El caravaggio procede de la Colección Real
La pintura de la familia Pérez de Castro atribuida a Caravaggio figura en las testamentarias reales de Carlos II (1701-1703) y Carlos III (1789-1794) en su Palacio de la Casa de Campo. En las transcripciones de sendos inventarios publicados por Gloria Fernández Bayton y Fernando Fernández Miranda respectivamente aparece mencionado un “Eccehomo de estilo de Carbajio” con dimensiones idénticas al lienzo que se pretendía subastar.
TEXTO: SOL G. MORENO Y HÉCTOR SAN JOSÉ
Nuevo capítulo, y este importante, en el rompecabezas del Ecce Homo de los Pérez de Castro. La pintura procede de la colección real española y, como tal, es mencionada en el Inventario del palacete de la Casa de Campo llevado a cabo en 1701-1703 tras la muerte de Carlos II. Años más tarde vuelve a aparecer en el correspondiente a Carlos III (1789-1794).
Según consta en los inventarios reales de este último monarca de la Real Casa de Campo, publicados por Fernando Fernández Miranda en 1989 –realizada por Bayeu y Goya en su calidad de pintores de cámara– aparece la siguiente obra: “Vara y medio de alta y cinco cuartas escasa de ancho. Un Ecceomo con dos figuras más, en dos mil reales. Estilo de Carbajio”. [1]
La obra se identifica también, años antes, en la Testamentaría de Carlos II de dicho real sitio, efectuada en 1701-1703 y transcrita por Gloria Fernández Bayton en 1981. En ella se habla de “otra pintura de un eccehomo de vara y media de alto con marco negro” situada en “la alcoba de su majestad”. [2] Estos inventarios permiten reconstruir una parte oscura en el relato del Ecce Homo, desde su llegada a España de la mano del II conde de Castrillo –Virrey de Nápoles– y situarlo, como muchos ya sospechaban, en la colección real española.
El Palacio de los Vargas o Palacio de la Casa de Campo fue levantado en el primer cuarto del siglo XVI, probablemente gracias a Francisco de Vargas y Medina. Se cree que su arquitecto fue el Maestro Antonio, quien también participó en la construcción del Real Alcázar. Aunque el edificio ha sufrido una profunda transformación, especialmente en 1767 cuando Carlos III le encargó su remodelación a Sabatini, continúa en pie a la entrada de la Casa de Campo (finca real desde tiempos de Felipe II). En sus aposentos colgó el Ecce Homo, tal y como describe la documentación recientemente encontrada, concretamente en la habitación del monarca. No olvidemos que este palacio estaba decorado con un buen conjunto de cuadros, entre ellos varios de El Bosco y un par de sobrepuertas de Paolo de Matheis realizadas en 1696 (Resurrección y un Bautismo, actualmente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Asimismo, es importante destacar que aquí fue donde José Bonaparte se refugió en 1808, seguramente porque se encontraba más cómodo y seguro que en el Palacio Real.
“Vara y medio de alta y cinco cuartas escasa de ancho. Un Ecceomo con dos figuras más, en dos mil reales. Estilo de Carbajio” [Fernando Fernández Miranda. Inventarios reales: Carlos III. Tomo II. Madrid: Patrimonio Nacional, 1989, p. 452, nº 4598.]
Hasta ahora, la primera referencia documental de su presencia en España estaba datada en el siglo XIX en la documentación custodiada por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como ya dijimos en abril, en 1823 se menciona la permuta que acuerda la Academia con Evaristo Pérez de Castro –uno de los redactores de la constitución de 1812 y antepasado de los actuales propietarios– del posible caravaggio por un lienzo de Alonso Cano.
Entonces debíamos remontarnos a 1657 para encontrar la anterior huella documental, en el inventario de Castrillo. Ahora, en cambio, se ha completado una pieza más del puzle en el siglo XVIII.
Si damos por buena la identificación del cuadro de Castrillo con el que aparece sucesivamente en la Casa de Campo desde 1701, eso significaría que el Virrey de Nápoles no solo regaló a Felipe IV la Salomé con la cabeza del Bautista –actualmente en Patrimonio Nacional–, sino que también podría haberle regalado este segundo lienzo, que fue a parar al Palacio de la Casa de Campo de Madrid (también llamado Palacio de los Vargas).
¿Y cómo acabó la tela madrileña en la Academia de Bellas Artes de San Fernando? Una hipótesis plausible podría ser a través de las obras seleccionadas por José Bonaparte para su Museo Josefino. Tras la invasión francesa, Bonaparte vivió ocasionalmente en la Casa de Campo, que como ya hemos dicho le gustaba más que el Palacio Real. Allí debió de conocer el cuadro, que seguro quiso trasladar al Palacio de Buenavista para que integrase su ansiado museo. Este iba a componerse de obras de la escuela española y antigüedades procedentes de las colecciones reales y los edificios religiosos desamortizados en 1809, razón por la cual expolió pinturas y todo tipo de piezas de diversos lugares. El museo nunca llegó a abrir sus puertas y una parte de las pinturas trasladas allí acabaron depositados en la Academia.
¿Podría ser el Ecce Homo una de ellas? Resulta más que probable, si atendemos al destino de otras pinturas que también colgaron del Palacio de los Vargas (como las mencionadas sobrepuertas de Matheis). Así no solo quedaría huella de su paso por la colección real, sino que podría entenderse su traslado a la Academia de San Fernando y el posterior intercambio con los Pérez de Castro, al tratarse de un cuadro que no estaba en sus inventarios. Sol G. Moreno y Héctor San José.
[1] Fernando Fernández Miranda. Inventarios reales: Carlos III. Tomo II. Madrid: Patrimonio Nacional, 1989, p. 452, nº 4598.
[2] Gloria Fernández Bayton. Inventarios reales: testamentaría del rey Carlos II. Tomo II. Madrid: Museo Nacional del Prado, 1985, p. 201, nº52.
¿Y cómo acabó la tela madrileña en la Academia de Bellas Artes de San Fernando? Una hipótesis plausible podría ser a través de las obras seleccionadas por José Bonaparte para su Museo Josefino del Palacio de Buevanista.