Esta semana coinciden dos iniciativas de los museos dedicados a Picasso en Málaga y Barcelona que, a pesar del parón presencial, no dejan de innovar y de ofrecer al público interesado en el universo del genio malagueño una serie de proyectos de gran interés. Por un lado el de Barcelona, creado en 1963, anuncia que hoy se conmemora simbólicamente el 50 aniversario de la generosa donación por parte de Pablo Picasso a la ciudad de Barcelona de cerca de 1.500 piezas, entre pinturas, dibujos, carnets y obras de otros artista, que se unían a la que había hecho ya en 1919 con su Arlequín (1917) y que hoy constituyen el núcleo esencial de la colección de dicho museo. Y por otro lado, el Museo Picasso Málaga, inaugurado en 2003, presentó ayer su primera exposición virtual, Arlequín, que ha organizado en colaboración con el Teatro Piccolo de Milano y que iba a ser presencial pero las circunstancias de la pandemia no lo han hecho posible. Una original muestra, que incluye muchas obras de Picasso, pero también de creadores del siglo XVII y de artistas como Énsor o de anónimos japoneses que trabajaron en el concepto de Arlequín, uno de los personajes de la Commedia dell'Arte.
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