América en el Prado
El museo también se rinde a Perú con su nueva Obra Invitada. Matrimonios de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola, de anónimo cuzqueño, llega a la pinacoteca madrileña procedente del Museo Pedro de Osma de Lima y se expondrá hasta el 28 de abril en la sala 16A. La elección de esta pintura virreinal responde a las actividades de promoción cultural organizadas en el marco de ARCOmadrid 2019, que tiene al país andino como principal protagonista.
El arte peruano va a copar los museos de la capital en febrero. Y no solo en ARCOmadrid –la feria española por excelencia que en 2019 le dedica el apartado de país invitado–, sino también en decenas de instituciones: Casa de América, Museo ICO, Reina Sofía, Fundación Telefónica, Sala Alcalá 31… Y, por supuesto, el Museo del Prado.
La primera pinacoteca de nuestro país se ha sumado a la ‘fiebre Perú’ con una tela virreinal de anónimo cuzqueño dentro de su programa anual de La Obra Invitada, que el año pasado tuyo a Goya como protagonista. El título de la pintura, Matrimonios de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola, describe perfectamente los dos momentos históricos representados en este extraordinario ejemplo de pintura novohispana: los lazos de unión entre la familia real inca y la aristocracia española.
En realidad entre los dos matrimonios distan 40 años, pero se han querido colocar en una misma escena con fines propagandísticos. De hecho, sendas bodas tuvieron lugar en lugares bien alejados: la primera en Perú, la segunda en la Península Ibérica. Se trata de una completa invención iconográfica, ideada por los jesuitas del Cuzco, con la que se pretende enlazar la descendencia incaica con los dos patriarcas de la Compañía de Jesús: san Ignacio de Loyola y san Francisco de Borja (ambos presentes en el centro de la escena).
Esta composición se plasmó por primera vez durante el último cuarto del siglo XVII, en un lienzo de grandes dimensiones destinado al sotocoro del templo de la Compañía en la antigua capital incaica. Posteriormente, dicha iconografía se repetiría en más de una ocasión, para enviarse a otros establecimientos religiosos del virreinato.
La versión que ahora puede verse en la sala 16A del Prado, sin embargo,parece que perteneció a un miembro de la familia real incaica, y que fue encargada como parte de la decoración de su casa familiar. Está datada en 1718 y procede del Museo Pedro de Osma de Lima. «Confiamos en que este cuadro despierte el interés por los lazos entre la pintura virreinal y la hispana», destacó Alessandra de Osma, Presidenta de la Fundación Pedro y Angélica de Osma Gildemeister. Sol G. Moreno