Un pintor recuperado del olvido
El Museo de Bellas Artes de Orleans dedica una exposición a Jean Bardin, un destacado artista de la Francia neoclásica cuya producción cayó poco a poco en el olvido tras su muerte a pesar de su innegable legado. Gracias a un profundo trabajo de investigación a cargo de Frédéric Jimeno, sus excelentes dotes como pintor y dibujante pueden verse ahora en la ciudad en la que desarrolló buena parte de su trayectoria profesional. Entre las piezas más destacadas se encuentran la serie de los Sacramentos conservados en la cartuja de Aula Dei de Zaragoza, que comparten protagonismo con otros préstamos procedentes de diferentes instituciones y colecciones europeas.
La historia del arte está cargada de luces y sombras. Mientras que el tiempo y la memoria decidieron encumbrar a algunos artistas, en cualquiera que fuera su disciplina, otros tuvieron la «mala fortuna» –si es que puede describirse así– de acabar en el olvido a pesar de sus excelentes dotes. Por ello, siempre son de agradecer los trabajos de investigación que permiten recuperarlos para que su legado vuelva a ocupar el puesto que nunca debieron abandonar.
En esta senda nos acercamos hoy al pintor y dibujante francés Jean Bardin (Montbard, 1732-Orleans, 1809), un contemporáneo de Jacques-Louis David que desarrolló su carrera en los albores del neoclasicismo francés. Gracias al paciente trabajo del historiador Frédéric Jimeno, desde el 3 de diciembre puede verse en el Museo de Bellas Artes de Orleans una exposición monográfica de la que es comisario junto a la directora de dicha institución, Olivia Voisin. Titulada Jean Bardin: le feu sacré (Jean Bardin: el fuego sagrado), la muestra supone un verdadero redescubrimiento del artista y su catálogo constituye la primera monografía de un personaje que fue vital para el devenir de algunas instituciones artísticas de Orleans que nacieron gracias a él.
Originario de Montbard (Borgoña-Franco Condado), Bardin se formó en París el taller del pintor, grabador y dibujante Jean-Baptiste-Marie Pierre. Su carrera como artista independiente se fraguó en 1765, cuando se presentó y venció el Prix de Rome organizado por la Royal Academy, con el que obtuvo una pensión para formarse en la Ciudad Eterna. Ese año el tema histórico a representar era el del último rey de Roma, Tulio conduciendo su carro sobre el cuerpo de su padre. La exposición permite ver la pintura junto a las de otros dos artistas que concurrieron a él, Jean-Simon Barthélémy y Jean Simon Ménageaot.
Durante los cuatro años de estancia romana, donde coincidió con nuestro Goya, Bardin estudió a sus admirados Nicolás Poussin y Gavin Hamilton. A su regreso a la capital francesa expuso sus obras al gran público, entre ellas algunos dibujos que por su sofisticación pueden considerarse como obras de arte en sí mismas.
Su determinación por convertirse en una figura de primer nivel le llevó a pintar en 1779 Marte despojándose de los brazos de Venus para marchar a la guerra de Troya, gracias al cual se convirtió en miembro de la Real Academia de Pintura y Escultura de Francia. La obra, cargada de erotismo, se muestra ahora junto a su boceto y a una copia de uno de sus alumnos, Jacques Salmon.
En 1786 se trasladó a Orleans para desempeñar labores de docencia en la Escuela Libre de Dibujo. Allí, junto a su fundador, Aignan-Thomas Desfriches, se comprometió a hacer de la ciudad un importante foco artístico y creó el germen de lo que sería el futuro Museo de Bellas Artes. Numerosa documentación, catalogada para la ocasión, se muestra para la ocasión. A partir de entonces no cesaron los encargos para iglesias y particulares, que compaginó con otros para la corona y también para numerosos coleccionistas, especialmente en el ámbito del dibujo.
Con todo, su obra maestra es la serie de los Siete Sacramentos pintada para la cartuja de Valbonne a lo largo de la década de 1780. Se trata de siete monumentales cuadros, algunos expuestos en el Salón de París, que hoy forman parte del patrimonio artístico de la cartuja de Aula Dei de Zaragoza. Allí llegaron en 1903 después de que la orden fuese expulsada de Francia dos años antes y que la congregación de Valbonne se instalase la capital aragonesa. En 1905 los cuadros se colgaron en los muros del refectorio y desde entonces han permanecido allí, por lo que su préstamo resulta del todo excepcional.
Jean Bardin: le feu sacré puede visitarse hasta el 30 de abril de 2023 en lo que supone una ocasión única para un artista que, como el ave fénix, ha renacido de las cenizas del olvido.