Durán se la juega con Wifredo Arcay en su inicio de temporada
Un óleo del cubano, que perteneció al grupo de los 10 pintores concretos, se ofrece el jueves 24 por 60.000 euros
Wifredo o Wilfredo Arcay (La Habana, 1925 – París, 1997) fue uno de esos pintores que se fue forjando poco a poco, primero estudiando en La Habana y a partir de 1949 en París, cuando la ciudad del Sena intentaba regenerar su vitalismo con un postcubismo liderado por Arp, los Robert y Sonia Delaunay, y Fernand Leger. Ese es el lenguaje que bebe, y ese será el lenguaje que intente trasladar a la nueva Habana, renacida por el turismo y las ganas de cambio hacia una ciudad moderna, internacional.
En estos últimos tiempos, no deja de ser curioso el goteo que hemos percibido en nuestras salas de obra cubana, fundamentalmente de la mano de Loló Soldevilla, Salvador Corratjé, Sandú Darié y de José Mijares. Entra ahora en escena Arcay, que perteneció al efímero grupo fundado en el entorno de la galería Color-Luz de los 10 pintores concretos (1958-1961) junto a Mario Carreño, Pedro Álvarez, Luis Martínez Pedro, Alberto Menocal, Pedro de Oraá, Rafael Soriano y José Ángel Rosabal (ver).
De su mano Durán ofrece ahora un atractivo Sin título (óleo sobre cartón, 102 x 82 cm; lote 160), con una composición que, de alguna manera, recuerda las del Equipo 57 de nuestro país, aquellas que buscaban funcionar en cualquiera de las cuatro posiciones posibles que tiene una pintura. La apuesta, 60.000 euros, la cifra más alta por una pieza suya si nos atenemos a los últimos años. Y ese es, precisamente, el riesgo…
De su no demasiado amplia producción, ha quedado más bien poco, además de sus murales (ver algunas obras). Y menos aún han salido al mercado en los últimos tiempos. Recordemos, para situarnos, las dos obras que vendió Phillips: en marzo pasado, Untitled, c. 1950 (O/L, 37,5 x 52,7 cm; ver), se adjudicó por 22,500 USD, a cierta distancia de los 32,500 USD pagados en noviembre de 2016 por un similar Untitled, c. 1950 (41,9 x 50,8 cm; ver), expuesta esta última en la prestigiosa galería neoyorquina David Zwirner, Concrete Cuba, 2016 (ver). Las ventas de Sothey’s fueron las siguientes: en noviembre de 2018, Untitled, c. 1955 (Tm/cartón/T, 60,5 x 76,3 cm; ver) subió de los 30,000 USD de la estimación más baja a los 52,500 USD finales, pero en julio pasado no hubo interesados que pagasen los 20,000-30,000 USD pedidos por su Untitled (caseína/T, 61 x 68,8 cm; ver), en la línea de Cosmogonie des signaux, c. 1950 (O/L/T, 23 x 27,5 cm; ver), no vendida en abril de 2018 (sin precio).
De un más conocido cubano como René Portocarrero, Durán ofrece de nuevo un típico gouache sobre papel típico de su mano: Catedral, 1963 (76 x 50 cm; 159), por 10.000 euros, el mismo precio que alcanzó en junio pasado su más tardío pero cercano en planteamiento Catedral de La Habana, 1971 (57 x 77 cm; ver).
Respecto a la obra española, piezas no sencillas de venta. Destaca un dibujo a tinta de Manolo Millares, Sin título, 1969 (50 x 64,8 cm; 163), que recuerda notablemente a su conocida serie de cinco aguatintas agrupadas con el nombre de Antropofauna, editadas en 1970. Su salida, 15.000 euros. De Manuel Hernández Mompó, un contenido y casi racionalista Viñetas, 1969 (gouache y lápiz sobre papel/T, 99,5 x 70 cm; 148), con buen tamaño y año, pero por 10.000 euros. En otro nivel, aunque interesante también, vean el lienzo de Joaquín Peinado, Port de Honfleur, 1973 (O/L, 46 x 55 cm; 145), por unos nada fáciles hoy día 15.000 euros. Y, para terminar, me gusta especialmente la composición en azules de Albert Ráfols-Casamada: un tardío Crepuscle, 2002 (O/L, 110 x 120 cm; 165), con etiqueta de la galería Metta y sello de la Joan Prats, con mucho oficio y calidad, por el que se piden ahora 5.500 euros, rebajado desde los 7.000 euros de la primera vez que apareció. Daniel Díaz @Invertirenarte