Un Canova diferente e íntimo en Washington

Un Canova diferente e íntimo en Washington

 

La National Gallery de la capital norteamericana expone hasta el 9 de octubre una treintena de bocetos en terracota del famoso escultor neoclásico italiano. Se trata de una oportunidad única para conocer el modo de trabajar del artista, del que tenemos el ideario visual de unas esculturas marmóreas pulidas y brillantes. La muestra, organizada en colaboración con el Art Institute de Chicago, cuenta con préstamos excepcionales de colecciones públicas y privadas de Europa y Estados Unidos.

Es de agradecer que pueda verse un Canova diferente e íntimo en Washington. Esa es precisamente la intención de la exposición que abrió sus puertas el pasado 11 de junio y que, tras su clausura el 9 de octubre, viajará a Chicago. Y decimos bien al definirla así porque Canova: Sketching in Clay ­–así se titula– pretende dar al público una visión que se aleja del estereotipo al que nos tiene acostumbrado: el de un artista que se manchaba las manos con barro mientras concebía el germen de sus esculturas.

En torno al año 1800, Antonio Canova (1757-1822) era el escultor más célebre de Europa. Con un estilo inspirado en la antigua Grecia, era considerado el mejor escultor después de Bernini. Director de la Academia de San Lucas de Roma e inspector general de Antigüedades y Bellas Artes de los Estados Pontificios, su éxito alcanzó su cénit cuando en 1802 fue invitado a París por Napoleón Bonaparte para retratarlo a él y a su familia.

Antonio Canova. Modelo de cabeza. Hacia 1780. Terracota. 9 x 6,5 x 6 cm. Dino and Raffaelo Tomasso.

Pero tras sus sensuales esculturas marmóreas, cinceladas y pulidas hasta la perfección, se escondía un trabajo previo en el que las gubias eran sustituidas por las manos y el barro. Con este humilde material Canova comenzaba cada una de sus estatuas, tomando trozos de arcilla cruda y modelando sus ideas en forma de pequeños modelos. Están llenos de energía y en ellos se aprecian las huellas de sus dedos y las de las herramientas que empleaba.

La muestra explota esta faceta tomando como base una treintena de modelli, la mitad de los que se han conservado a pesar de que durante su larga trayectoria profesional debió realizar centenares de ellos. Lo interesante es que, en algunos casos, junto a estos se exponen los modelos en yeso y los mármoles definitivos. Con ello se recrea el proceso completo de creación que arrancaba –a grandes rasgos– con el barro modelado. Una vez concebida la imagen definitiva, este se cubría y se sacaba un molde en yeso a partir del cual, por el sistema de sacado de puntos, se tallaba el bloque de mármol.

El recorrido transcurre entre retratos, obras de temática clásica y mitológica, y piezas religiosas. Entre los primeros cabe destacar el denominado Modelo de cabeza (hacia 1780), uno de los yesos más antiguos de Canova que se han conservado. También el retrato de Madame Mére, Letizia Ramolino Bonaparte (1804-1807), madre del Emperador, de la que se exponen dos terracotas, el modelo en yeso y la escultura en mármol, esta última propiedad de los duques de Devonshire.

1804-1805. Terracota. 34,5 x 28 x 13,5 cm. Collection Museum de Fundatie, Zwolle and Heino/Wijhe.
Antonio Canova. Madame Mére (Letizia Ramolino Bonaparte). Hacia 1805. Yeso. 67 x 61 x 35 cm. Museo Gypsotheca Antonio Canova, Possagno. Fotografía: Luigi Spina.
Antonio Canova. Madame Mére (Letizia Ramolino Bonaparte). 1805-1807. Mármol. 147 x 146,3 x 77 cm. © The Devonshire Collections, Chatsworth. Reproduced by permission of Chatsworth Settlement Trustees.

Dentro del bloque de mitos y leyendas, género en el que Canova alcanzó buena parte de su éxito, es interesante comparar los distintos niveles de acabado de las terracotas, desde los apenas esbozados Sátiro y ninfa (1786-1787) y Venus y Adonis (hacia 1787), hasta las delicadas Alegoría de la Paz en yeso (1811-1814) y Hebe (hacia 1816), de nuevo en barro. Pero sin duda, uno de los puntos álgidos de la exposición son las obras relacionadas con los monumentos y la religión. Fundamentales son sus obras al servicio de los pontífices Clemente XIII y Clemente XIV, que incluyen ideas para sus sepulcros en la Basílica de san Pedro.

Antonio Canova. Monumento para Tiziano. 1790-1795. Terracota. 61 x 50 x 14 cm. Museo Gypsotheca Antonio Canova, Possagno. Fotografía: Luigi Spina.
Antonio Canova. Clemente XIV. 1783. Terracota pintada. 45 x 40 x 24 cm. Museo Gypsotheca Antonio Canova, Possagno. Fotografía: Luigi Spina.

También debemos destacar las dos terracotas del Monumento para Tiziano (1790-1795) y, especialmente, las que representan a Adán y Eva lamentándose por la muerte de Abel. Con un carácter especialmente expresivo, fueron realizadas a partir de 1818 y quedaron sin terminar cuando falleció en 1822. Según relata uno de sus amigos, el escultor quedó abstraido por una variedad de emociones al modelarlas, “con lágrimas, con alegría, y con convulsiones generales de su cuerpo”. Canova probablemente las realizó para un altar que estaba diseñando en su propia iglesia funeraria, el Tempio Canoviano, en su ciudad natal de Possagno, que fue concluido después de su muerte.

Canova: Sketching in Clay ha sido organizada junto al Art Institute de Chicago y cuenta con el apoyo económico de la Annenberg fund for the International Exange of Art. La muestra se enmarca además dentro del patrocinio del National Committee for the Celebration of the Bicentenary of the Death of Antonio Canova del Ministerio de Cultura italiano.

Antonio Canova. Sátiro y Ninfa (¿Cupido y Psique?). 1786-1787. Terracota. 16 x 29 x 14 cm. Museo Gypsotheca Antonio Canova, Possagno. Fotografía: Luigi Spina.
Antonio Canova. Adán y Eva lamentando la muerte de Abel. 1818-1822. Terracota. 17 x 31 x 17 cm. Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano © Governorate of the Vatican City State – Directorate of the Vatican Museums.