Juli Capella: «En el diseño predomina la exclusividad, pero tiene más mérito la inclusividad»
Entre el Arco del Triunfo y la Plaza de Tetuán de Barcelona tiene ubicado su estudio Juli Capella, arquitecto de vocación que desarrolla su actividad dentro del campo del diseño, el urbanismo y la arquitectura. No se considera un artista. Él mismo afirma no ser “un Calatrava ni un Gehry”, pero entiende el potencial de la disciplina y la pone al servicio de la gente y el espacio público.
Autor del Jardín Tarradellas o la discoteca Pachá, ambas en la Ciudad Condal; el centro de ocio Zig Zag en Murcia; o el restaurante Jaleo en Disney Springs (Estados Unidos). Entre otros proyectos, Capella es comisario ahora de la exposición 100 objetos de IKEA que nos hubiera gustado tener en VINÇON, que acoge el Disseny Hub Barcelona y donde plantea el papel democratizador del diseño.
*A la hora de enfrentar sus proyectos, ¿tiene una predilección por un estilo o formas concretas?
*Me tomo mi profesión como la habilidad de resolver problemas de forma imaginativa, pero no me considero un artista. Él tiene un derecho de expresión, pero yo respeto el encargo del cliente. Dicho esto, no considero que tenga un estilo. No soy un Calatrava ni un Gehry. Y en cuanto a la forma, la estética nunca viene al principio, sino a medida que se desarrolla el proyecto y según lo que me han pedido.
*No hay un estilo, pero sí un criterio…
*Exactamente. Y también un concepto o una idea. Esto es lo que más me gusta trabajar, junto a cómo resolverlo. A veces habré tenido más inspiración o más talento para hacerlo, pero al menos he intentado ser fiel al encargo.
*En su exposición aborda la democratización del diseño. ¿Cuándo comienza este a ser accesible para un gran número de personas?
*En los años veinte con la Bauhaus ya se pone la semilla, pero es después de la Segunda Guerra Mundial cuando realmente explota el concepto de diseño industrial. Se producen una serie de innovaciones, pero también la disciplina se convierte en un instrumento capitalista que genera cachivaches que invaden el mundo. Hay un grupo de personas que se da cuenta de que estamos traicionando el concepto y que quizá el diseño podría servir para mejorar la vida cotidiana de la gente.
Es aquí donde nace IKEA, que empieza a hacer lo que podemos llamar los básicos (una silla, una mesa, una lámpara…) y sin apenas variaciones estilísticas. Lo desarrolla de la forma más sencilla, más barata y para que llegue al máximo número de personas. Es ahí donde nace el diseño democrático. No digo que IKEA lo invente, pero sí que hace una reivindicación del funcionalismo.
*En el caso de VINÇON, ¿de qué forma contribuye a esta democratización?
*De una manera pionera, porque a partir de los años setenta introduce en España el concepto de diseño, que antes no existía. Es una tienda que funciona como una escuela difusora del buen diseño y, por tanto, lo democratiza. Llevó a cabo 316 exposiciones gratuitas por las que pasaron los mejores diseñadores, empresas y productos. De esta forma, el público se fue formando y adquiriendo el conocimiento para después, cuando fuera a una tienda, saber seleccionar estos objetos bien diseñados.
*¿Cree que en favor de la inclusividad se tiene que sacrificar la exclusividad?
*No, pueden convivir ambos. Es cierto que predomina la exclusividad, no solo referida a una cosa cara, sino en el sentido de que siempre se excluye a alguien. Pero creo que tiene más mérito y valor quien se plantea ser inclusivo.
*¿En qué momento que se encuentra la arquitectura en la actualidad?
*En uno excepcional, porque ha tocado fondo. Digamos que esta arquitectura más especulativa, egocéntrica y de autor ha dejado de ser interesante y ha dado paso a una más sostenible y al servicio de la gente. No sé si será más bonita o más fea, pero es mejor esta lectura que viene ahora con las nuevas generaciones y que veo con mucha ilusión.
*¿Diría que el pragmatismo del sector inmobiliario está ganando terreno a la creatividad del arquitecto?
*El sector inmobiliario trata a esta disciplina no como un arte, sino como una mercancía. Y como tal, no duda en rentabilizar todo lo que puede y sacarle el máximo provecho. En este sentido, hay que oponerse a que haya un monopolio de lo que es la construcción. Creo que se construye mucho, pero arquitectura poca. Oriol Bohigas decía que lo que se hace no es arquitectura, es simplemente un producto estandarizado.
*¿Cree que la sociedad es consciente del potencial de esta disciplina?
*Creo que no, que lo vemos solo los que estamos metidos en este mundillo. La gente lo entiende más como algo feo o bonito. Y tienen todo el derecho de hacerlo, el sector no puede tratar esa opinión con arrogancia. Aunque es una cuestión que va más allá de lo estético, porque no olvidemos que la arquitectura está en el espacio público. Lo importante es que cumpla con el cometido que le asignamos a la construcción.
*¿Qué retos tienen por delante la arquitectura, el diseño y el urbanismo?
*Tienen la capacidad de salvar el mundo, desde el punto de vista de la eficiencia y del respeto medioambiental. No puede haber un despilfarro en los productos ni una generación de basura. Nosotros, como técnicos de las formas, tenemos que proveer un mejor diseño, porque tiene la capacidad de resolver cuestiones que están relacionadas con la economía circular.
*Y en su caso, ¿dónde tiene puesta la mirada ahora?
*Desde el punto de vista laboral, tengo varios proyectos de interiorismo y arquitectura entre manos. Estoy acabando en este momento un hotel en Lima para la cadena NH, un restaurante en Madrid y un hotel residencia en Alella, por ejemplo. Al mismo tiempo estoy preparando un libro recopilatorio de artículos, entrevistas y monográficos de personas relacionadas con el mundo del diseño. Nerea Méndez Pérez