Segre apuesta por Zóbel, Genovés y Canogar
La sala comienza el curso con una atractiva oferta del siglo XX para el martes 19 de septiembre sin olvidar a Romero de Torres
(Si quiere ver los resultados de la subasta, pulse aquí)
Vuelta al curso, vuelta a la rutina y a las subastas. Segre es la primera en disparar, con una propuesta que gustará a los coleccionistas un tanto rupturistas del siglo XX. Las piezas que ofrece son de importancia, pero con precios atractivos. Vamos por partes.
La primera, de Fernando Zóbel, se titula Reflejo (O/L, 38,5 x 46,2 cm; lote 385) y está fechada en enero de 1969. Publicada en el catálogo razonado de Alfonso de la Torre y Rafael Pérez Madero (2022, pág. 387, núm. 69-6), es una obra típica de su mano, con los clásicos haces de luz que salen de detrás de líneas verticales que cortan planos con degradados de pintura -en este caso, además, se suman algunas oblicuas, no rectas, como recortadas, como si simularan nubes. En formato mediano tirando a pequeño, y con tonos dorados, cremas claros y grises oscuros, se ofrece por 40.000 euros, un precio razonable dada su fuerza en el mercado internacional, por lo que no sería extraño en absoluto que subiera alguna puja.
La siguiente es un lienzo de Rafael Canogar, de su etapa con El Paso, con aquella fuerza visceral de los veintipocos años y economía de medios, en este caso los colores clásicos del movimiento a base de negros y blancos, y algún que otro rastro de rojos. Pintura nº 63 (O/L, 162 x 130 cm; 387), está fechada en 1959, apogeo de aquel grito conquense, diez años anterior incluso a la modernidad que hoy se percibe en Zóbel. Pintura matérica y de fuerza, de un tamaño ya importante, y publicada en el catálogo online del artista (nº 1959-053, ver), sale a pujas por 35.000 euros, con la esperanza de subir. No deja de ser llamativo que estas obras, por las que hace años se pagaban unas cantidades muy superiores, estén ahora en precios tan atractivos. Quizá haya influya en sentido negativo en el mercado el hecho de una producción de obra tan distinta que ha ido proponiendo el toledano a lo largo de todos estos años, o que siga vivo. En mi opinión, una oportunidad, que el tiempo terminará situando en su correcto lugar.
Y la tercera, la de Juan Genovés, con un interesante juego de sus repetidos personajes corriendo al fondo, tras un primer plano que simula unas rejas titulado 129-1, 1971 (A/L, 165 x 175 cm; lote 388). Vista la parte trasera, con un dibujo del 129, parece que formaba parte de un ambicioso tríptico, en el que ocuparía el primer puesto. Procedente de la Marlborough (Toronto y Londres) tras haber pasado por la Arte/ Contacto galería de arte en Caracas, sale a pujas por 65.000 euros, un precio atractivo silo comparamos con los que suelen pagarse por sus obras más recientes, con los personajes hechos a base de objetos de reducidas dimensiones y brillante colorido más o menos encontrados. Veremos.
Si continuamos avanzando hacia nuestros días, destacaría un par de piezas más. La primera, de Elena Asins, es una de sus Mehires de 1987 (construcción de ocho piezas en cartulina y cartón piedra, 20,5 x 111 cm; 376), con ese juego típico suyo del giro en secuencia lógica de una parte del objeto, en este caso un a modo de hueco o vacío sobre el fondo negro. Su precio, 5.500 euros. En esta línea geométrica, es interesante la escultura de acero inoxidable de Francisco Sobrino: Trasformación inestable, 1971 (8/9, 101 x 30,5 x 28 cm; 377), editada por Denise René Editions, por 4.000 euros. Y ya del siglo XXI, de Chema Alvargonzález, una pieza especial: A través de las nubes, 2000 (pieza única, 100 x 80 x 80 cm; 453), una instalación en maleta antigua con caja de luz y maqueta de tren, procedente de la galería Carlos Taché de Barcelona; no siendo un objeto especialmente comercial, sus coleccionistas pagarán con gusto los 15.000 euros de la salida. Y de Guillermo Mora, un juego típico de su mano, pintura acrílica secada convertida ya en objeto: Mitad tú – mitad yo, 2016 (27 x 32 x 31 cm; 451), prodecente de Moisés Pérez de Albéniz, por 7.000 euros. Será interesante ver cómo son aceptadas estas propuestas en el mercado…
Si retrocedemos, para ir acabando, me gustaría señalar algunas obras más debido a su calidad e importancia, aunque más brevemente. De Benjamín Palencia, un Paisaje de Villafranca de la Sierra, Ávila (O/L, 64 x 80 cm; 357), tardío, colorista y ya muy deshecho, sale por 25.000 euros. Más interesante me parece, por lo exclusivo, la propuesta a modo de boceto de José María Sert para el biombo Kovanagh, c. 1938 (óleo y pan de oro/L, 60 x 70 cm; 323); el biombo, diseñado para la decoración del salón de música del edificio más alto de toda Latinoamérica financiado por Corina Kovangh, constaba de 28 paneles con una extensión de unos 15 metros de ancho por 2,5 de altura… Y su precio, 4.500 euros.
Da pena apenas mencionar los dos últimos de este artículo de previos, los primeros en el orden natural de la subasta. Me refiero al lienzo de Julio Romero de Torres y a la tabla de Luis de Morales. Del cordobés, un sencillo pero atractivo Retrato de dama (óleo y temple /L, 35 x 40 cm; 169), de tamaño más bien pequeño; se trata de un buen retrato, con esa simplicidad característica alrededor de, pero con una especial fuerza en la mirada, no en vano procede de la galería Barbié de Barcelona, donde se compró en el ya un tanto lejano 1987. Con la aquiescencia de Mercedes Valverde, su precio mínimo es de 28.000 euros. El del pacense, en cambio, es un Ecce Homo (O/T, 40 x 28,5 cm; 70), inédito; muy trabajado, obra autógrafa de gran calidad, sin intervención de taller al decir de Isabel Mateo, sigue las pautas del de la antigua colección Adanero, con la variación del color de la túnica marrón oscura que cubre parte del torso de Cristo. Con esa minuciosidad y esa medida, muy cómoda para coleccionistas privados, los 23.000 euros de inicio deberían subir con cierta facilidad. Daniel Díaz @Invertirenarte