Pintor, inventor, filósofo, ingeniero, tratadista, poeta… Leonardo da Vinci practicó tantas disciplinas como intereses tuvo a lo largo de su vida. Su infinita curiosidad le llevó a cultivar todos y cada uno de los ámbitos que definieron el contexto histórico, científico y artístico de su tiempo, hasta formarse su propio disegno del mondo. Un ‘dibujo’ que aún hoy sirve para perfilar las líneas básicas de la segunda mitad del siglo XV italiano y que precisamente da nombre a la mayor retrospectiva del maestro, que ahora se puede ver en el Palazzo Reale.
Leonardo 1452-1519. Il disegno del mondo es la exposición más completa y amplia organizada hasta la fecha en Italia. Condensa cinco años de trabajo, abarca no solo su faceta artística, sino también la científica e inventora, y cuenta con más de 200 piezas procedentes de un centenar de museos internacionales. Sus comisarios, Pietro C. Marani y Maria Teresa Fiorio, han querido huir de la mitología del personaje –sus escritos al revés, sus disecciones de cadáveres, su homosexualidad o su relación con la Inquisición– y presentarlo como lo que realmente fue: un adelantado de su tiempo, un hombre del Renacimiento con intereses y conocimientos de todas las ciencias, desde la anatomía, geometría o cartografía, hasta la escultura o la poesía.