto a obra sobre papel, revistas de vanguardia, sus colaboraciones en cine y teatro, así como documentos de época. Todo este amplio conjunto resume la trayectoria de un artista inclasificable. Francis Picabia transitó desde sus comienzos impresionistas por casi todos los movimientos de la primera parte del siglo XX: Cubismo, Dadaísmo, Neoclasicismo, Surrealismo y la Abstracción, en un original y fértil recorrido por la historia del arte moderno.

Nacido en París, aunque de origen cubano, Picabia estudió en las Escuela de Artes Decorativas de la capital francesa y comenzó a componer escenas impresionistas, que muy pronto parecieron demasiado decorativas. Como tenía un espíritu inquieto, en 1913 viajó a Nueva York, donde entró en contacto con la legendaria Armory Show y conoció al fotógrafo y galerista Alfred Stieglitz, que le organizó una exposición en su galería. En esos años Picabia interpretó en cuadros de gran formato los elementos cubistas, bajo su interpretación personal, caracterizada por una experimentación de colores alegres con formas móviles en el espacio, que le diferenciaban de las composiciones más contenidas de Picasso y Braque, creadores del Cubismo.

Sin embargo, Picabia no regresó al corazón de Europa hasta después de la primera guerra mundial y por tanto no se encontraba en Zurich cuando nació el Dadaísmo en febrero de 1916, pero fue su gran amistad con Tristan Tzara, uno de los creadores de dicho movimiento, lo que posibilitó su alineamiento rápido con los postulados dadaístas. Aficionado a las artes gráficas, Picabia fundó la revista Dada ‘391’, diecinueve números que fueron publicados antes de su cierre en 1924. Para él el objeto impreso como formato artístico y como expresión en prosa y poesía fue uno de los hallazgos de esos años, junto a manifiestos e innovadores textos. Entre 1915 y 1920 creó imágenes mecanomórficas, que son algunas de sus series más conocidas, pero debido a diferencias internas poco a poco Picabia empezó a separarse del grupo Dadá a comienzos de la década de los años 20.

Francis Picabia. Efecto del sol sobre las orillas de Moret-sur-Loing. 1905. Óleo sobre lienzo. Museo de Arte de Filadelfia. Colección Gertrude Schemm Binder. © 2016 ProLitteris, Zurich.
Francis Picabia. La noche española. 1922. Pintura de esmalte y óleosobre lienzo. Museum Ludwig, Colonia. © 2016 ProLitteris, Zurich.

Su visión abierta y polifacética hizo que entrara en contacto con otras manifestaciones artísticas como fueron el teatro, la danza o el cine y en ese contacto con esas disciplinas conoció a  Picasso, Cocteau y hubo una vuelta a cierto lenguaje formal, heredero de la figuración y el naturalismo. Entre los años 1923 y 1926 realizó murales collage como Femme aux Allumettes (mujer de partido, colección privada) y Pailles et cura-Dentes (pajitas y palillos de dientes, Kunsthaus Zurich), pero también representó la crítica social que late en la serie Monster, que comenzó a partir de 1924, o la serie Transparencia, con ese gusto por el modelado que decantó en 1927. Esa gran variedad de temas supuso una nueva experimentación técnica, junto a su trabajo en la película Entreacto, dirigida por René Clair y en la que colaboraron Erik Satie, Man Ray y Marcel Duchamp.

A mediados de la década de los años 20 abandonó el bullicio de París y se trasladó a la Costa Azul y es en ese ambiente más relajado cuando Picabia renace estilísticamente, desde su erotismo compositivo hasta la provocación controvertida que supusieron sus Pin-Ups, donde Picabia mezclaba las imágenes fotográficas de la cultura de masas junto a empastes al óleo. Fue en estas dos décadas, las de los años 30 y 40, donde se reinventó y tuvo episodios ciclotímicos que oscilaban entre la angustia y la euforia. A comienzos de los años 50 tuvo sufrió un accidente cerebrovascular y dos años más tarde moría en 1953.

En el recorrido de la exposición, casi siempre cronológico, por la obra de Picabia siempre queda en el ambiente su mirada hipercrítica de un artista múltiple, que se movió entre el gran arte del kitsch y entre el conservadurismo y el radicalismo. Resulta muy singular su modo de representar a las mujeres españolas, su forma de aproximación al dadaísmo, pero sobre todo algunos redescubrimientos como algunas obras de su exposición en la Galería Dalmau de Barcelona en 1922, con prólogo de André Breton, sin olvidar sus grandes formatos como Edtaonisl(eclesiástico) de 1913, procedente del Instituto de Arte de Chicago; y Udnie del mismo año, que ha cedido el Museo Nacional de Arte Moderno de París, que son dos buenos ejemplos para contemplar juntos dos composiciones emotivas que no se veían juntas desde hace casi siete décadas. Tras su clausura en Zurich la exposición viajará al MoMA, donde se expondrá desde el 20 de noviembre de 2016 al 19 de marzo de 2017.

Hasta el 25 de septiembre. Julián H. Miranda

Francis Picabia. Idilio. 1927. Óleo y esmalte sobre madera. Musée du Grenoble. © 2016 ProLitteris, Zurich.
Francis Picabia. Egoísmo. 1947-1948. Óleo sobre tabla. Museum Boijmans Van Beuningen, Rotterdam. © 2016 ProLitteris, Zurich.