Sánchez Perrier llega al Prado

Sánchez Perrier llega al Prado

El museo madrileño reúne por primera vez 69 dibujos y tres pinturas del artista andaluz en una exposición comisariada por Gloria Solache, Técnico del Gabinete de Dibujos y Estampas de la institución. Formado en su Sevilla natal, Sánchez Perrier gozó de fama internacional e introdujo en nuestro país los postulados de la escuela de paisajistas de Barbizon. Su carrera se vio truncada por la tuberculosis, que le llevó a la muerte en 1907 con tan solo 52 años. La muestra ha sido posible gracias al patrocinio de la Fundación Tatiana. Puede visitarse hasta el 30 de julio en la sala D del edificio de Jerónimos y en octubre viajará a Cáceres.

Sánchez Perrier llega al Prado en una de esas historias en las que la colaboración entre instituciones resulta fundamental. Hasta 2019 la institución contaba solo con tres pinturas y un dibujo. Habían llegado a sus fondos a principios del siglo XX procedentes del Museo de Arte Moderno. La acción de mecenazgo de la Fundación Tatiana supuso ese año la adquisición de 192 dibujos del autor con el compromiso de estudiarlos, restaurarlos y exponerlos. El resultado de todo ello es la muestra que se acaba de inaugurar y que lleva por título Emilio Sánchez Perrier (1855-1907). Dibujos.

Pintor y acuarelista español especializado en paisajes y temas orientalistas, Perrier (Sevilla, 1855-Granada, 1907) fue uno de los pintores españoles más destacados de finales del siglo XIX y principios del XX. Se formó entre Sevilla y Madrid y tuvo como maestros a Joaquín Domínguez Bécquer, de Eduardo Cano y Carlos de Haes. Amplió sus estudios en París, donde entró en contacto con la escuela de Barbizon e ingresó en el taller de Auguste Boulard. También frecuentó a Jean-Léon Gérôme y Felix Ziem.

Los dibujos que ahora se exponen son fiel reflejo de su estilo. Realizados con una extraordinaria precisión, muestran distintos escenarios en los que lo fundamental es la captación atmosférica. Fueron realizados durante sus numerosos viajes por toda la geografía española, Italia, Francia y el norte de África. Buena parte de ellos están marcados en la zona inferior izquierda con un sello a tinta, como indica la comisaria de la exposición, Gloria Solache, que se considera estampado tras su muerte con motivo de su testamentaría.

Emilio Sánchez Perrier. Autorretrato. Acuarela sobre papel avitelado. 158 x 110 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.
Emilio Sánchez Perrier. vista de la laguna de Venecia con Santa María della Salute al fondo. Aguada sobre papel avitelado. 119 x134 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.
Emilio Sánchez Perrier. Paisaje rural en Normandía o Bretaña. Aguada sobre papel avitelado. 148 x 228 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.

La muestra está organizada en cuatro bloques temáticos. Arranca con las obras que entraron al museo a finales del siglo XIX principios del XX, como Febrero, cuadro premiado en 1890 en la Exposición Nacional de Bellas Artes y adquirido entonces por el Estado.

También están presentes los otros dos cuadros y el dibujo que fueron donados en 1908, un año después de la muerte de Sánchez Perrier, por el médico sevillano y amigo del artista Pedro Ruiz Prieto. Las otras tres secciones abordan sus dibujos por bloques geográficos: vistas de España, Francia y por último Venecia y Tánger. Las primeras bucean en sus arranques en el mundo artístico y en sus contactos con Martín Rico o Mariano Fortuny. Muestran escenas rurales tomadas al aire libre, principalmente de localidades como Alcalá de Guadaira o Cazalla de la Sierra. También de Granada, Cádiz o Zaragoza, La Coruña y Pontevedra, lugares que visitó entre 1878 y 1879. Estos dibujos formaron parte en su mayoría de varios cuadernos de viaje que se desmontaron tras su muerte.

Emilio Sánchez Perrier. Vista de un río a su paso por Pontoise. Aguada sobre papel avitelado. 209 x 136 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.
Emilio Sánchez Perrier. Vista del castillo de Alcalá de Guadaira. Carboncillo sobre papel. 600 x 400 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.
Emilio Sánchez Perrier. Marroquí sentado. Aguada sobre papel avitelado. 227 x 138 mm. Museo Nacional del Prado, Madrid.

A partir de 1880 participa en las exposiciones anuales del Salon de París, donde alcanza un éxito notable de crítica y público. Allí comparte escenarios e intereses con algunos de los artistas más renovadores del momento. Aunque no modifica su estilo, sí se hace notable la influencia de los paisajistas de la Escuela de Barbizon en sus vistas fluviales de Pontoise, Fontainebleau o la Normandía.

El último grupo de paisajes nos lleva a Venecia y Tánger, lugares que visitó en los meses de invierno de 1884 y 1887. Algunas de las vistas venecianas encabezan cartas dirigidas a su hermano. En cuanto a las africanas, responden a la demanda de pinturas de temática orientalista de la rica clientela de la época con escenas de la medina y la gran mezquita de Tánger. Muchos de ellos son apuntes del natural que después emplearía en sus pinturas.

Emilio Sánchez Perrier (1855-1907). Dibujos podrá visitarse hasta el 30 de julio en la sala D del edificio Jerónimos del Museo del Prado. En otoño viajará a la sede de la Fundación Tatiana en Cáceres en el Palacio de los Golfines de Abajo.

Imagen de la sala de la exposición “Emilio Sánchez Perrier. Dibujos”.