La impronta que ha dejado Francisco Javier Sáenz de Oíza (Caneda, Navarra, 1918-Madrid, 200o) en la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX ha sido decisiva. Curioso e influido por numerosas disciplinas artísticas su trayectoria se ha caracterizado hasta su fallecimiento por un estilo ecléctico, donde el rigor, la emoción y la eficacia definieron su quehacer. Con motivo de su reciente exposición en el Museo ICO "Sáenz de Oíza. Artes y Oficios", cerrada temporalmente por el Covid-19, hemos podido entrevistar a los comisarios de la muestra: Marisa, Javier y Vicente Sáenz Guerra, arquitectos e hijos del gran arquitecto navarro, que supo transformar el perfil urbano de una ciudad como Madrid, pero también importantes obras en la basílica de Aránzazu, el Pabellón de Festivales de Santander y otros proyectos residenciales y urbanos en torno al contexto para el que fueron concebidos.
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