La interconexión de la Europa Prehistórica en el MARQ
Tras el éxito de 2023 con la exposición dedicada a los guerreros de Xi’an, nuevamente el MARQ de Alicante acaba de presentar una ambiciosa muestra internacional, Dinastías, que tiene como foco los primeros reinos de la Europa Prehistórica y que refleja cómo aquellas sociedades europeas estaban más interconectadas de lo que se pensaba, tras la investigación de los especialistas en los últimos años. La exposición permanecerá abierta hasta el 13 de octubre.
Dinastías reúne alrededor de 500 objetos y numerosas piezas inéditas de la Edad del Bronce, procedentes de más de 20 museos e instituciones culturales de toda Europa que ilustran sobre un período decisivo en la forja del viejo continente europeo, junto a las interconexiones que se produjeron en sociedades alejadas geográficamente pero con características comunes.
Comisariada por Juan Antonio López Padilla, del MARQ; Robert Risch, de la Universidad Autónoma de Barcelona; y János Dani del Museo Déri de Debrecen de Hungría, cuenta con el patrocinio de Asisa y Fundación la Caixa.
Toni Pérez, presidente de la Diputación de Alicante, destacó en la reciente presentación en el MARQ que ha sido un trabajo intenso de investigación, en el que han participado varias decenas de arqueólogos y especialistas en este período histórico y añadió que la muestra va a ser una de las más relevantes que se pueden ver en Europa en torno a «la formación de las dinastías y de los primeros reinos, pero también de la desigualdad social».
En el acto Toni Pérez estuvo acompañado por los tres comisarios, así como por Juan de Dios Navarro, diputado de Cultura de la Diputación de Alicante, y Manuel Olcina y Josep Albert Cortés, director del museo y director gerente de la Fundación MARQ, respectivamente, entre otras personalidades.
Los casi 500 objetos que se pueden admirar en el MARQ de Alicante, procedentes de numerosos museos e instituciones europeas, muchos de ellos españoles y de Europa Central, junto a las investigaciones que vienen desarrollándose durante más de un siglo, arrojan muchísima información sobre las culturas que tuvieron lugar en el II milenio antes de Cristo.
Y, sobre todo, nos ilustran acerca de unas sociedades menos aisladas y más interconectadas, aunque alejadas en el espacio geográfico, que compartieron tanto en el sur de Europa con la culturas de El Argar en España; como la Otomani -Füzesaboni, en la cuenca de los Cárpatos; y la Unetice en Alemania. En esas sociedades se produjeron cambios revolucionarios para la humanidad, que fueron capaces de convertir en hereditarios sus privilegios.
En este tipo de muestras en el MARQ y en hall de entrada se proyecta un audiovisual, que nos introduce en el contexto histórico y pone el énfasis en los puntos centrales y en los objetos principales que se pueden observar a lo largo del recorrido.
Con un afán didáctico y mediante infografías y secuencias de imágenes del montaje en las salas, no solo se subrayan la investigación que ha supuesto durante varios años el contenido de la muestra, sino también cómo el equipo de diseñadores ha hecho posible una lectura rigurosa y amena para contemplar las obras y aumentar el nivel de conocimientos del público objetivo al que le interesa ahondar en nuestro lejano pasado. La cuidada iluminación y la original música de Luis Ivars, compositor alicantino, ponen el acento para una visita integral a la exposición.
Los comisarios han estructurado las piezas en las tres salas temporales que dispone el museo. En la primera, La forja de una nueva sociedad, nos sitúa en la historia del mundo que está abandonando la Edad del Cobre y cómo los movimientos migratorios de pueblos en Europa coincidió con la aparición de personajes ‘guerreros’, que tenían una posición privilegiada y que tanto en Europa Central como en la península ibérica estaban ligados a la cultura Campaniforme.
En las primeras sociedades de la Edad del Bronce los productos agrícolas constituían la medida principal del valor de las cosas, donde la cultura campesina marcaba el ritmo de la vida, Fue la época donde los frutos de la agricultura y la explotación de animales eran el motor y sustento de dichas sociedades que ya empezaban a formar nuevos estados, poniendo las bases para que surgieran los nuevos dirigentes y los reinos que iban a liderar.
En la sala II, Metalurgia e intercambio, el foco se fue ampliando y de la economía agraria se pasó a un tipo de actividad extractiva como era la minería, que propició el desarrollo de la metalurgia y un crecimiento expansivo de la artesanía en campos tan diferentes como la orfebrería, los textiles, los objetos de marfil. Un período caracterizado por redes de intercambio, Fue muy relevante la circulación de metales preciosos como el oro, la plata o el estaño, pero también de materiales como el marfil o el ámbar, cuyo control y producción simbolizaba una posición de dominio en la sociedad.
En la última parte, Dinastías, se puede visualizar cómo esos primeros reyes y reinas de la Europa continental se convertían en héroes ellos, y en garantes de la continuidad y pervivencia de los derechos hereditarios, ellas, al perpetuar los privilegios de descendencia.
Sin embargo, ese punto álgido que tuvo esa primera Edad del Bronce hacia 1650 a.C coincidió con la antesala de su propia decadencia, que provocó en poco más de un siglo un colapso, palpable tanto en que dejaron de realizarse enterramientos de los líderes principales como en los cambios que se produjeron en las rutas comerciales del Mediterráneo, que alteró los equilibrios de poder en los primeros estados de Europa Central y del occidente europeo.
En el sugerente recorrido vamos encontrado diferentes ajuares de las sepulturas de los primeros reyes y reinas de la Edad del Bronce, obras maestras como el sombrero de oro de Schifferstad (Alemania), el conjunto de alabardas y hachas de bronce de Meltz (Alemania), la diadema de oro de Quinta de Água Brava (Portugal), los tesoros de Dohmsen y Telcha, hallados en Alemania y recientemente restaurados, entre otros.
Y, sobre todo, una reproducción del Disco de Nebra, primera representación conocida de la bóveda celeste en Europa, con parte de su tesoro como esa espada con pomo de oro que figura debajo del disco en una vitrina.
Una aportación muy emotiva a la exposición quizás sea poder ver de nuevo en España los ajuares de la Edad del Bronce encontrados en Almería en el siglo XIX y que han estado depositados desde hace 120 años en el MRAH (Museo del Cincuentenario de Bruselas), así como 26 piezas destacadas de la colección del MARQ de Alicante, muchas de ellas inéditas para el público.