El examen científico al que se ha sometido la célebre pintura, conservada en la Mauritshuis de La Haya, revela cómo Vermeer concibió la composición por capas con una imprimación de tonos marrones, perfiló el rostro de la muchacha con finos trazos negros, pintó diminutos pelos sobre sus ojos y la situó junto a una cortina verde como fondo