Descripción
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Hay una frase que se repite una y otra vez en las conversaciones: nada volverá a ser igual después de la COVID-19. Para ser sinceros, tampoco aportan muchos más datos al margen de las sensaciones que todos tenemos. En el mundo del arte, las realidades son dispares. Lo más doloroso, sin duda, han sido las pérdidas de los artistas, historiadores, galeristas y gestores que esta pandemia se ha llevado. Nuestro particular homenaje deberá prolongarse en los próximos meses. Por otro lado, hemos visto cómo en Francia las galerías de arte se unían para conseguir el apoyo del Gobierno, mientras en España los efectos eran devastadores sobre un colectivo ya muy golpeado por las sucesivas crisis. Las casas de subastas han conseguido una notable acogida en sus primeras comparecencias; éxito que les ha llevado a convocar nuevas subastas durante el mes de julio. Los artistas, confinados en sus casas y estudios, han conocido igualmente una etapa muy productiva, como recuerda Julio Vaquero en este número. Lo que nadie duda es que este regreso del arte va a ser más necesario que nunca para intentar reconciliar el planeta con el empeño de algunos por destruirlo.
Un ejemplo paradigmático de todo ello ha sido la reapertura de los museos. Golpeados por su prolon- gado cierre, la ausencia de ingresos y las necesarias medidas sanitarias, han hecho un esfuerzo titánico para volver a abrir sus puertas. En el caso del Prado, ofreciendo una nueva instalación que permite compaginar el cierre de salas con la contemplación de sus obras maestras. Tampoco ha sido fácil renegociar los préstamos y seguros de las exposiciones en curso. Pero Rafael en las Escuderías del Quirinal en Roma –que es la sentida portada de este número de ARS– o Rembrandt en el Thyssen de Madrid, han conseguido superar todas esas dificultades. Y este es el mensaje: superar las dificultades para volver. Es necesario que las ayudas públicas no falten en esta nueva etapa del sector. Y es que, cuando las circunstancias se vuelven más difíciles, nada como el arte para transmitir paz y belleza a un mundo golpeado por la enfermedad y el dolor.
Por Fernando Rayón
