Secundino Hernández en la Sala Alcalá 31
El espacio expositivo acoge En obras, la muestra dedicada a los 30 años de carrera del artista madrileño en la que se reúnen casi 70 obras. Esta es su primera exposición de carácter institucional en su ciudad natal.
Cuando hace dos años visité el macro-estudio de Secundino Hernández y lo entrevisté para ARS Magazine, además de quedarme con la boca abierta por las dimensiones del espacio y el nivel de la producción, me quedé con un hecho sorprendente, que la única exposición en una institución cultural de nuestro país había sido en el Patio Herreriano.
Su éxito había estado volcado casi por completo en el contexto internacional. Lo mismo había ocurrido con sus coleccionistas. En aquella ocasión Secundino me dijo que la inmensa mayoría de ellos eran de fuera de España. Claro que hizo la diferencia entre compradores de su obra y coleccionistas propiamente dichos.
De los primeros siempre ha tenido muchos dentro de nuestras fronteras, los que se interesan por una obra en particular. De los segundos, los que necesitan tener obra de cada uno de los momentos representativos del artista, suelen ser extranjeros.
Pero esta situación no podía durar para siempre con el que es uno de los artistas españoles de mayor éxito. Ahora, la Sala Alcalá 31 ha inaugurado Secundino Hernández en obras, una exposición retrospectiva que reúne casi 70 obras producidas por el artista en sus tres décadas de carrera.
El recorrido de la muestra y su comisariado, a cargo de Joaquín García Martín, se centran en las que han sido las preocupaciones de Hernández desde sus comienzos: los fundamentos de la pintura.
Su práctica está cimentada en una reverencia por las cuestiones técnicas de la pintura clásica, esas que todo maestro que se preciase debía dominar hasta el nacimiento de las vanguardias (y las que muchos argumentarán que son igualmente imprescindibles para aspirar a la excelencia hoy en día).
Dibujo, Superficie, Forma y Figura humana son las cuatro secciones en las que se divide la exposición; en ellas se crea una narración en la que todas las inquietudes de Secundino tienen cabida: su oscilación entre el color y monocromía, entre materia y ausencia; y entre figuración y abstracción.
Una retrospectiva en toda regla que da cuenta de los tira y afloja del artista con su práctica, que le ha llevado a explorar los límites materiales y conceptuales de su pintura. Y una retrospectiva que abre las puertas del merecido reconocimiento institucional madrileño a uno de nuestros artistas con mayor proyección.
