Una oportunidad única
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando reúne de manera excepcional las dos series grabadas más célebres sobre tauromaquia: la publicada por Francisco de Goya en 1816 y la de Pablo Picasso de 1959. Se trata de dos visiones completamente opuestas pero complementarias del género que van del mensaje crítico del primero a la exaltación de la fiesta del malagueño. La muestra ha sido organizada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y la Fundación Bancaria Unicaja en colaboración con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga. Podrá visitarse desde mañana hasta el próximo 3 de septiembre de 2023 y en otoño viajará a Málaga.
Goya / Picasso. Tauromaquias es la nueva propuesta expositiva con la que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se suma a las efemérides del año Picasso. La muestra es fruto de la organización por parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y la Fundación Bancaria Unicaja en colaboración con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga. Gracias a la riqueza de sus fondos de obra gráfica del aragonés, la institución reúne por primera vez y de manera excepcional todas las planchas de cobre de la Tauromaquia, grabada al aguafuerte y al aguatinta entre 1814 y 1816, así como sus correspondientes estampas.
Además de la primera edición completa, que vio la luz en Madrid en 1816, se suman las siete desechadas por Goya pero que se incluyeron en la publicación de la tercera edición de la serie realizada en París en 1876 por Eugéne Loizelet. Junto a ellas y como complemento temático pueden verse también las cuatro litografías de la serie Toros en Burdeos dibujadas en la ciudad francesa entre 1824 y 1825.
Más allá de las vicisitudes históricas de la serie y de las planchas –recordemos brevemente que pertenecieron a Javier Goya y que, tras pasar por París, llegaron a la Academia en 1979– la visión conjunta de todas ellas permite reflexionar sobre la narrativa que Goya quiso ofrecer a través de ellas. Aunque tradicionalmente se ha visto en ellas una actitud pro taurina, el fracaso comercial obtenido por el aragonés en 1816 –el mismo que obtuvo años después con Toros en Burdeos– y la habitual omisión en publicaciones modernas de las escenas más violentas debe ser tenido en cuenta.
Especialistas como Nigel Glendinning, basándose en el círculo intelectual anti taurino en el que se movió el artista –Jovellanos, Ceán Bermúdez, que le ayudó a ordenar la serie o Vargas Ponce entre otros–, plantearon la posibilidad de varias lecturas ante la dificultad de interpretar la Tauromaquia. En esta misma línea, quizás algo más crítica como manifestara Enrique Lafuente Ferrari, estaría Toros en Burdeos. La exposición propone al espectador una visión objetiva sin introducir juicios previos, de manera que sean las personas quienes saquen sus propias conclusiones una vez contemplado todo el conjunto.
Complemento y también contrapunto de las anteriores son las composiciones de la Tauromaquia de Pablo Picasso, publicada en Ediciones de la Cometa por Gustavo Gili Esteve en 1959. Sirvieron para ilustrar el tratado Tauromaquia o arte de torear del famoso diestro José Delgado, alias “Pepe-Illo”, que vio la luz en Cádiz en 1796. Fue estampada en París en el atelier Lacouriére bajo la dirección de Jacquez Frélaut. La serie está compuesta por 26 estampas, de las cuales el Museo Casa Natal Picasso de Málaga ha prestado 24 y la Biblioteca Nacional de España las dos restantes.
A diferencia de Goya, sabemos con certeza de la afición de Picasso a los toros, asunto que queda presente en buena parte de su trayectoria creativa. En lo que respecta a su obra gráfica, la presencia del animal, a medio camino entre lo mitológico, lo brutal y lo taurino, se evidencia en series como la Suite Vollard o en la Metamorfosis de Ovidio, sin olvidar el aguafuerte de 1935, Minotauromaquia.
Picasso dibujó las escenas de su Tauromaquia durante una sola jornada poco después de haber asistido a una corrida de toros en Arlés. Empleó para ello el aguatinta casi a modo de evocación de la caligrafía japonesa en el manejo del pincel. Pero como venimos diciendo, a diferencia del encriptado mensaje de Goya, el de Picasso responde nítidamente a una apología de la fiesta taurina. En sus sencillas escenas, el pintor malagueño recorre ordenadamente las suertes de una corrida de toros. En ellas da vida además a algunas acciones desterradas de la lidia contemporánea como el salto con la garrocha, el reclamo del banderillero desde una silla o el acoso al toro.
Goya / Picasso. Tauromaquias viajará el próximo otoño al Centro Cultural de la Fundación Unicaja de Málaga. Ha sido comisariada por Víctor Nieto, Delegado del Museo, Calcografía y exposiciones, con la colaboración de Javier de Blas, Ascensión Ciruelos y Rosa Recio.
El montaje ha corrido a cargo de Juan Pablo Rodríguez Frade, con una propuesta expositiva en la que se ha diferenciado la estética de un gabinete para las planchas y estampas de Goya junto a un espacio diáfano en color blanco –a modo de museo de arte contemporáneo– para las de Picasso.