Durán, quizá su mejor subasta en años
El mercado pone a cada artista en su sitio; sólo las tres obras de Kusama, Nara y Kiefer se vendieron por casi 650.000 euros en la licitación del 28 de junio
En nuestro artículo de previos de Durán tratamos ya de advertir lo que iba a suceder (ver), por la sorprendente oferta que se presentaba. La nómina de artistas era verdaderamente llamativa, con unos precios de locos, quizá sugeridos directamente por el juzgado que daba a la sala la oportunidad de su venta con unas condiciones especialmente favorables para su venta.
Y eso sucedió. Cerca de dos millones de facturación, y el mercado puso a cada cual en su sitio. Quiero decir, que ha quedado bien claro qué autores interesan, y cuáles deben ser sus precios, y cuáles no, porque los precios de inicio eran tan atractivos que poquísimos lotes -salvo los de nuestro exiguo mercado nacional- quedaron sin vender.
Vamos por partes porque, aunque nos alarguemos un poco, merece la pena que detallemos, aunque será sin demasiada extensión. Los mejores lotes fueron los previstos. Kusama y Nara, cuyo remate fue superior a 100.000 euros; Kiefer, por esa cifra; por debajo, hasta 50.000, Chillida, Tápies, y un tapado de Kazuo Shiraga; y entre 50.000 y 40.000, Genovés, Vasarley, Pijuán y Magione.
De Yayoi Kusama, su Infinity Nets, 1993 (O/L, 45 x 38 cm; 127), fue subiendo según lo esperado hasta adjudicarse por 300.000 euros, en la línea de sus ventas habituales, casi como el resto de las ventas importantes, que a nadie un poco avezado sorprendieron porque eran, sencillamente, lo esperado. Se confirmaron; lo raro hubiera sido un precio muy inferior o muy superior, o que no se vendieran. Lo increíble fue que se ofreciera por 5.000 euros, por debajo incluso de los 7.500 euros en que se ofreció Sin título, 2007 (42 x 29,5 cm; 126), de Yoshitomo Nara. Pero el mercado, los coleccionistas singulares, uno a uno, pusieron las cosas en su sitio y sucedió lo mismo: subida a la velocidad de la luz hasta los 180.000 euros en que se adjudicó. Y con Anselm Kiefer y su Emanation, 1984 (100 x 90 cm; 129), que se ofrecía por 15.000, algo parecido pues se adjudicó por 100.000 euros.
La suma de las cifras de adjudicación de estos tres asciende a 580.000 euros; en condiciones normales, se habría vendido por 707.600 euros (22% de premium), pero en este caso la comisión variaba: a los primeros 150.000 euros (400.000 euros en este caso) se añadía un 12,10% (48.400 euros), y un 9,68% a los restantes 180.000 euros (17.420 euros), para hacer un total de 645.824 euros, 61.776 euros más baratos.
La siguiente mejor venta fue la de Eduardo Chillda, cuya Gravitación nº 10, 1989 (tinta sobre papeles Amate superpuestos, suspendidos y unidos, 39,8 x 39,6 cm; 170), pasó de unos increíbles 15.000 euros al remate lógico de 90.000. Con Antoni Tàpies, más de lo mismo: su contundente lienzo, Porta negra i xifres, 1978 (óleo y asemblage/L, 162,5 x 130 cm; 177), subió de 37.500 euros a 65.000 euros, mientras su menor Emprenta de sabata, 1979-1980 (pintura y gratage sobre cartón, 30,5 x 69 cm; 178), hizo lo propio de 9.000 a 32.500 euros. Sorprendió, a los que no sabían, el pequeño óleo de Kazuo Shiraga, que salía como de Escuela europea del siglo XX: Sin título (O/L, 34 x 24,5 cm; 314), por 600 euros y que ascendió a nada menos que 60.000 euros (y que comentó, divertido, @PratSanti, además de ser el primero en poner nombre al tapado).
Entre 50.000 euros y 40.000 euros, Juan Genovés, Vasalery, Pujián y Mangione. Del valenciano, su Interrelación, 1990 (O/L, 140 x 159 cm; 179), subió de 4.000 a 45.000 euros, mostrando el interés del coleccionismo, pero también que es una etapa menor en su producción, que no tiene la fuerza de los 60 ni la de los dos mil en adelante. Del húngaro Víctor Vasarely, Koe, 1964 (A/T, 40 x 40 cm; 183), titulado e inscrito 0514 y procedente de la galería Barcelona, de Barcelona, pasó de 13.000 a 42.500 euros. El óleo de Joan Hernández Pijuán, Ocre amb xiprers, 1987 (O/L, 130 x 97 cm; 166), procedente de la galería Joan Prats de Barcelona, de 5.000 a 40.000 euros, la misma cifra que alcanzó uno de los lienzos del italiano Salvatore Mangione: Una sera, c. 1989 (O/L, 51 x 61 cm; 262), que partió de 3.000 euros; de su mano, ya que estamos, Pontremoli, 1993 (O/L, 50 x 60 cm; 260) pasó de 3.000 a 37.500, Templo frente al mar, 1989 (O/L, 39,5 x 30 cm; 263), de 1.500 a 30.000, y Aprile (O/T, 23,5 x 32 cm; 261), de 1.000 a 11.000 euros.
A vuelapluma ya, Hans Hartung (181), de 1.500 a 37.500 euros; la colombiana Ana Mercedes Hoyos (290), de 3.000 a 30.000 euros; Karel Appel (135 y 134), de 7.500 a 27.500 y 25.000, respectivamente. Y así sucesivamente con Konrad Klapheck (132 y 133), Bechtold (186), Lüpertz (146), etc.
La potencia internacional es evidente. Entre los españoles, ligeramente inferiores, debemos mencionar los siguientes. De Luis Feito, Sin título, nº 243, 1961 (O/L, 100 x 81 cm; 176), pasó de 13.000 a 25.000 euros. De Soledad Sevilla, su buen homenaje Twombly en el Rompido, 2003 (O/L, 155 x 120 cm; 171), alcanzó los 22.500 euros. Y la Multitud, 1969 (Tm/papel/cartón, 36 x 69 cm; 71), de Antonio Saura, llegó a los 11.000 euros. En escultura, destacaron la Caja abierta, 1958-1978 (acero patinado en negro, firmada 1 KP, edición de 30 ejemplares, 23 x 28 x 22 cm; 324), de Jorge Oteiza, por 18.000 euros; la Maternidad, 1946 (bronce, 6/8, 35 x 24 x 18 cm; 60), de Baltasar Lobo, por 16.000 euros; y la temprana Sin título, 1985 (hierro, cemento y pigmentos, 56 x 43 x 14 cm; 320), de Cristina Iglesias, por 13.000 euros.
En el capítulo de la obra gráfica, lo mismo, según lo previsto. Las dos litografías de Francis Bacon, Aedipus and the Sphinx (after Ingres), 1984 (25/150, 128 x 90 cm; 339), y Triptych May-June 1974 (Poster for The Metropolitan Museum of Art, New York), 1975 (157/170, plancha: 114 x 86 cm; 340), que partían de 1.500 euros cada una, se adjudicaron por 11.000 y 9.500 euros, respectivamente. L’adorateur du Soleil, 1969 (aguafuerte, aguantinta y carborundum, HC, 106 x 68 cm; 347), de Joan Miró, subió de 5.000 a 11.000 euros, y así sucesivamente.
Más allá de esta lluvia, sobrevenida gracias al juzgado -y con unos precios que quiero creer que marcaron ellos y no la sala-, queda seguir ajustando precios de viejas glorias en el mercado, que han quedado en evidencia. Daniel Díaz @Invertirenarte