‘HOMBRES DE LA MAR, BARCOS DE LEYENDA’

‘HOMBRES DE LA MAR, BARCOS DE LEYENDA’

‘HOMBRES DE LA MAR, BARCOS DE LEYENDA’

Con once barcos reales o de ficción se cuentan 11.000 años de historia de la mar y se resalta el brillante papel de nuestros marinos

Son 11.000 años de historia de la mar de los que se da noticia en la exposición Hombres de la mar, barcos de leyenda inaugurada en el Museo Naval. La idea, nacida hace algunos años, se le ocurrió a su director, el almirante José Antonio González Carrión quien, poco después, se la transmitió al escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte, un entusiasta de la cosas de la mar que se convirtió en su comisario. Los trabajos, nada fáciles, han merecido la pena. El resultado no ha podido ser mejor y más curioso.

Se han reunido algo más de 100 piezas, todas ellas procedentes de museos e instituciones españolas salvo una que llega del Museo Naval de Venecia. Es la maqueta de la Pentecóntera, la supuesta nave de 25 remos por banda con una vela cuadra de palo abatible que surcaba los mares en el siglo VII a.C.; bautizada como Argo y construida por Argos según la leyenda de los argonautas, se sitúa en la Edad de Bronce. Además del Argo, se exhiben también Victoria, la galera Marquesa, Hispaniola, San Juan Nepomuceno, Bounty, Pequod, Numancia, Nautiulus, Titanic Bismarck. A la hora de elegir los navíos, lo de menos fue fue la mezcla; lo que valía era la relación del hombre y la mar.

Todo comienza con el suave rumor de las olas que se deja oír en el pasillo de entrada y en cuyas paredes se han escrito conocidas frases históricas: “España prefiere honra sin barcos, que barcos sin honra”, de Méndez Nuñez; “Demasiado tarde para consejos, es hora de luchar”, de don Juan de Austria en Lepanto; “¡Ah del barco! ¿Habéis visto la ballena blanca?, de Herman Melville en Moby Dick; o esa tremenda del capitán de navío Ernst Lindemann del Bismarck: ”Hoy mi mujer se queda viuda pero ella no lo sabe”.

Después, en la gran sala a la que se accede, en once grandes módulos iluminados se cuenta la historia de los barcos, de su tripulación, de sus glorias y desastres o simplemente de cómo se construyeron. Alrededor, algunos de los objetos que les pertenecieron. Así aprendemos o recordamos que la nao Victoria fue en la que se embarcó Hernando de Magallanes en busca de un paso entre Europa y las Indias. Murió en el intento pero su segundo, Juan Sebastián Elcano lo logró. En aquel año de 1522, se había dado la vuelta al mundo. La galera Marquesa es la de la batalla de Lepanto, en la que estuvo, como bien se recuerda, Miguel de Cervantes. La Hispaniola, de los piratas de la La isla del tesoro, la famosa novela de Robert Louis Stevenson. San Juan Nepomuceno se corresponde con el episodio de Trafalgar, la heroica hazaña protagonizada por el brigadier Churruca –cuyo nombre, que apenas se cita, era Cosme Damián–, que murió en el terrible combate naval contra la armada británica, en el que también pereció el almirante Nelson.

Llegamos después a Bounty, un barco mercante de tres palos en el que 19 de sus tripulantes, encabezados por el primer oficial William Bligh, se sublevaron ante la dura disciplina. Fueron abandonados en un bote en medio del Océano Pacífico pero sobrevivieron y llegaron a Timor tras navegar 4.000 millas. El Pequod es el barco ballenero de la novela de Herman Melvilla Moby Dick. Existió en realidad: era de tres palos con toda clase de aparejos para capturar ballenas y extraer su aceite. Numancia, al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez, participó en la campaña contra Chile, Perú y Valparaíso, pero su acción más destacada fue el combate de El Callao contra los peruanos. La extraordinaria y futurista imaginación de Julio Verne creó el submarino Nautilus y a su protagonista: el capitán Nemo. Años después Isaac Peral lo hizo realidad.

Sobre el Titanic se han escrito cientos de páginas. Se hundió al chocar contra un iceberg y menos de 700 de sus 2.200 tripulantes y pasajeros se salvaron. El Bismark era el buque insignia de la flota alemana. Su historia fue muy corta. Tras varias victorias contra la flota británica fue seriamente dañado por varios torpederos y fue hundido por su propia tripulación. Todas estas historias se ilustran con varios retratos de los protagonistas y diversos objetos: sextantes, astrolabios, sables, libros, colmillos de cetáceo, quinqués, compases, monedas, uniformes, documentos, sondas e incluso un viejo y femenino corsé de barbas de ballena. También un frasco de fuego -versión antigua del moderno cóctel molotov- para arrojarlo sobre el enemigo en el abordaje.

Una muy curiosa exposición en la que hay dos cosas que destacar. Por un lado la importante y brillante presencia de España en la historia de la mar, que aparece no se sabe bien por qué ensombrecida por la británica. Por el otro, las cualidades y virtudes de los marinos: el valor, la constancia, el trabajo en equipo, la dedicación, el sacrificio, el pundonor sin echar en saco roto el recuerdo a la dureza en la vida en los submarinos.

Hombres de la mar, barcos de leyenda estará abierta hasta el 15 de Julio de 2015. María Pura Ramos.

Modelo Nao Victoria. Fundación oceanográfica de Guipúzcoa. Acuarium. San Sebastián.
Modelo HMS Bounty. 1783. Museo Modelismo Naval de Mapfre.
Portada del periódico New York Times dando cuenta del hundimiento delTitanic. 16 de abril 1912.
Astrolabio.
Jorge Lasso de la Vega. Óleo sobre lienzo. Retrato del brigadier de la armada Cosme Damián Churruca y Elorza. 1848.
Bola de Fuego para arrojar al enemigo en el abordaje.