El KBr de la Fundación Mapfre abre sus salas con dos maestros: Bill Brandt y Paul Strand
La Ciudad Condal cuenta desde hoy con el Centro de fotografía KBr- símbolo químico del bromuro de potasio- de la Fundación MAPFRE y lo hace con dos propuestas de dos maestros de la fotografía del siglo XX. Por un lado una amplia retrospectiva de Bill Brandt, la primera de estas características en España; y por otro una muestra dedicada a Paul Strand, con los fondos de la Colección de la Fundación Mapfre, que posee la mayor colección del artista norteamericano fuera de su país. Actualmente esta colección que se inició en 2008 tiene alrededor de 1.300 fotografías, tanto de los maestros históricos como de artistas contemporáneos españoles e internacionales. Ambas exposiciones estarán abiertas hasta el 24 de enero y a ellas se ha dedicado un portfolio en el número 48 de ARS Magazine, con la colaboración de José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía.
Con la puesta en marcha de este Centro internacional de fotografía se refuerza la trayectoria institucional de la Fundación MAPFRE de apoyo a la dimensión de la fotografía como lenguaje contemporáneo, Una apuesta que ya ocupa una de las grandes líneas de su programación expositiva. Además este nuevo espacio organizará diferentes actividades: conferencias, debates, mesas redondas, entre otras acciones, en torno a esta disciplina artística.
Bill Brandt (Hamburgo, 1904-Londres, 1983) está considerado uno de los fotógrafos británicos más influyentes del siglo XX. Su obra no es demasiado conocida en nuestro país, más allá de una pequeña muestra que organizó hace más de una década BBVA en su sala de Madrid. Por eso resulta muy oportuno la retrospectiva en el KBr Fundación MAPFRE de Barcelona. Comisariada por Ramón Esparza, permitirá a los aficionados acercarse a un creador con muchos registros, a veces captando imágenes que desprenden inquietud, con un lado poético y muchas de ellas envueltas de un halo de misterio.
La muestra, que se abre al público mañana 9 de octubre, reúne 186 fotografías positivadas por el propio Bill Brandt, que a lo largo de casi cinco décadas abordó los principales géneros de la disciplina fotográfica: reportaje social, retrato, desnudo y paisaje, tal como señala su biógrafo Paul Delany en Bill Brandt. A Life (2004). El comisario ha articulado la retrospectiva en seis secciones para una mejor comprensión de su larga trayectoria. Tras su clausura en Barcelona, la retrospectiva viajará al Kunstfoyer Versicherungskammer Kulturstiftung de Múnich, a la Sala Recoletos de Fundación MAPFRE en Madrid y al FOAM de Ámsterdam.
La primera parte reúne sus primeras fotografías, no solo las de Viena donde retrató a intelectuales como el poeta Ezra Pound. Luego se fue a París donde colaboró durante un corto espacio de tiempo en el estudio de Man Ray, entrando en contacto con el ambiente surrealista lo que sin duda tuvo influencia en su obra. Por ejemplo, la imagen de Globo sobrevolando las afueras del norte de París (1929), quizá esté relacionada con las teorías psicoanalíticas de Freud, para quien este objeto resultaba, en los sueños, un símbolo de lo masculino.
También como buen paseante de la ciudad le influyeron las fotografías de su admirado Eugène Atget, como se ve en sus escenas callejeras y en la noche de París, previas al concepto de la inquietud que reflejaron sus fotografías posteriores. Viajó por varias ciudades europeas, entre otras su Hamburgo natal, Madrid y Barcelona, y luego se trasladó a Londres, ciudad en la que se deshizo de sus raíces alemanas cuando adoptó personalmente su identidad británica y comenzó a retratar ángulos sociales de su nuevo país de adopción, muy influido por el rechazo que le provocó el ascenso del nazismo en Alemania.
En Arriba y abajo como recoge su biógrafo Paul Delany, Bill Brandt quiso volverse inglés y por ello enterró los orígenes de una rica familia alemana procedente de Rusia. Era habitual, en el ambiente artístico londinense, que los emigrantes que llegaban desde Alemania cambiaran de nombre, como hizo Hermann Wilhelm Brandt, que quedó reducido a Bill Brandt. En 1936 publicó su primer libro, The English at Home, donde las escenas aparentemente naturales estaban muy preparadas. Buscaba contraponer a dos clases sociales enfrentadas en página par e impar, desarrollando dos discursos narrativos en paralelo, pero sin mezclarlos. Dos años después se editó A Night in London, una especie de réplica a la obra de uno de sus fotógrafos más admirados, Brassaï, con su Paris de Nuit.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de Información le pidió a Brandt que colaborara y realizó dos de sus series más conocidas. Una primera con imágenes de centenares de londinenses durmiendo en estaciones de metro convertidas en improvisados refugios. Y la segunda con otras que captó de la superficie de un Londres fantasmal, sin otra iluminación que la luz de la luna como medida de protección contra los bombardeos. Fue la imagen de una ciudad y de un país frente a un enemigo, donde Brandt puso el foco en los estragos que causaban los bombardeos en la población civil.
Uno de los géneros donde más brilló Bill Brandt quizá fue en el retrato, un género que cultivó desde muy joven y en donde evolucionó hasta llegar a romper sutilmente con la tradición como esos que publicó en Lilliput, ilustrando el artículo sobre los poetas jóvenes de la democracia con algunos de los miembros de la Generación Auden. Luego se inclinó por distorsionar el espacio hizo en uno de sus retratos más conocidos: el pintor Francis Bacon en Primrose Hill, Londres, una imagen de 1963, así como otros de los ojos de escultores y pintores: Henry Moore, Braque, Tàpies, cuya manera de mirar cambió el modo de representar el mundo.
En Paisajes descritos se incluyen un conjunto de fotografías donde Brandt manifestó su inclinación por introducir una atmósfera que contuviera referencias plásticas y literarias para concernir a quien observara los paisajes. Intentó captar con su cámara el espíritu de esos lugares: Halifax; «Hail Hell & Halifax» (1937) o Río Cuckmere (1963). En Literary Britain, publicado en 1951, explicitó la relación de las imágenes con extractos literarios porque le interesaba precisar ese concepto de atmósfera como el momento en el que los distintos factores que componen el paisaje (naturaleza, luz, punto de vista, cualidades atmosféricas) encajan en un canon estético arraigado en la tradición cultural.
Otro de sus temas preferidos fue el desnudo, que aunque lo había iniciado antes de la Segunda Guerra Mundial, fue casi al final de la misma cuando empezó a inclinarse por un tipo de imágenes más poéticas. En su evolución utilizó una vieja cámara de placas con un objetivo que producía una sensación de gran espacialidad y profundidad con el fin de transformar el espacio cotidiano de una habitación en un entorno onírico. Nuevamente el influjo del psicoanálisis y del surrealismo. En los años 50 visitó las playas del Canal de la Mancha, y tras hacer algunos retratos de Braque, las piedras pedregosas unidas a ciertas partes del cuerpo femenino le llevaron a establecer algunas analogías visuales.
Muchas veces las distorsiones fueron tales que los fragmentos de cuerpo habían perdido toda referencia y, sin embargo, generaban sensaciones profundas. Estos «fragmentos» de cuerpo en comparación o comunión con las formas de la naturaleza parecen encarnar formas primordiales a través de las cuales se podía percibir «la totalidad del mundo». En la década de 1970 retomó de nuevo el desnudo pero lo hizo para expresar en estos cuerpos un sentimiento algo violento que revelaba su menor adaptación a un mundo desde el que ya no se sentía partícipe.
Por último Elogio de la imperfección, que centra su mirada en la identidad del fotógrafo y su intención en el taller de revelado, algo muy importante para Bill Brandt, que podía pasarse horas en el laboratorio para controlar la imagen final antes de su impresión en un libro o en una revista. Dominaba toda una serie de técnicas artesanales y eso le permitía dotar algunas fotografías con ese tono levemente siniestro. Un ejemplo podría ser Top Withens, West Riding, Yorkshire (1945), realizada como parte de su libro Literary Britain, en el que se observan claros indicios de que el cielo tormentoso, que le da un aspecto más amenazador al paisaje, fue añadido posteriormente en el laboratorio.
Una mirada diferente y comprometida
Durante su trayectoria Paul Strand (1890-1976) se caracterizó por un papel decisivo en dignificar la fotografía y que fuera adquiriendo progresivamente una disciplina equiparable a otras expresiones artísticas que ayudara a comprender el mundo en el que vivimos. Hay rasgos que definen su quehacer como fotógrafo: meticuloso, innovador constante, amistad con artistas de otras disciplinas, dedicación al cine documental. Fue uno de los mejores representantes de la Straight Photography. Su obra ha trascendido el tiempo que le tocó vivir, gracias a una agudeza visual y a una mirada siempre abierta, comprometida con su tiempo y que fija en una representación de la belleza formal del mundo.
La exposición, que ahora se presenta en el KBr de Barcelona, reúne 110 fotografías de las 131 que conserva la Fundación MAPFRE. Es la colección más completa fuera de Estados Unidos. El comisario Juan Naranjo ha dividido las imágenes en cuatro secciones que, en buena medida, conforman el modo de trabajar de Paul Strand.
La primera parte, Geometrías: reconfigurando la mirada, recoge una serie de fotos que siguiendo a Alvin Langdon Coburn (1882-1966), tomó desde los viaductos, puentes y edificios altos de la ciudad. Son imágenes que documentan la cotidianeidad, rasgo importante de la fotografía urbana del siglo xx. Su amistad con Stieglitz y su calidad hizo que en 1916 expusiera en la galería 291 una serie de instantáneas entre las que destaca Wall Street, 1915, que con el tiempo ha devenido en uno de los iconos de su producción dedicada a la street photography o fotografía callejera, ya que conjugó contenido y forma. Su facilidad para aprender le permitió incorporar enseñanzas del cubismo e ir jugando con encuadres y formas geométricas, y le llevó a plantear juegos abstractos tanto en bodegones como en fachadas de casas o en objetos cotidianos.
Para él como para muchos creadores de su tiempo, el paisaje ocupó una parte de su trayectoria. La visión de la naturaleza tanto para los pintores como para los fotógrafos era una buena ocasión para trasmitir sensaciones. Nuevamente la influencia de un acuarelista como Alexander Cozens le influyó en algunas fotografías de sus comienzos en ese camino hacia la abstracción como hizo en El río Neckar, Alemania, 1911; Bahía de Shore, Long Island, 1914; o Invierno, Central Park, Nueva York, 1913-14.
A partir de 1916 sus temas fueron variando hacia las vistas urbanas, luego derivaron cuatro años más tarde a una mirada cercana al modo de observar la naturaleza de Cézanne. Y entre 1932 y 1934 realizó muchas fotografías en México estableciendo una interacción profunda entre los personajes y los lugares en los que vivían. La fotografía de naturaleza, del mundo rural y de la cultura popular fueron los ejes principales de los libros que publicó a partir de 1950, sobre todo cuando se trasladó a vivir en un pequeño pueblo francés, Orgeval, donde su jardín, además de los viajes que hizo, ocupó parte de sus últimos proyectos.
La tercera parte esta dedicada a Retratos: de la mirada furtiva a la diversidad cultural, y en ella se incluyen rostros de personas anónimas que ignoraban que estaban siendo fotografiadas durante la exploración de Strand por el Lower East Side de Manhattan. Además de su conocida Mujer ciega, 1916, y de obreros de diferentes etnias Strand supo captar con cercanía a los habitantes de una metrópoli como Nueva York.
En los años 30 fue invitado a México y allí no solo tomó fotografías sino también realizó películas. Fue una inmersión en la cultura mexicana: paisajes, construcciones y mercados y objetos de la cultura popular, muchos de ellos le acercaron a la etnografía. El resultado de esa experiencia fue el porfolio Photographs of Mexico, publicado en 1940, en el que la mayor parte de los fotograbados incluidos eran de esculturas religiosas (como el Cristo con espinas, Huexotla, México, 1933) y de retratos (como el de Hombre, Tenancingo, México, 1933, que nos recuerda a los que fotografiara en 1916). En este proyecto, Strand otorgó el mismo tratamiento a todos los motivos, ya fueran seres humanos, objetos o esculturas populares, capturados todos con respeto, algo que luego trasladó a otros trabajos en Nueva Inglaterra (Estados Unidos), en Ghana o en Luzzara (Italia).
Por último, el viaje como hilo conductor tan habitual en numerosos artistas. En Países: Cartografías emocionales. Los libros como proyecto cuelgan buenos ejemplos de esa producción durante sus diferentes destinos por otros países. Y esos testimonios visuales se reflejaron en numerosos libros. En 1945 cuando ya tenía una exitosa trayectoria como artista, el MoMA le organizó una retrospectiva, comisariada por Nancy Newhall, quien le sugirió que hiciera un proyecto sobre Nueva Inglaterra.
El resultado de ese viaje por Nueva Inglaterra durante seis semanas dio como fruto su primer libro propio de fotografías, Time in New England, publicado en 1950. Dos años más tarde saldría a la luz La France de profil, en la editorial suiza Guilde du Livre. Su compromiso político con la izquierda y la persecución que muchos creadores sufrieron en Estados Unidos durante los años 50 le llevaron a exiliarse en Francia con Hazel Kingsbury, quien se convertiría en su tercera mujer. Siguió viajando por Francia y otros países en los años siguientes, y fruto de esos viajes publicó títulos como Un Paese, con textos de Cesare Zavattini (1955), Tir a’Mhurain, con Basil Davidson (1962), Living Egypt, con textos de James Aldridge (1969) y Ghana. An African Portrait (1976), de nuevo con textos de Basil Davidson.