El Bilbao del cambio hacia la modernidad en el Guggenheim
El museo inauguró ayer la muestra Bilbao y la pintura, un viaje en el tiempo hacia los últimos años del siglo XIX y principios de la siguiente centuria, que se caracterizaron por la transformación urbana e industrial de la ciudad que se truncó con la llegada de la Guerra Civil en 1936. Ha sido patrocinada por Iberdrola y en ella podrán verse imágenes de aquella atmósfera interpretada por artistas como Adolfo Guiard, Manuel Losada, José Arrúe o Aurelio Arteta en un total de 27 pinturas de gran formato pertenecientes en su mayoría a sociedades privadas. Podrá visitarse hasta finales de agosto de 2021.
El reconocimiento y el orgullo por sus raíces y su historia ha estado siempre muy presente en la actividad cultural del País Vasco y, por ende, en la de la capital vizcaína. El Guggenheim es buen ejemplo de ello, como lo demuestra la próxima inauguración que tendrá lugar en la primavera de este 2021 con una muestra dedicada a ‘Los locos años 20´ en colaboración con el Teatro Arriaga. En esta misma línea son también frecuentes las muestras del Bellas Artes de Bilbao, como la que tuvo lugar en 2019 sobre los hermanos Zubiaurre.
En esta ocasión, el museo ha dirigido su atención al Bilbao de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, un momento crucial para la ciudad por lo que supuso para esta: su ampliación urbana y, sobre todo, su gran desarrollo económico, industrial naval y siderúrgico. Para mostrarlo ha reunido 27 obras de gran formato realizadas por pintores que trabajaron en esas fechas en la ciudad y que habían viajado previamente a París para incorporar a su estilo las ideas de modernidad del Impresionismo y las vanguardias. Podríamos decir por tanto que estamos ante un “viaje de vuelta” a aquella exposición que dedicó en 2017 el Guggenheim a la pintura parisina de finales del XIX.
En su presentación a los medios vía streaming, han estado presentes Juan Ignacio Vidarte, director del museo; Rafael Orbegozo, jefe del gabinete de presidencia de Iberdrola; y el comisario de la muestra, Kosme de Barañano. En sus palabras, Vidarte ha incidido a que la exposición no es sólo una mirada local hacia la ciudad sino universal, porque en ella se reflejan muchas de las intervenciones relacionadas con las mejoras en la salud pública de Bilbao a finales del XIX, que se recuperaba entonces de una grave situación de enfermedades, en un claro paralelismo con la situación actual que estamos viviendo. Por su parte, Rafael Orbegozo ha calificado de “muy gratificante” la muestra, porque esta se equipara con la nueva transformación que sufrió –en sentido positivo– la ciudad con la llegada del Museo Guggenheim a Bilbao a finales del siglo XX.
Bilbao y la pintura se desarrolla a lo largo de tres salas, a través de las cuales se representan y contextualizan diversos momentos del `fin de siécle´ bilbaíno a través de grandes murales pictóricos en los que pueden verse desde los barcos comerciales en la ría, hasta los momentos de ocio de la sociedad burguesa (sociedades náuticas, deportivas y musicales) o aquellos más cotidianos de las clases más humildes. Todo ello precedido por un espacio introductorio que cuenta con reproducciones fotográficas a gran escala de la ciudad y su ampliación gracias a la unión de comerciantes y banqueros.
La primera sala acoge una selección de obras de Adolfo Guiard (1860-1916), Ignacio Zuloaga (1870-1945), Anselmo Guinea (1854-1906), Manuel Losada (1865-1949) y José Arrúe (1885-1977). Sus pinturas reflejan el nuevo paisaje económico, social y urbano de Bilbao, con atención a la burguesía ilustrada de la Sociedad Bilbaína y del Kurdin Club, espacios creados en 1839 y 1884 respectivamente. Precisamente algunas de estas obras, de gran formato a modo de murales, decoran aún hoy las paredes de estas sociedades que las encargaron, mostrando las novedades de esos jóvenes artistas recién llegados de París.
El segundo espacio se adentra en la confrontación entre el núcleo urbano y el rural, así como los ámbitos marítimos y de montaña, espacios que, pese a su proximidad geográfica, convivían de manera muy diferente. Los trenes, ejemplos de modernidad; el mar y sus colores, su vitalidad y también su crueldad, fueron objeto del interés de pintores como Ramón Zubiaurre (1882-1969) o Gustavo de Maeztu (1887-1947). El mundo rural se muestra amable a través de escenas de fiestas y tradiciones populares representadas por Guiard, Francisco Iturrino (1864-1924) o Aurelio Arteta (1879-1940). En estas últimas se hace muy presente además el Impresionismo parisino que cambió la manera de pintar de sus autores.
La tercera y última sala está dedicada al folklore desde una visión etnográfica. Como señala el comisario de la muestra, Kosme de Barañano, es decisivo tener en cuenta en este tipo de obras los estudios etnográficos que comenzaron a formar parte de los nuevos estudios de humanidades en las universidades de la época a finales del siglo XIX. A través de escenas de baile, romerías o de labores de recolección en el campo, las pinturas se convierten en un documento excepcional para documentar vestimentas o el simbolismo de los bailes tradicionales. Buen ejemplo de ello es la obra que cierra este ámbito, Danzas suletinas de José María Ucelay (1903-1979), en la que se aporta una visión enciclopédica de uno de los bailes más antiguos del País Vasco, la mascarada de Zuberoa.
Como cierre final y en transición hacia el mundo de la abstracción, se exponen Velas de Julián Tellaeche (1884-1957) e Instrumentos de Agustín Ibarrola (1930).
Bilbao y la pintura permanecerá abierta hasta finales de agosto de 2021. Como complemento a la exposición se han preparado toda una serie de actividades complementarias que pueden consultarse en la página web del museo. Asimismo, se ha editado un catálogo preparado por el comisario en el que no sólo se analizan con detalle las obras expuestas. En él puede leerse además un texto en el que se ofrece un detallado recorrido por numerosos aspectos sociales, económicos y políticos del desarrollo del Bilbao del momento.