Gran Canaria se rinde a Martín Chirino por su centenario

Gran Canaria se rinde a Martín Chirino por su centenario

La isla celebra el primer aniversario del escultor con dos exposiciones que recuerdan su figura. El CAAM, museo que dirigió hasta 2002, le dedica la gran retrospectiva que le debía, mientras que la Fundación Arte y Pensamiento fija el foco en los años que formó parte del grupo El Paso. Una doble mirada que ayuda a recordar a ese Ulises del hierro y maestro de la forja.

Martín Chirino. El inquisidor. Imagen cortesía de la Fundación Arte y Pensamiento Martín Chirino.

Decía Martín Chirino que “sin pasión no hay vida”, por eso vivió intensamente hasta los 94 años con una fuerza insólita: golpeando el martillo y fundiendo el hierro. El 1 de marzo de 2025 hubiese cumplido 100 años, edad a la que él mismo confesó que no quería llegar; sin embargo, ese primer centenario marca una efeméride lo suficientemente señalada como para calibrar su relevancia histórica.

Es el momento ideal para revisitar su trabajo y preguntarse cuál fue su papel en el contexto que le tocó vivir, un siglo XX que viró de la figuración al informalismo, el expresionismo y la abstracción por culpa de las guerras (mundiales y civiles). A esa época convulsa y cargada de cambios, Chirino respondió con determinación, situándose al frente de la vanguardia primero con el grupo El Paso y más tarde desarrollando un estilo propio que le convirtió en figura de referencia a nivel nacional –insular y peninsular–, además de internacional.

“Me convertí en herrero, artesano y señor del fuego”, decía. Una especie de Ulises del hierro cuya Ítaca particular siempre fue su Canarias natal, a la que regresaba una y otra vez después de sus viajes por la Península, Europa y Estados Unidos. Por eso, visto con perspectiva, debemos destacar no solo la labor de Chirino como creador y gestor –dos facetas que rara vez van de la mano–, sino también su papel como embajador de su tierra.

Con 90 ya cumplidos, todavía tuvo energías para abrir la Fundación Arte y Pensamiento en el remodelado Castillo de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria, un museo que mantiene su legado y que en 2025 está de celebración. Por partida doble, además. Por un lado, cumple una década y, por el otro, celebra el primer centenario del nacimiento del artista con una muestra centrada en apenas tres años, que sin embargo resultaron decisivos para el autor, porque fueron de descubrimiento, pertenencia al grupo El Paso y de proyección internacional.

El Paso. Vanguardia y compromiso recoge hasta el 31 de agosto una docena de trabajos de los integrantes de este grupo que se desarrolló en España entre 1957 y 1960 (Chirino se uniría un año después de su nacimiento). Liderado por Antonio Saura y compuesto por autores tan dispares como Manuel Rivera, Pablo Serrano, Juana Francés, Luis Feito, Manuel Viola, Antonio Suárez o Rafael Canogar –único miembro vivo–, este grupo representó un verdadero salto hacia la modernidad con propuestas rompedoras y abstractas que lograron incluso cruzar el charco; abriendo un mercado para Chirino y otros autores que hasta ese momento era impensable (Miró, por ejemplo, les apoyó mucho, tanto como el crítico americano Harold O’Hara exponiéndoles en el MoMA).

“El grupo tuvo sus idas y venidas, desde que se firmó el primer manifiesto en 1957 hasta que se disolvió, mediante carta manuscrita en 1960, por desavenencias entre sus miembros”, explica Jesús Castaño, comisario de la muestra y director de la Fundación Arte y Pensamiento Martín Chirino.

Puede que cada uno cultivase su propio estilo, pero todos compartían un mismo deseo de rebelarse contra lo establecido a través del gesto y la acción, con una serie de obras que ahora conviven en el Castillo de la Luz, como la Crucifixión de Saura, el Inquisidor de Chirino o La saeta de Viola. Entre las piezas presentes, cabe destacar la carpeta de litografías con las que se despidió el grupo en una galería de Roma, que se muestra al completo por primera vez.

“A Martín Chirino estar en El Paso le supuso el éxito que luego cosechó”, asegura Castaño, pues por esos mismos años el escultor fue fichado por Juana Mordó, la galería nacional más importante del momento.

Martín Chirino. Composición constructivista. Imagen cortesía de la Fundación Arte y Pensamiento Martín Chirino.
Vista de sala de "Martín Chirino. Crónica del siglo". Imagen cortesía del CAAM.

Esta muestra es, por tanto, el aperitivo y contexto perfecto para adentrarse de lleno en la obra del autor canario, primero en la colección permanente que acoge la propia Fundación, “el mejor santuario para arropar el trabajo del artista”; y después en la gran retrospectiva que le dedica, a escasos kilómetros, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM).

No es casualidad que este museo también fuese fundado por el escultor –otro logro más de su faceta como gestor–, que además lo dirigió desde 1989 hasta 2002. La institución tenía una deuda pendiente con el maestro, que ahora por fin se ha visto saldada.

El centenario de Chirino parecía la ocasión ideal para rendirse totalmente al escultor del viento, que hasta el 31 de agosto ocupa las cuatro plantas del centro con un montaje que busca llevar al espectador por esa misma espiral por la que tantas veces transitó el artista.

En este caso nos encontramos con un recorrido comisariado por Jesús Castaño y Fernando Castro Flórez que se compone de 74 piezas y huye del relato cronológico para mostrar algunos de sus temas recurrentes: vientos, espirales, aeróvoros, afrocanes, cabezas…

Martín Chirino. Crónica del siglo relata la historia de aquel niño que soñaba con mover el horizonte, cuando visitaba los astilleros donde trabajaba su padre y contemplaba aquellas enormes hélices de hierro moverse con tanta rapidez.

ME CONVERTÍ EN HERRERO, ARTESANO Y SEÑOR DEL FUEGO», DECÍA. UNA ESPECIE DE ULISES DEL HIERRO, CUYA ÍTACA PARTICULAR FUE SU CANARIAS NATAL

El artista enseguida quiso emular aquellas hélices, colgando sus estructuras de hierro y dejándolas literalmente suspendidas en el aire. Por eso, la primera sala del CAAM apuesta por esculturas cargadas de levedad e ingravidez, a pesar del material con la que están hechas.

El resto de estancias guían al espectador por dibujos, bocetos, collages, fotografías y decenas de esculturas que integran el imaginario de Martín; desde sus famosas y etéreas espirales “sin principio ni fin”, hasta sus delicadas cabezas donde se aprecia la huella de la figuración. Porque el camino de Martín Chirino hasta esculpir el viento, también fue circular. Sol G. Moreno

Vista de sala de "Martín Chirino. Crónica del siglo". Imagen cortesía del CAAM.
Martín Chirino contemplando una de sus esculturas.
Jesús Castaño, director de la Fundación Arte y Pensamiento.