Gordillo gana la partida en Segre
Además de una compra del Estado, la sala obtiene buenos resultados, superando con creces el medio millón de euros en ventas, especialmente en maestros antiguos y en los papeles de la segunda mitad del siglo XX
Los datos de las ventas muestran, esta vez en Segre, que la mayor parte del coleccionismo actual, nacional e internacional, prefiere obras contemporáneas, del siglo XX en sentido amplio o actuales. Eso no quita para que alguna pieza antigua, de vez en cuando, destaque y brille por encima del siglo XX. Pero en condiciones normales, guste o no a los nostálgicos, la senda del coleccionismo es bastante clara.
Así las cosas, el sevillano Luis Gordillo (1934) sigue siendo visto como un artista importante en el arte español de los años setenta y ochenta, fundamentalmente, alrededor del cual se situaron, y siguen situándose en su estela, muchos satélites, bebiendo de su creatividad y recorriendo unos caminos roturados en solitario (por cierto, el museo de la Universidad de Navarra acaba de inaugurar una retrospectiva especialmente importante, ver). Pues bien, de él se ofrecía Grabando cantos de sapos, 2000 (A/L, 196 x 233 cm; lote 387), expuesto en 2002 en la galería Marlborough de Madrid; ofrecido por 39.000 euros, los coleccionistas subieron sus pujas hasta rematarse por 47.000 euros, ligeramente por encima de los 46.000 pedidos en esta misma sala en septiembre de 2019…
Seguimos con el siglo XX, donde sorprendió notablemente a propios y extraños la subida del lienzo de Francisco Bores, Raisins et verre de vin, 1957 (O/L, 54 x 65 cm; 287), que partía desde unos atractivos 7.000 euros, a cierta distancia de los 14.663 euros en que se adjudicó en abril de 2013 en Piasa; sin una razón especialmente clara, salvo que debió entusiasmar a dos coleccionistas, subió hasta nada menos que 22.000 euros, una cifra que hacía tiempo no se veía en el Bores tardío, todo sea dicho.
Antes de cerrar este capítulo, mencionemos algunas ventas más, como la del lienzo de José Manuel Broto, Marina, 1983 (O/L, 195 x 130 cm; 357), por los 18.000 euros pedidos en la salida, algo poco habitual, el de Joaquín Mir, Paisaje (O/L, 63,5 x 76 cm; 200A), que se adjudicó por 16.000 euros a un coleccionista al teléfono, y el de Pedro Pruna, de su primera etapa de madurez, firmado en 1934 y titulado Ulysses (O/L, 127 x 161 cm; 283), procedente de la galería Charpentier de París, que se vendió a un coleccionista que había dejado pujada por escrito la salida de los 13.000 euros.
Interesante fue, para concluir el apartado, la compra por parte del Estado de las muletas de Pepe Espaliú, Paseo del amigo II (hierro pintado, 137 x 20 x 16 cm; 368), una de sus últimas obras antes de fallecer por el SIDA, en 1993. Expuestas en el Reina Sofía dos veces, el MACBA y otras salas no tan menores, y mencionadas y/o reproducidas en siete publicaciones, se ofrecían por 8.500 euros; un coleccionista ofreció ese precio y, tras la bajada de martillo, el Estado anunció su compra, suponemos en buena lógica que para el Reina Sofía.
Vayamos ahora con la pintura antigua, donde tres lotes se vendieron por un valor total de 63.500 euros. El más llamativo fue la tabla de Luis de Morales y taller, Virgen enseñando al Niño a escribir (O/T, 58,5 x 41,5 cm; 158). En nuestro artículo de previos (ver) citamos su semejanza con el del Museo de San Carlos de México, haciendo notar su calidad pero también su estado inacabado. A pesar de ello, los 32.000 euros pedidos por la tabla fueron insuficientes y dos coleccionistas pujaron hasta adjudicárselo uno de ellos por 36.000 euros. Buena compra.
Le siguieron dos adjudicaciones por los precios de salida. En primer lugar, el buen Retrato de la reina María Luis Gabriela de Saboya, 1702/14 (O/L, 64,8 x 52,3 cm; 163), de Miguel Jacinto Meléndez, por el que se ofrecieron 15.000 euros; probablemente, el hecho de que estuviese ligeramente recortado por arriba hizo que algún coleccionista más purista no se interesase, esperando una mejor oportunidad futura. El otro, el alargado lienzo Sobrepuerta con tres amorcilos portando una guirnalda de frutas (O/L, 72,5 x 236,5 cm; 147), del Taller de Rubens, por los 12.500 euros pedidos. Por último, dos espinitas pues no encontró comprador por 8.400 euros el Retrato de caballero con golilla, c. 1603 (O/L, 96 x 72 cm; 148), atribuido a Juan Pantoja de la Cruz (posible retrato de Pedro de Franqueza y Esteve, conde de Villalonga), ni hubo interesados que pagaran los 22.000 euros pedidos por el inédito e interesante Autorretrato, 1680/4 (O/L, 62,5 x 46 cm; 153), de Juan Carreño de Miranda. Una pena, que muestra lo exiguo de nuestro mercado de maestros antiguos.
Antes de terminar, habría que mencionar algunas ventas importantes de obra sobre papel. El más interesante, como parecía previsible, fue el de Alberto, Mujeres, 1958/60 (acuarela/papel, 80 x 55 cm; 299 y ver), por los 8.500 euros pedidos. Nada menos que hasta 7.500 euros subió el gouache sobre papel, Sin título, 1961 (32 x 23 cm; 320), del Equipo 57, que había partido desde unos atractivos 3.500 euros. Y muy lógicas fueron también las subidas de 5.000 a 7.000 euros de Mixtura, 2003 (construcción en óleo sobre papel hecho a mano encolado a tabla, 100 x 81 cm; 333), de Rafael Canogar, y de 1.400 a 6.500 euros del Caballero, 1948 (gouache y ceras, 25 x 37 cm; 291), de Benjamín Palencia. Por 6.000 euros se adjudicó el Bodegón, c. 1990 (carboncillo sobre papel, 45 x 59 cm; 274), de Carmen Laffón. Y, aunque menor, debemos citar también la subida del pequeño, sencillo y simpático collage de 1962 de Gerardo Rueda, Sin título (33 x 23,5 cm; 323), que de los más que atractivos 400 euros de inicio terminó en unos serios ya 2.000 euros finales. Y en obra gráfica, Aldikatu IV, 1972 (aguafuerte, PA de una edición de 75, 106 x 76,6 cm; 472A), de Eduardo Chillida, subió de 6.000 a 8.500 euros. Lo dicho; buenas ventas, de nuevo. Daniel Díaz @Invertirenarte