El automóvil como expresión de la movilidad integral en el Guggenheim Bilbao
La sensación de libertad individual al conducir un automóvil ha sido una experiencia compartida desde su invención a finales del siglo XIX. Desde entonces la transformación profunda de estos artefactos rodantes, ligados también al diseño, el arte y la arquitectura han permitido ir dando respuestas a los numerosos retos planteados durante más de un siglo y todavía perduran. Ahora el Museo Guggenheim Bilbao presenta desde mañana y hasta el 18 de septiembre una exposición multidisciplinar: Motion. Autos, Art, Architecture, comisariada por Norman Foster, Lekha H. Waitoller y Manuel Cirauqui y patrocinada por Iberdrola y el grupo Volkswagen. Norman Foster y esta muestra son protagonistas de la portada del número 54 de ARS Magazine.
En la presentación Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim, agradeció el esfuerzo colectivo para poner en marcha este proyecto, iniciado hace tres años, a pesar las numerosas dificultades derivados de la pandemia y más tarde de la guerra. Y añadió que será, sin duda, uno de los hitos de la programación del 25 aniversario del Museo Guggenheim.
Norman Foster dijo que es fascinante el vínculo entre la producción de energía y el mundo de la movilidad porque ambas estas cambiando continuamente. Su pasión por los coches nació desde su juventud: «son objetos bellos que coexisten con obras de arte y de arquitectura. Para mí el coche es un artefacto cultural con derecho propio». Y ahondando en su importancia reflexionó en dos aspectos: por un lado, la cultura como algo central para nuestra civilización y la relevancia de los museos para abrirnos a otros mundos posibles; y por otro, la importancia que tiene el diseño en nuestras vidas y en la calidad que nos puede aportar para resolver problemas en los entornos urbanos y naturales.
El presidente de Iberdrola, Ignacio S. Galán, subrayó que tenemos que cuidar el planeta y descarbonizar para resolver graves problemas de la emergencia climática, sustituyendo paulatinamente las energías fósiles por otras más sostenibles y ser cada vez más autosuficientes para no depender de terceros y esto tendrá un claro reflejo en la movilidad. Por su parte, Herbert Dyess, CEO del Grupo Volkswagen, apostó por la electrificación el automóvil de un modo sostenible, ya que ahora ya se reduce el 50% de CO2. Y concluyó diciendo que en el futuro los coches serán más seguros y confortables, sin emisiones, pero seguirá ofreciendo oportunidades de emoción y de expresión de una cultura.
Los automóviles han tenido desde su irrupción en la vida cotidiana una dimensión artística, muy relacionada con disciplinas como la pintura, la escultura, la arquitectura, la fotografía y el cine, entre otras, ya que muchas veces se ha dado entre ellas una clara intersección cultural, por no hablar de las afinidades entre la tecnología y el arte, tan presente en muchos de los movimientos artísticos de los siglos XX y XXI.
En esta ambiciosa exposición, que ha contado también con la colaboración de AIC-Automotive Intelligence Center, Cadillac, Sennheiser en la experiencia sonora inmersiva y con el mecenazgo de Gestamp. Se incluyen más de 300 piezas, con cerca de 40 coches, seleccionados por su belleza, originalidad, visión de futuro y progreso técnico, que están dispuestos en el centro de cada una de las diez salas, y a su vez rodeados de pinturas, esculturas, dibujos y trabajos arquitectónicos o maquetas, que interaccionan sin que pueda delimitarse una clara separación porque unas disciplinas han ido nutriéndose de otras o bien fijando ideas en el imaginario popular de cómo el automóvil ha transformado el paisaje urbano y rural del planeta Tierra y de nuestro estilo de vida.
El recorrido de la exposición se vertebra, con un cierto sentido cronológico, en siete temas: Comienzos, Esculturas, Popularización, Deportivo, Visionarios, Americana y una última dedicada al futuro de la movilidad. La muestra comienza en el nacimiento del concepto de automóvil, desde la transición del coche sin caballos a la producción en serie y de cómo sus formas evolucionaron desde su aspecto más primitivo, casi una caja, a las formas aerodinámicas estilizadas de la actualidad, en la que han tenido mucho que ver la capacidad desarrollada por artistas y arquitectos durante la primera mitad del siglo XX.
Ahora que estamos apostando claramente por el coche eléctrico para disminuir la contaminación y luchar contra el cambio climático podemos observar en ese ámbito cómo la energía eléctrica tuvo mucha importancia en los primeros años del automovilismo al contemplar un Ford T Tourer, un modelo del Porsche Phaeton, de 1900, y comprobar que llevaba motores eléctricos en los cubos de las ruedas, un concepto que se consideró revolucionario al incluirse en el primer vehículo eléctrico de la NASA que recorrió la superficie de la Luna, junto a un Bugatti, Type 35 o un Chrysler Airflow, entre otros.
Y en perímetro de esa sala una maqueta del edificio Chrysler, fotografías de Man Ray y de Henri Lartigue ilustrándonos sobre la vida en la ciudad o en carrera, un óleo de Ramón Casas, una acuarela de Sonia Delaunay, una pintura de Le Corbusier o una serigrafía de Warhol con ese homenaje a los primeros Benz de finales de los años 80 del siglo XIX.
La segunda parte, denominada Esculturas, reafirma una descripción que hizo de los automóviles Arthur Drexler al calificarlos de “esculturas vacías con ruedas”, y donde pueden verse cuatro bellos automóviles en el centro de esa sala: el Bugatti Type57SC Atlantic (1936), el Hispano SuizaH6B (1938), el Pegaso Z-102 Cúpula (1952), y el Bentley R-Type Continental (1953), del que se fabricaron alrededor de 200 ejemplares, yuxtapuestos a dos esculturas fundamentales como las de Henry Moore, Figura recostada (1956), de suaves curvas, y 31 de enero, un móvil realizado en 1950 por Alexander Calder, que destaca por su incesante y fluido movimiento, a las que se une Pantera al acecho, una pieza escultórica de Rembrandt Bugatti, tío del diseñador de coches Jean Bugatti, así como una serie de formas en vidrio de René Lalique que simbolizaban la velocidad a través de caballos y águilas.
En Popularización las obras expuestas permiten observar la natural evolución del automóvil como un coche del pueblo, fiable y asequible para casi todo el mundo. Una idea que comenzó en la década de los años 30 del pasado siglo con el despegue industrial y continuó con fuerza tras la Segunda Guerra Mundial. El coche como símbolo de regeneración tras la tragedia, algo que incentivó la creatividad de los diseñadores, que apostaron por la innovación.
En este período histórico el arte y la moda se fusionaron y la movilidad suscitó una gran fascinación entre la ciudadanía con ejemplos como el Austin Mini, la minifalda Op Art o el logo que Vasarely hizo para Renault. Ya previamente Volkswagen había contribuido con modelos como el escarabajo desde los años 30 a los 50, posteriormente el VW Microbús; un Citroen 2CV Sahara, un Fiat Nuova 500 o un BMW 600. Todos ellos fueron en esas décadas un logro para la democratización del automóvil. Los coches compactos proliferaron, más pequeños en Europa que los que se fabricaban en los Estados Unidos. Y como contexto en las paredes algunos trabajos de Le Corbusier, de Ben Nicholson, de Carlo Carrà, imágenes de Alberto Giacometti con vistas de París que captan escenas desde el interior y exterior del coche y de Norman Foster en torno a su proyecto del Reichstag, nuevo Parlamento alemán.
El cuarto tema, Deportivo, centra su foco en cómo las exigencias de las competiciones de automóviles más exigentes, sobre todo la Fórmula 1, posibilitó que se comenzaran a separar los diseños de coches para ‘carreras’ o para ‘la carretera’. Los coches deportivos de alta gama crecieron y aprovecharon muchas de las innovaciones de los de competición para una mayor velocidad en esos modelos deportivos. En los diseños de los cinco automóviles: Porsche 356, Mercedes -Benz 300 SL, Ferrari 250 GTO, Jaguar E-Type y el Aston Martin DB5 que se popularizó en una película de James Bond en 1964, convergen arte y moda, pero también con los atributos de la velocidad y la aventura convertidos en objetos de deseo de la cultura contemporánea.
Inspirándose en ellos, artistas tan decisivos como Andy Warhol en su serigrafía y acrílico sobre lienzo Benz Pater Motor Car (1986), una obra de David Hockney, diseñadores como Kem Adam, o el mítico arquitecto Frank Lloyd Wright, gran coleccionista de coches, del que se exhibe Automobile Objetive y Planetario, un proyecto de 1925 ideado para Gordon Strong que no llegó a construirse, a base de lápiz de color sobre papel de calco, cuya rampa en espiral fue clave posteriormente cuando diseñó y edificó el Solomon R. Guggenheim de Nueva York.
Dirigir la mirada a la galería Visionarios, que parte del concepto de vehículos utópicos de mediados del siglo XX, concebidos por diseñadores que exploraban nuevas formas relacionadas con el movimiento y la velocidad, nos lleva a trascender los límites de la tecnología y de la aerodinámica, a través de los nuevos motores y diferentes tipos de energía como la nuclear. Muchas de esas formas en los automóviles nos retrotraen al movimiento futurista como Formas únicas de la continuidad en el espacio (1913) de Umberto Boccioni, o en una pintura de Giacomo Balla. Aquí se exhiben tres prototipos de General Motors de la década de los 50 cercanos a la arquitectura de la obra maestra moderna de Eero Saarinen, el Centro Tecnológico de General Motors. Llaman la atención un modelo de Alfa Romeo, un Lancia Stratos, un Mercedes-AMG F1 EQ y sobre todo uno de los automóviles preferidos de Norman Foster, un Dymaxion Car #4, 2010, una réplica de su amigo Buckminster Fuller, un coche diseñado en la década de los años 30 que alcanzaba gran velocidad con bajo consumo.
El impacto del automóvil en Estados Unidos no tiene parangón con ningún otro país como desprende la sección Americana. Allí en coche ha configurado la economía, el paisaje urbano y rural o la cultura popular, dada la extensión a amplias capas de su población, que ha girado y gira en torno al coche. Ese uso masivo ha tenido pros como la dinamización económica pero también las consecuencias negativas para el medio ambiente.
En su imaginario y en el nuestro, gracias a la fotografía, el cine y la televisión, todavía están esos paisajes y experiencias en esas carreteras de amplios horizontes, con sus moteles, restaurantes y gasolineras, tanto desde el New Deal en las fotos de Berenice Abbot, Dorothea Lange o en las posteriores instantáneas de O. Winston Link, las gasolineras de Ed Ruscha, una escultura de Donald Judd o una pieza de John Chamberlain. En el grupo de vehículos expuestos sobresale un monumental sedán de lujo con aletas traseras, un deportivo de gran potencia, un coche tuneado con estridentes colores o un jeep pensado para la guerra y por tanto muy funcional.
La última parte de la muestra, Future, está dedicada al trabajo de una joven generación de estudiantes convocados para pensar en cómo será la movilidad del futuro a finales del siglo XXI porque en el fondo se trata de repensar factores como los atascos, los problemas medioambientales o la escasez de recursos. Son 15 escuelas internacionales de diseño y arquitectura, de cuatro continentes, que están trabajando con libertad en diferentes formatos: maquetas, audiovisuales, renderings, dibujos y escritos, fruto de su colaboración con diseñadores, artistas y arquitectos.
Para hacerlo posible estos grupos han contado con la colaboración de AIC (Automotive Intelligence Center) para el Clay Modelling Studio, un taller de modelado que ilustra la producción de modelos en arcilla de tamaño real por Harley Earl, jefe de diseño de GM, desde la década de los años 30. Esta tradición se mantiene, a pesar de las ventajas de la informática y realidad virtual, y ahí se exhibe un estudio de modelado en arcilla titulado LYRIQ EV, hecha posible gracias a Cadillac. Y también todo un conjunto de maquetas coches como la Colección Hans-Peter Porsche Traumwerk , así como réplicas de automóviles a escala similar a pinturas en miniatura.
Todo el conjunto expuesto nos sitúa ante varias preguntas presentes y futuras: ¡cómo será la movilidad?, ¿qué fuentes de energía imperarán y si serán sostenibles?, y ¿qué tipo de experiencias nos depararán los coches del futuro y su intersección con los bellas artes y el mundo digital en el futuro? y ¿Si las ciudades seguirán siendo espacios creativos con una movilidad diferente?. Mientras reflexionemos y disfrutemos de esta exhibición diferente en el Guggenheim Bilbao.