Vermeer y Dalí se encuentran en el Meadows
Esta exposición que se acaba de inaugurar en el museo de Dallas, dependiente de la SMU, estudia la influencia del pintor holandés sobre el artista de Figueras. Además muestra juntos por primera vez Mujer leyendo una carta (hacia 1663) y La imagen desaparece (1930), obra que, en clave surrealista, reinterpreta la composición del maestro de Delft.
Salvador Dalí conoció la obra de Vermeer antes de contemplarla en persona gracias a un pequeño libro que poseía, donde se reproducían pinturas del artista en blanco y negro. Esto hizo que se perdiera información sobre su pericia técnica, pero a cambio le permitió apreciar la narratividad y la composición de los cuadros holandeses. Quizá por ello, lo primero que llamó la atención del pintor catalán fueron las escenas enigmáticas de Vermeer, ambiguas y de gran originalidad.
De hecho, él mismo decía que el autor de Delft era «el summum de la pintura… con él, el problema pictórico como forma de drama personal desaparece». Por eso se inspiró en sus composiciones o en elementos iconográficos de sus cuadros hasta en 20 ocasiones. La más notable de todas ellas es La imagen desaparece, una de las dos joyas de la exposición Dalí/Vermeer: un diálogo, que puede verse en el Meadows Museum desde ayer.
Este préstamo de la Fundación Gala Dalí toma como protagonista a la figura asomada a la ventana que aparece en Mujer de azul leyendo una carta de Vermeer (también en la muestra, gracias al Rijksmuseum). Dalí reinterpreta la composición con su lenguaje surrealista, jugando con la iluminación y los colores. Los tonos azulados en la obra barroca pasan a ser terrosos en la composición española, y el mapa de Holanda que ocupa el fondo de la escena original se transforma en uno de la península ibérica en la creación más contemporánea.
Además, el catalán elabora una de sus conocidas dobles imágenes, de modo que convierte a la joven que lee frente a su ventana en el rostro del pintor Diego Velázquez, por el que también sentía una gran admiración. La cabeza se transforma en ojo, el brazo y la mano que sostiene la carta forman el bigote y los oscuros cortinajes funcionan como el cabello del maestro sevillano.
La directora interina del museo, Amanda W. Dotseth, explica que el diálogo entre estas dos obras permite «por primera vez, examinar un ejemplo particularmente convincente de la gran reverencia que sentía Salvador Dalí por Johannes Vermeer». Sin embargo, la institución americana ya había indagado anteriormente en la obsesión del surrealista por el pintor de Delft, concretamente en Dalí: Poética de lo pequeño, 1929-1936.
En la exposición actual donde se confronta a ambos maestros, se ofrece al visitante un ejemplo más de esa admiración: Carta de amor a Vermeer, de 1974. Esta litografía de Dalí se inspira en La carta de amor del maestro barroco y forma parte de la serie Cambios en las grandes obras maestras, en la que el artista de Figueras reinterpreta lienzos de autores como Rafael, Velázquez, Rembrandt y, por supuesto, Vermeer, haciendo gala de una mezcla de admiración, ego y genialidad.
Vermeer/Dalí: un diálogo podrá contemplarse hasta el próximo 15 de enero y es un ejemplo más de los grandes préstamos que el Meadows va a recibir durante esta temporada para sus exposiciones temporales. Sofía Guardiola