Entre filipinos anda el juego en Segre
Previsiblemente, un lienzo de Fernando Zóbel, por el que se piden 65.000 euros, será uno de los mejor vendidos en la cita del martes 7 de febrero
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La pasada semana avanzábamos desde esta revista la primicia de los lienzos del filipino Félix Resurrección Hidalgo que Segre ofrece (ver), procedentes de la colección de Tomás Olleros y Mansilla, un destacado militar y marino salmantino, que llegó a ser hombre de referencia en Filipinas. En primer lugar, y con un inicio de las pujas desde los 80.000 euros, dos mujeres que representan dos tipos concretos: Aguadora y Educanda de beaterío, de 1877 (pareja de O/L, 54,4 x 34,8 cm y 54,6 x 34,5 cm, respectivamente; lote 96); una segunda pareja de lienzos, paisajes esta vez, pintados en 1876, durante la primera etapa aún del joven pintor: Paisaje de Manila con puente sobre afluente del río Pasig, realizada en Manila en septiembre, y Paisaje de Manila con Bahay kubo, con fecha de 9 de febrero (O/L, 34,5 x 55 cm y 34,3 x 54,2 cm, respectivamente; lote 97), por 60.000 euros; y en tercer lugar, el interesante Retrato de D. Anselmo Olleros y Mansilla (O/L, 27,7 x 24,5 cm; lote 98), hermano de Tomás, firmado y fechado en Manila en septiembre de 1876,por 15.000 euros.
El resto de la cita del día 7 camina por caminos ya más habituales, con alto nivel pero sin grandes sorpresas. De entre todas las obras, brilla con luz propia una de Fernando Zóbel, pintor español nacido en Manila en 1924. Sin embargo, eso sí hay que reconocerlo, la potencia económica asiática ha hecho que sus precios se hayan disparado en los últimos años y, de alguna manera, volvamos a ese mundo filipino del inicio, que pujará fuerte para hacerse con estas piezas tan vinculadas con su historia.
De su mano se ofrece un aparentemente sencillo Cuadro veinticinco de septiembre, 1963 (O/L, 61 x 61 cm; lote 369), versión ligeramente evolucionada ya, con esos barridos de tinta típicos de su mano, de su serie de saetas, propios de los primeros años sesenta. En la exposición del museo del Prado con la Fundación Juan March -que se prolongará hasta el 5 de marzo y cuya visita recomiendo vivamente desde estas líneas (ver), sobre todo por su capacidad ilustrativa-, hemos podido comprobar, una vez más, la relación de las obras de esos años con la escritura. Son los años más buscados por los coleccionistas del pintor. Y por eso no sorprende el precio pedido de 65.000 euros, que subirá.
Del entorno de esos años, destacaría tres piezas, menores, pero interesantes y típicas de cada uno. De Luis Feito, Sin título, 1961 (O/T, 24 x 33 cm; 385), por 14.000 euros; de Lucio Muñoz, Sin título, 1969 (O/T, 60 x 73 cm; 390), por 9.000 euros; y de Gustavo Torner, un muy experimental también Apariencias, 1966-69 (acrílico, feldespato y látex/T, 68,5 x 90 cm; 391), por 19.000 euros.
Si avanzamos, vemos un cambio de paradigma representado perfectamente con dos piezas, que abandonan ya el expresionismo del final de los 50 y comienzo de los 60. De un joven Jordi Teixidor, Sin título, 1971 (A/L/T, 108 x 81 x 7,5 cm; 415), por 2.400 euros, y en mayor medida Fraternalia, 1971 (O/L, 200 x 167 cm; 450), de José Antonio Sistiaga, por 10.000 euros.
Los años 80 trajeron la pintura pintura. Magnífico temprano ejemplo es el gran lienzo de José Manuel Broto, todo un avanzado: Sin título, 1980 (O/L, 162 x 130 cm; 414), una de esas piezas que sorprenden por su calidad y escaso precio, 7.000 euros, y que procede de la mítica galería Buades de Madrid.
El salto a los años 2000 viene de la mano de dos importantes artistas, aunque con ejemplos de producción ligeramente tardía ya. Me refiero a Luis Gordillo, de quien se ofrece Cabeza E, 2003 (pintura/L, 180 x 149 cm; 465), por unos menos atractivos ya 38.000 euros, y a Elena Asins, cuyos potentes Dólmenes 10 (blanco sobre negro), 2003 y Dólmenes 10 (negro sobre blanco), 2003 (pintura sobre madera, 149 x 149 x 5 cm cada uno; lotes 466 y 467), son un ejemplo de potencia a base de ligeras variaciones, por 12.000 euros cada uno.
De ese mismo 2003, pero de alguien casi dos generaciones posterior, es la obra de Secundino Hernández: Sin título (A/L, 170 x 170 cm; 446), nueva vuelta de tuerca en la pintura, por 29.000 euros, y que muy probablemente subirán. Y en las investigaciones de los límites de la pintura, típicas de estos tiempos que corren, la pieza de Ángela de Cruz, Nothing, 2001 (óleo y acrílico sobre lienzo, 95 x 70 x 30 cm; 470), es como un faro bien claro; su precio de inicio, 19.000 euros.
Y aunque se quedan muchas obras en el tintero (Tàpies, 386; Néstor, 374; o Katz, 591, por citar sólo tres), pienso que las citadas son un siempre incompleto pero buen resumen de la segunda mitad del siglo XX español. Es Segre. Daniel Díaz @Invertirenarte