El lirismo de Gonzalo Chillida en París


Ayer se presentó en el Instituto Cervantes de París la exposición Gonzalo Chillida, organizada por Acción Cultural Española, Extxepare Euskal Institutua, el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Instituto Cervantes, comisariada por Alicia Chillida, historiadora del arte e hija del artista guipuzcoano. La muestra reúne más de 200 obras, entre pinturas, fotografías y fotocollages de Gonzalo Chillida (San Sebastián, 1926-2008) y permanecerá abierta hasta el 28 de febrero en la capital francesa.


El conjunto de obras expuesto en el Cervantes de París proceden tanto de colecciones públicas como el Museo San Telmo, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la Colección Kutxa de San Sebastián, la Fundación Juan March de Madrid, como de la colección familiar y de otros coleccionistas particulares. El arco cronológico que abarca es muy amplio, desde sus comienzos en 1950 hasta 2007, un año antes de morir. Ese largo período permite observar las diferentes etapas de una figura representativa de la abstracción lírica española en la segunda mitad del pasado siglo.

Gonzalo Chillida, hermano menor de Eduardo Chillida, tuvo una vocación temprana por la pintura a la que sería fiel durante toda su vida. En sus composiciones desarrolló una singladura personal, alejada de etiquetas y de la influencia de otros movimientos. Con 21 años se marchó a Madrid para estudiar en el Academia de San Fernando y tomó clases de dibujo en el Círculo de Bellas Artes. La formación académica se complementó con sus frecuentes visitas al Museo del Prado para estudiar a los grandes maestros como Goya, Zurbarán o Sánchez Cotán, de los que se impregnó de una atmósfera de quietud y de una elegancia a la hora de manejar su paleta cuando compuso sus primeros bodegones y paisajes. También se sintió atraído por la estética de Giotto, de Piero della  Francesca, de Vázquez Díaz y de Morandi, todos ellos pintores muy personales.

Gonzalo Chillida. Formas, c. 1960. Legado Gonzalo Chillida. Depositado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao © Gonzalo Chillida, VEGAP, Madrid, 2021
Gonzalo Chillida, 1965 © W. S. Waintrob, Nueva York

Cuatro años más tarde, en 1951, se fue a París y entró en contacto con artistas como Braque, Sempere y Pablo Palazuelo, que le influyeron mucho en su devenir pictórico. En 1953 regresó a San Sebastián, donde se instaló definitivamente. Como también le sucedió a su hermano Eduardo Chillida, la atmósfera de la ciudad, el mar Cantábrico, la luz y la fuerza tectónica del paisaje vasco conformaron un estilo muy definido hacia varias líneas temáticas: arenas, bosques, montes, el mar y el cielo, siempre con la curiosidad intelectual que caracterizó su vida. Buena prueba de ello fue su viaje a Cerveteri para tomar fotografías de los yacimientos etruscos y sus incursiones en culturas antiguas, el mundo mineral y los fósiles.

Toda esa curiosidad incidió en la experimentación de su obra, a base de formas derivadas de a pintura geométrica y la abstracción que desembocaron en un lenguaje plástico propio.

De izquierda a derecha: Javier Novo, coordinador de Conservación e Investigación del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Irene Larraza, Etxepare Institutua; Alicia Chillida, hija del artista y comisaria de la exposición; Raquel Caleya, Instituto Cervantes, directora de Cultura; y Domingo García Cañedo, director del Instituto Cervantes de París.© Xose Bouza

En el recorrido por la muestra en París, ciudad a la que ‘regresa’ a los 70 años de ir a formarse, también se recoge su inclinación por una iconografía definida por los paisajes de mar y playa, la montaña vasca o esas vistas de la meseta castellana. En todos ellos su paleta elegante de ocres y grises fue variando hacia una mayor libertad en la pincelada, cercanas a una cierta conexión del romanticismo y del arte oriental, sobre todo el japonés con su conexión con la naturaleza. Gonzalo Chillida escribió “La mar se retira, el cielo”, un proverbial haiku. En ese proceso buscó la esencialidad y eso le hizo fijar su mirada en la arena como objeto pictórico a partir de la década de los 60, partiendo desde una cierta figuración hasta formas que le situaban en el límite de la abstracción.

Junto al conjunto de pinturas, fotografías y fotocollages también se ha incluido el audiovisual La idea del Norte, dirigido en 2016 por Alicia Chillida y Benito Macías. Y ha sido un acierto porque acerca al visitante al proceso creativo del pintor y cómo fue incorporando nuevos motivos pictóricos como los enunciados anteriormente: el mar, la arena, el bosque o el cielo, entre otros. El documental de 40 minutos de duración recoge algunas observaciones de personas vinculadas con su obra y nos muestra los lugares en los que vivió y trabajó.

Tras la clausura en París la muestra viajará al Instituto Cervantes de Roma (marzo-junio 2022), al IC de Tokio (julio-octubre 2022) y finalizará en 2023 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Se ha editado un catálogo en cinco idiomas: castellano, euskera, francés, italiano y japonés, que incluye un texto introductorio de Alicia Chillida y un epílogo de Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, así como escritos de escritores e historiadores relacionados con el artista: Gabriel Celaya, Ángel Irigaray, Antonio Saura y Francisco Calvo Serraller.