37.000 euros por un lienzo de Úrculo en Durán
En la cita de los días 24, 25 y 26 de junio destacaron también las ventas de pintura finisecular valenciana
Debo reconocer que me resulta llamativa la buena venta de dos obras de Eduardo Úrculo (1938-2003) en apenas una semana. Durán ofrecía un decorativo lienzo Sin título, 1984 (O/L, 120 x 140 cm; 345), de su mano, por 18.000 euros. Pintura sencilla y amable, se trataba de un pintor de espaldas con sombrero que, acodado en la ribera de un río o un lago, contempla una barca. Ya comentamos en nuestro artículo de previos (ver), las reminiscencias del pop y de un puntillismo vanguardista, pero “lo cierto es que sus personajes de espaldas terminaron por ser, como sus sombreros y sus referencias eróticas, todo un signo de su identidad personal”.
Quizá por eso mismo, por lo amable de esta pintura, no fue extraño que pasara de los 18.000 euros de inicio a unos interesantes ya 30.000 euros de remate. La cifra, si sumamos el 23% del premium de la sala, impuestos incluidos ya, termina en los 36.900 euros finales. Hasta esta subasta, la venta más alta de un lienzo del bilbaíno en Durán había sido la del lienzo de 1997 New York. El abrazo (O/L, 162 x 140 cm; ver), allá por septiembre de 2017, por los 18.000 euros pedidos. Y el año 1984, como la que se ofrecía ahora, Durán adjudicó en enero de 2020 por 12.000 euros Sillas en Villa Mundi, 1984 (A/L, 140 x 162 cm; ver), que había iniciado las pujas desde 8.000 euros. El contexto de esta semana, como decíamos al inicio, eran los 60.000 euros que un coleccionista terminó ofreciendo en Ansorena por El australiano, 1991 (O/L, 130 x 162 cm; 220), tras una salida por 26.000 euros de inicio (ver).
Me pareció especialmente relevante el interés suscitado por algunas pinturas valencianas, grosso modo, de la pintura del cambio de siglo. Me refiero, en primer lugar, al lienzo de José Navarro Llorens, cuya tierna escena de Primeros pasos en la playa de Valencia (O/L, 66,5 x 80 cm; 550), se ofrecía por 18.000 euros; tan típica de su mano, gustó a varios coleccionistas, quizá también por estar salpicada de pequeñas pinceladas, especialmente en el primer plano, así que no fue extraño que subiera hasta los 25.000 euros de martillo.
En una línea cercana, de José Pinazo Martínez, el hijo del poco valorado aún Ignacio, su Joven valenciana con abanico y mantilla (O/L, 94 x 70 cm; 553), con evidentes ecos de Zuloaga, pasó en poco tiempo de 6.000 a 10.000 euros. Y de José Benlliure, su pequeña tablita abocetada Valencianos en el patio de la posada (O/T, 22 x 32 cm; 552), subió de 4.500 a 6.000 euros. Ya que estamos, citemos la del malagueño José Moreno Carbonero, Escena del Quijote, 1906 (O/L, 50 x 75 cm; 555), que escaló de 4.000 a 4.750 euros.
Si retrocedemos más en el tiempo, al pleno siglo XIX ya, la mejor venta fue la del Retrato de don Francisco Hubert, 1837 (O/L, 113,5 x 95 cm; 574), de Antonio María Esquivel, que dobló su salida de 3.500 y se adjudicó por 7.500 euros.
Por último, en obra gráfica debemos mencionar la subida de 1.500 a 3.750 euros del Spin (Circle), 2009 (A/papel, 52 cm de diámetro; 334), de Damien Hirst; la firma era estampada junto al texto que avisaba que «Esta pintura fue creada para celebrar la inauguración de Damien Hirst, Requiem, en el PinchukArtCentre”, con el © de Damien Hirst. No deja de ser curioso el precio de estas obras, que utilizan su técnica sobre el círculo en movimiento, pero realmente no la creó el rey Midas. Y de Eduardo Chillida, su Sin título, 1977 (serigrafía sobre papel Arches, 64/200, 50,5 x 66 cm, van der Koelen 77014; 160), impresa por Abel Martín y editada por la galería Rayuela, de Madrid, subió de 1.000 a 2.250 euros. Y poco más. Daniel Díaz @Invertirenarte