Segre vende por 237.500 euros una arpillera de Manolo Valdés
Lo más destacado de la cita del 11 de febrero fueron las ventas de Valdés, tanto de Equipo Crónica como posteriores, por encima de los 300.000 euros
La sorpresa saltó en Segre, con una venta inesperada. Se trataba de una arpillera de 1987 de Manolo Valdés, en la estela aún del trabajo de Equipo Crónica, cuando Rafael Solbes aún aportaba su decisivo granito de arena. Al morir Solbes, Valdés continuó durante unos años con un trabajo similar, con composiciones que miraban al pasado pictórico, revistando obras de Cranach, Rubens, El Greco, etc., con mucha materia las más de las veces y con poca, como en este Caballero, 1987 (óleo y arpillera sobre tabla, 130 x 95 cm; lote 423), en otras.
Confirmada su autenticidad por el propio Valdés, salía a pujas por unos 195.000 euros de inicio altos. Tan altos, según mi previsión, que no fueron mencionados en mi artículo con los previos de la cita (ver), dudando de su venta. Pero el mercado manda y un coleccionista se encaprichó con la obra y puso sobre la mesa el precio pedido, ante el que ningún otro comprador osó subir. Y en esa cifra, 195.000 euros, se adjudicó. Con la comisión de la sala del 18%, y añadido el 21% de IVA, la cifra asciende finalmente a 237.471 euros.
Pero la locura por Valdés no acaba aquí. Su Cabeza de Salomé, 1993-94 (32/55, 104 x 115 cm; 593), un simple, repetido y decorativo aguafuerte con aguatinta y collage sobre papel hecho a mano, estampado por él y editado por la Marlborough, subió de 4.000 a unos verdaderamente increíbles 18.000 euros de remate.
Ya que estamos con Manolo Valdés, mencionemos los 17.000 euros ofrecidos, los pedidos, por la típica pintura sobre cartón piedra cuando eran el Equipo Crónica realizada en 1970 y titulada Conde Duque o El Morrosko de Olivares (25 versiones, 106 x 28,5 x 25,5 cm; 412). De su mano también, se ofrecía, esta vez por 11.000 euros, un dibujo a pastel con lápiz sobre papel titulado Abanico y palmeras (serie Crónicas de Transición), 1980 (70 x 100 cm; 413); procedente de la galería Guereta, Madrid, se adjudicó también por la salida, 11.000 euros. Así pues, Manolo Valdés ha sido el gran triunfador de la velada, con cuatro ventas de sus dos etapas por valor de 241.000 euros (con premium incluido, 293.489 euros), sin contar varios grabados menores… Y me cuesta entenderlo, sinceramente.
Si continuamos con papeles, mencionemos la subida de un papel de gran tamaño de Jaume Plensa: Continents XXVI, 1991 (pintura, carboncillo, collage y esmalte sobre papel, 202 x 186 cm; 445). La obra, anterior a sus buscados trabajos de letras primero y de cabezas después, tenía la aparente dificultad del tamaño, pues los 202 cm de altura del papel, sumado el aire de la calle y el marco hacían que fuera una pieza bastante alta para las casas de muchos coleccionistas, pero hubo varios que pujaron sin problema desde los 14.000 de inicio hasta los definitivos 22.000 euros del remate.
En línea similar, me parece interesante resaltar el otro papel, de Secundino Hernández: Sin título (SH.14.43), 2014 (75 x 55 cm; 442); certificado por el artista y procedente de su galería, Heinrich Ehrhardt, de Madrid, se adjudicó a un coleccionista que ofreció los 7.000 euros mínimos. Y de la fotógrafa Francesca Woodman, su House #4 (Provedence, Rhode Island), 1976-2005 (gelatina de plata, 20/40, 25 x 20 cm; 446), firmada al dorso por George y Betty Woodman, que la certifican, pasó de 6.000 a 7.500 euros.
El aguafuerte y aguatinta de Joan Miró, Quatre Colors Aparien El Món…, 1975 (HC de una edición de 50 ejemplares, 90 x 63 cm, estampado por Joan Barbará y editado por Gustavo Gili en Barcelona; 641), pasó de 6.000 a 8.000 euros. Y una compra del Estado, por cierto: se trata de una litografía de 1934, cartel original para el X Circuito Automovilista Gran Premio de España (edición desconocida, 104 x 75 cm; 576), celebrado en San Sebastián el 23 de septiembre de 1934, del leonés exiliado en México Máximo Viejo Santamarta. Expuesto en 2015-2016 en la muestra Mensajes desde la pared. Carteles en la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao (1886-1975) -destino más que probable, por cierto- subió de 450 a 2.800 euros.
Pero volvamos al lienzo porque no podemos dejar de mencionar una venta del santanderino Eduardo Úrculo. El sillón, 1979 (A/L, 140 x 120 cm; 478), procedente de la galería Sen, de Madrid, y expuesta en la retrospectiva Eduardo Úrculo. Retrospectiva 1957-1997, que organizó en 1997 el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, pasó de 10.000 a 17.000 euros. De menor entidad, pero de gran interés, mencionemos la abstracción y simplificación del paisaje que realizó Gustavo Torner en su Aluminio con raíces casi rosas, 1960 (100 x 73 cm; 383); décima pieza de ese año, 1960, subió ligeramente, con dos pujas, de 9.000 a 9.500 euros.
Y qué sucedió con la esponja de Yves Klein, se preguntará posiblemente más de un lector. Pues sencillamente que la Fundación del artista en París solicitó a la sala poder estudiar la esponja en directo para adjudicarle la documentación necesaria y poder ofrecerla con todas las garantías (ver). Así que la sala decidió retirarla y la volverá a sacar en marzo o en mayo, no sólo con todos los parabienes, que ya tenía, sino con la documentación y numeración adecuada. ¡Qué ganas!
En la pintura de cambio de siglo sobresalió la venta, por los 15.000 euros pedidos, del lienzo del catalán Joaquín Mir, Rincón de Caldes de Montbui, c. 1920 (O/L, 80 x 81 cm; 173). Sabíamos que subiría, aunque quizá no tanto, el conocido por exquisito grabado de Mariano Fortuny, Arabe veillant le corps de son ami (Árabe velando el cadáver de su amigo), 1866 (aguafuerte sobre papel, plancha 215 x 411 mm; 45); firmado y fechado en Roma, se ofrecía por apenas 200 euros, que subieron hasta adjudicarse por 3.000 euros.
En el mundo de maestros antiguos destacó la subida de 12.000 a nada menos que 34.000 euros de la Cabeza de san Juan Bautista, c. 1670-1675 (O/L, 45 x 62 cm; 132), de Juan de Valdés Leal. Con número 78 de inventario e importante marco barroco, había salido a pujas por 16.000 euros en Ansorena en diciembre del año pasado, hace apenas dos meses, y no hubo interesados en esa cantidad. Ahora, con estudio de Antonio Romero Dorado, que lo ponía en relación con un dibujo muy similar y de gran calidad de hacia 1670 de la Kuntshalle de Hamburgo, más de uno debió ver confirmada la atribución y pujó por el lienzo, hasta rematarse en una cifra totalmente inesperada, dada su salida anterior.
Por último, por los 8.000 euros que se pedían, se adjudicó el Bodegón con dulces, fruta, vasijas y cofre de ébano (O/L, 61 x 82,5 cm; 128) de Bernardo Polo (activo en Zaragoza entre 1643 y 1669) y taller, donde destacan los dos búcaros rojos de Tonalá (México) y la fina copa de cristal transparente, en una tipología que también habían mostrado ya Pereda, Hiepes o Ponce. Daniel Díaz @Invertirenarte