Luis de Morales. San Jerónimo, detalle. Salida: 25.000 euros. Remate: 110.000 euros
Y LUIS DE MORALES VOLÓ A LOS 132.500 EUROS EN SEGRE
Cumplieron sobradamente las expectativas las piezas de Darío de Regoyos y Fernando Zóbel, pero lo que destacó, sin duda, fue la cantidad de piezas vendidas
En nuestro artículo de previos sobre la oferta de Segre, publicado la pasada semana (ver), ya alertamos a los lectores de la calidad que atesoraba la pequeña tabla de castaño (71 x 50 cm; lote 55) de Luis de Morales. Y aunque un San Jerónimo es casi siempre menos atractivo para los compradores que una Virgen con Niño o una escena con la Sagrada Familia, la calidad de su dibujo y color terminaron imponiéndose a la temática, de santo con barba rala, aspecto enjuto y mirada a medio camino entre la ascesis y la mística. Y comentamos también sus débitos con la versión de Dublín y su relativa cercanía con el magnífico del Marqués de Miraflores.
Dos teléfonos y dos coleccionistas en sala se encargaron de ir subiendo poco a poco las pujas –los 25.000 euros iniciales fueron un fantástico aperitivo-, con la tensión y el sudor frío típico de esos momentos. Y cuando parecía que todo había acabado porque un nuevo coleccionista hizo su única oferta por el límite psicológico de cien mil euros, el teléfono insistió de nuevo e hizo la definitiva oferta de 110.000 euros, adjudicándoselo finalmente. El comprador deberá por tanto abonar la cantidad de 132.627 euros, sumados ya la comisión de la sala y los impuestos, pero puede irse no sólo contento con su adquisición, sino sobre todo muy tranquilo con la calidad y el precio pagados. Queda dar la enhorabuena a la sala por la pieza subasta y a su comprador final, pero también a los coleccionistas que lo intentaron con muy buen ojo.
Vencida con claridad esta batalla, la guerra en Segre sigue estando en el arte más actual y de la segunda mitad del siglo XX, fundamentalmente. Y digo fundamentalmente porque casi siempre se guarda un as en la manga con la pintura finisecular; en este caso, se trataba sobre todo del pequeño cartón de Darío de Regoyos, aunque no sólo. Paisaje vasco, 1893-1895 (19,1 x 24 cm; 138), inédito y puntillista, de una época de la que apenas hay obra en el mercado por motivos obvios, se ofrecía por 10.000 euros, que fueron subiendo hasta rematarse en nada menos que 19.000. En esta línea paisajista, me gustaría recordar otras ventas interesantes por sus respectivos precios de salida, aunque sea sólo telegráficamente: Paisaje nevado de Ávila (28,3 x 46,5 cm; 101, ver), de Aureliano de Beruete, por 6.000 euros; el grandioso Valle del Umia (O/L, 81 x 101 cm; 104) de Francisco Llorens, por 4.000 euros; Fuenterrabía (O/T, 19,5 x 26,5 cm; 136) de Daniel Vázquez Díaz por 2.000 euros, y el Paisaje, 1974 (O/L, 36 x 46 cm; 137) de Benjamín Palencia, por 7.000 euros. No paisaje, pero sí a modo de naturaleza muerta, La mandoline, 1947 (O/isorel, 47 x 64 cm; 170) de Antoni Clavé, se vendió en postventa por 10.000 euros. De acuerdo, no son grandes ventas, pero juntas suman otros 29.000 euros.
Y vamos ya con la segunda mitad del siglo XX. La pieza destacada, como era previsible, era el lienzo de Fernando Zóbel. Y aunque en el mercado asiático en general y filipino en particular parece que hay una cierta saturación de sus obras, respondió con la clase que se esperaba dada su calidad. Y así, Cuadro veintiuno de diciembre, 1963 (O/L, 55 x 35 cm; 181), ejerció su atractivo casi hipnótico y subió de los 25.000 euros iniciales a unos más que bien pagados 31.000 euros, ofrecidos esta vez por un teléfono. Buena compra también, sin duda.
La sorpresa llegó con una impresionante pieza de Francisco Farreras, autor que siempre me ha parecido que estaba por debajo de los precios que su obra merece. Su pequeño pero fino Sin título, 1975 (24 x 24 cm; 180), un papel con tinta y collage, se había adjudicado por 1.100 euros, anunciando quizá lo que veríamos: los 22.000 euros ofrecidos por Sin título Nº 192A, 1987, una imponente composición de pinturas ensambladas de 114 x 114 cm (lote 196), que había partido de 15.000 euros. En ese precio, 15.000 euros, su salida para más datos, se adjudicó el papel de Antoni Tàpies, Homenaje a César Vallejo, 1968 (40,5 x 30 cm; 177), un óleo y barniz con papel procedente de la galería Theo de Madrid, por el que yo pensaba que habría alguna puja más, todo sea dicho.
De los años ochenta, muy buenas ventas también. La más destacada fue la de los Últimos momentos de Degas, 1997 (O/L, 89 x 116 cm; 218), de Eduardo Arroyo, que ante propios y extraños subió de 9.500 hasta 16.000 euros. En los 11.000 euros iniciales se adjudicó Judas Tadeo. Cabeza (serie Apóstoles), 1984 (O/L, 73 x 60 cm; 219), de Rafael Canogar. Y en papel: un óleo de Miquel Barceló, Grúa II, 1985 (31,5 x 24 cm; 223), por una puja más allá de la salida, 8.000 euros, mientras el buen acrílico de 1990 de Jaume Plensa, Sin título, 1990 (94 x 112 cm; 227), se vendió en postventa por 12.500 euros. Ligeramente anterior a esos ochenta, Estación del Norte, 1976 (O/L, 81 x 100 cm; 247) de Amalia Avia, se disparó de los 4.000 euros iniciales hasta unos atípicos 8.000 euros, pero su calidad los merecía de veras. Y ligeramente posterior, de 1992, Sino 16 (O/L, 100 x 100 cm; 204), de Ferrán García Sevilla, se remató por 4.700 euros.
Con menor nombre, pero una calidad verdaderamente alta, se ofrecía una pieza muy singular: Sin título, 1987 (38 x 48 cm; 178), un collage a base de telas, maderas, hilos y cartón sobre lienzo adherido a tabla, de un uruguayo poco valorado aún Washington Barcala. Con marco del artista, y una composición exquisita, el trabajo era un buen resumen de su trayectoria en un pequeño formato. Y claro, así subió gracias a cuatro coleccionistas, de 1.500 a 4.600 euros. Enhorabuena también.
Dos pinceladas más. Los emergentes, por los que apostamos en nuestro artículo. 12.000 euros se ofrecieron, la salida, por el Lago (Serie Landscape II), 2012 (O/L, 195 x 195 cm; 234) de Santiago Giralda; gran compra, que el tiempo terminará por confirmar lo que ya unos cuantos han visto. Y también los 7.000 euros ofrecidos por el Untitled, 1995 (A/L/T, 107 x 107 cm; 231) de Prudencio Irazábal.
Y las fotografías. Vendidas por la salida, 650 euros, las dos de Günter Förg (236 y 237), el libro cortado Sin título, 1994 (3/15, 37,5 x 45 cm; 239) de Chema Madoz se adjudicó por 4.400 euros. Sin título. Serie Supreme sentimentalism in photography, 2000 (26,5 x 34 cm; 240) de Nabuyoshi Araki, se vendió por la salida, 2.000 euros, lo mismo que Autorretrato con chaleco, 1988 (4/10, 54 x 49 cm; 241) de Alberto García Alix, adjudicada también por la salida, 5.500 euros.
Al final, el aproximadamente medio millón de euros en ventas de ayer -sólo lo reseñado son unos 320.000 euros- habla de un trabajo cuidado y acertado, que no sólo no huye de los riesgos sino que sigue buscando nuevos retos. Enhorabuena a la sala. Daniel Díaz @Invertirenarte