Primitivismo y vanguardia en la obra de Martín Chirino
La Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino y Casa África han presentado en la sede de esta última institución el segundo volumen de la Enciclopedia Martín Chirino dedicado al período conocido como Afrocán, tras el primer estudio que se dio a conocer el año pasado con Reinas Negras. Paralelamente en ambas sedes se exhibe una exposición que se mantendrá hasta el 18 de septiembre con una serie de obras, entre esculturas , dibujos, fotografías y todo tipo de documentos que marcaron las reflexiones del escultor canario, a partir de la década del 70, en su búsqueda de un particular primitivismo vinculado tanto a las vanguardias europeas de principios del siglo XX como a la africanidad de las islas.
En la presentación han intervenido el director general de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, Jesús Castaño; el director general de Casa África, José Segura Clavell, y el autor de la monografía y también comisario de la exposición, Antonio Manuel González, que ha profundizado en las influencias y en el contexto en que el escultor canario realizó muchas de sus piezas de este período.
La monografía Martín Chirino: Afrocán, segundo volumen de la Enciclopedia Chirino. cuenta con la colaboración de de diversas instituciones públicas como el Gobierno de España, el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Tanto en la publicación como en la exposición se incluyen trabajos del artista canario que revelan una parte importante de sus reflexiones durante la década de los 70, un período de gran transcendencia política, social y cultural en el último período del régimen franquista y donde ya se estaban abriendo nuevos caminos porque como escribió el propio Chirino: «hay una búsqueda de libertad que hace temblar los pies de barro de la dictadura”.
Fueron unos años intensos para Martín Chirino: participó en la elaboración del Manifiesto del Hierro y firmó el Documento Afrocán, ambos datados en 1976, unos años después de haber concebido aquella escultura llamada Oölogy-el Afrocán (1973), que constituye el cimiento de la serie de obras de formas ovales rodeadas por la espiral, símbolo ancestral de la cultura aborigen canaria. Muchas de las obras que concibió de la serie Afrocán fueron un compromiso personal, con su paisaje y su época, a la vez que inauguró un vínculo entre las islas Canarias y el continente africano tan cercano.
La muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación La Caixa, a través de Caixabank, incluye más de cuarenta piezas, entre esculturas, dibujos, fotografías y varios documentos de gran importancia para ilustrar el periplo artístico de Chirino y la de otros creadores conocidos o anónimos que le influyeron y dejaron su impronta en su obra.
En el recorrido por las dos sedes se alternan varias piezas del escultor canario con el título de Afrocán, algunas de los años 70 y otras de años posteriores, sobre todo de la segunda década del siglo XXI, un Aeróvoro (1974) en hierro forjado de gran plasticidad, alguna cabeza en bronce, datada en 2018, Penetrecanes Nueva York (1981), junto a dibujos y grabados. Todo ese conjunto de obras de Martín Chirino ofrece espacios especulares abiertos, en los que encontrar hallazgos inesperados para los aficionados al arte.
Nuevamente como ya sucedió con Reinas Negras está la huella de dos de sus artistas que más le influyeron: Julio González, del que exhiben varios bronces de cabeza y hombre recostado, ese Rostro de adolescente (1928-1929) o Máscara yacente, llamada ‘El religioso’ (1941-1942); y Ángel Ferrant, del que se exhiben media docena de dibujos de mediados de los años 50 que sugieren la idea de la máscara.
Y junto a esas obras destacan dos gouaches de Alexander Rodchencko, Campeón la máscara negra, 1919, que desprenden mucha fuerza, y una serie muy relevante máscaras de varias culturas africanas: Lega, Kumu, Gabón, Dan. Itxe o Yoruba, casi todas en madera y del siglo pasado, que sintetizan lo que señala el comisario como un diálogo entre el tributo y la pertenencia, algo que explicaba con precisión Chirino: “Sentí que pertenecer a un lugar era reafirmar mis raíces y recuperar una historia, para mi pueblo, tal vez. La latitud del archipiélago me hace sentir la cercanía del arte africano. En el afrocán se adivina la imagen de las máscaras africanas por las que sentía gran admiración y que, con la espiral canaria como base, me adentra en una nueva escultura diferente y no de fácil interpretación”.