Nueva sala en el Reina dedicada a la mujer durante la Guerra Civil

Nueva sala en el Reina dedicada a la mujer durante la Guerra Civil


El Museo Nacional Reina Sofía organiza hasta finales de mayo una serie de proyectos para impulsar el feminismo, que incluye un espacio en la Colección, y un conjunto de actividades en torno al 8 M: ciclo audiovisual, conferencias, conversaciones, la cátedra políticas y estéticas de la Memoria ( del 4 al 28 de mayo) y dos exposiciones  en torno a la obra de Concha Jerez y Anna-Eva Bergman. Como dijo Manuel Borja-Villell, director del Museo Reina Sofía, queremos reflejar el 8 M con una nueva forma de trabajar que va a formar parte de nuestra programación a lo largo de todo el año.

Ana Longoni, directora de Actividades Públicas del Reina Sofía, ahondó en lo esbozado por el director del Museo y lo hizo con una pregunta:¿Qué significa un museo feminista? y mencionó que eso plantea cómo se organiza el trabajo, cómo de define un territorio inestable y un laboratorio de ideas, enmarcado a su vez en un contexto internacional y local. «Creo que debe ser una tarea cotidiana y transversal, no solo el 8 M, para que impregne el modo en cómo hacemos las cosas», anadió.

Por su parte, Concha Calvo, conservadora de fotografía del Reina Sofía, explicó el contenido de las dos nuevas salas del museo en la segunda planta:  Frente y retaguardia: Mujeres en la Guerra Civil, que pretende reflejar aspectos relacionados con el espacio y el tiempo de la mujer durante la Guerra Civil en ambos bandos. Un conjunto de fotografías de Kati Horna y de Gerda Taro, carteles de Juana Francisco y José Bardasano, publicaciones, grabados de Pitti Bartolozzi, vitrinas con revistas y otros documentos de los años 30,  y  tarjetas postales a partir de fotografías de José Compte, y una película cedida por la Filmoteca Nacional, entre otros objetos, documentan ángulos no tan conocidos de lo que sucedía en el frente o en la retaguardia.

En el recorrido hay tres fotografías, que aunque habían sido atribuidas a Robert Capa, fueron tomadas por Gerda Taro (1910-1937), pareja de Capa como así lo atestigua la investigación del Centro Internacional de la Fotografía (ICP), y una más que pudo haber sido hecha por Taro y Obert, así como otras de la fotógrafa húngara Kati Horna (1912-2000), adquiridas por el Reina Sofía hace tres años, y una serie de publicaciones de la época en la que se publicaran dichas instantáneas.

Las dos fotorreporteras, la alemana Gerda Taro y la húngara Horna, viajaron a nuestro país para cubrir el conflicto armado y muchas de sus fotografías fueron publicadas en revistas nacionales e internacionales como Umbral, Regards, Die Volks-Illustrierte o Weekly Illustrated. En otro ámbito plástico destacan las creaciones gráficas de Pitti Bartolozzi (Madrid, 1908 – Pamplona, 2004) y Juana Francisca (Madrid, 1911 – 2008)  en el contexto de una guerra, sin dejar de mencionar la imagen de mujeres anónimas que fueron activistas y aparecen en fotos, en la película producida por Film Popular La mujer y la guerra (1938), y en la colección de postales Mujeres de la Falange (1939).

En ese período el fotorreporterismo , gracias a los avances tecnológicos y al menor peso de las cámaras, alcanzó un gran prestigio y muchas de las imágenes captadas por fotógrafas y fotógrafos terminaron convirtiéndose en testimonios de la realidad porque la fotografía y el fotoperiodismo confirieron un nuevo protagonismo a la información gráfica en semanarios y mensuales ilustrados. En esas coberturas de éxito durante la Guerra Civil, que fue ampliamente fotografiada, es muy relevante el grado de implicación que estas profesionales pusieron durante esta contienda. En muchas de sus fotos latían la solidaridad y el compromiso político.

Formada en Berlín y Budapest durante los años 30, Kati Horna hizo sus primeros retratos y se inició en la fotografía publicitaria con József Pécsi. Más tarde se trasladó a París y publicó en la Agencia Photo sus primeros fotorreportajes y conoció de cerca a los surrealistas como puede verse en La infancia. En enero de 1937 se trasladó a España atraída por la Guerra Civil, con el encargo de las Oficinas de Propaganda Exterior de la CNT-FAI. Recorrió diferentes lugares de España y sus fotos se publicaron en revistas como Umbral (también como editora gráfica), Tierra y libertad, Tiempos Nuevos y Libre Studio. Su mirada permite una visión amplia del conflicto (la vida cotidiana o sus fotomontajes influidos por el surrealismo) y en muchas de las fotos expuestas encontramos impactos visuales profundos  en Subida a la catedral, Los paraguas y el fotomontaje La infancia, con claros ecos surrealistas.

Al concluir la guerra se exilió a Ciudad de México y allí colaboró con revistas universitarias, femeninas y de arquitectura, junto a una carrera como docente en diseño y fotografía. El reconocimiento a su labor ha ido creciendo en los últimos años y se ha expuesto su obra en colectivas e individuales en México, Japón, España, Estados Unidos y Francia.

Kati Horna. Subida a la catedral/La mujer española antes de la revolución, 1938. Copia posterior. Gelatinobromuro de plata y fotomontaje sobre papel Agfa, 22,7 x 17,2 cm.
Kati Horna, Milicianos en e carrascal de Banastás (Aragón). Fotomontaje, gelatinobromuro de plata sobre papel, 19,8 x 22,1 cm.
Kati Horna. La infancia, 1939 (copia posterior). Gelatinobromuro de plata y fotomontaje sobre papel, 23,5 x 18,3 cm.

El caso de Gerda Taro, que murió muy joven, es diferente. En la nueva sala se pueden contemplar tres imágenes firmadas de Taro, atribuidas a Robert Capa. Hace 22 años Cornell Capa donó al Reina Sofía más de dos centenares de fotos de Capa, y nueve años después con la recuperación de los negativos hallados de Capa, Taro y Chim en la llamada Maleta mexicana. Tras una rigurosa investigación y atribución se coligió que había tres fotos captadas por Taro y que otras tres, una de ellas expuestas, pudieron hacerlas cualquiera de los dos al encontrarse en los lugares fotografiados. Son instantáneas tomadas en los frentes de Aragón y de Málaga, de un miliciano bebiendo o bien de fuerzas de artillería o tierra.

Gerda Taro estudió negocios en Stuttgart y luego en Leipzig y Suiza, antes de trasladarse a París en 1933 por su activismo contra los nazis y en la capital francesa conoció a Robert Capa, con quien aprendió fotografía. Ambos firmaban sus fotos con seudónimo. Tres años después obtuvo su primer carné de prensa de la agencia fotográfica A.B.C. Press-Service y también fue representante del que era su pareja, Capa. En las vitrinas y colgadas en la pared pueden verse algunas portadas de la revista Regards, con imágenes de Gerda Taro, o el libro conjunto con fotografías de los dos.

Gerda Taro. Soldados republicanos con artillería, frente de Aragón. Huesca, 1936 (copia póstuma, 1998). Gelatinobromuro de plata sobre papel, 34,8 x 32,8 cm. Donación de Cornell Capa, 1998
Gerda Taro. Miliciano, frente de Aragón, agosto 1936 (Copia póstuma, 1998), Gelatinobromuro de plata sobre papel, 39,8 x 32,6 cm. Donación de Cornell Capa, 1998
Gerda Taro. Soldados republicanos, frente de Málaga, 1937 (copia póstuma 1998), Gelatinobromuro de plata sobre papel, 33,2 x 32,6 cm. Donación de Cornell Capa, 1998

Obra gráfica y cine en medio de la guerra

El nuevo  espacio además incluye piezas de Pitti Bartolozzi (1908-2004) y Juana Francisca (1911-2008), dos artista madrileñas que cultivaron el dibujo, el cartelismo y la ilustración. La primera de ellas colaboró con las Misiones Pedagógicas y presentó seis aguafuertes en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París en 1937. Ahora esas estampas (ejemplares únicos) que recrean visiones de la guerra desde la perspectiva de los niños cuelgan en las salas, con fuerte influencia surrealista para denunciar la barbarie del nazismo.

Por su parte Juana Francisca colaboró activamente con su pareja, el pintor José Bardasano, para diseñar carteles de propaganda para las Juventudes Socialistas Unificadas. Son imágenes que ensalzan el deporte, en la estela de lo que se producía en la Unión Sociética en ese período. Además hizo ilustraciones y dibujos que se publicaron en el periódico Frente Universitario o en las revista Espartacus, publicada en Barcelona en 1937-38.

Una parte relevante en esa sala es la proyección del cortometraje La mujer y la guerra, escrito y dirigido por Mauricio A.Sollín, con música de Rodolfo Halffter y fotografía de Julio Bris y Robert Porchet, con el objetivo de resaltar el papel de la mujer en el nuevo orden social republicano al mostrar retratos de personalidades como Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Victoria Kent o Margarita Nelken, así como mujeres anónimas en el frente. Sin embargo el papel de las mujeres como milicianas fue breve porque un decreto del Gobierno de Largo Caballero prohibía su acceso a las milicias y se les reservó su rol como enfermeras y trabajadoras en talleres, entre otras actividades cotidianas.

Por último, en la sala anexa, resulta interesante comprobar las diferencias entre el retrato de las mujeres en los puestos de trabajo de los hombres desplazados al frente con los arquetipos difundidos  en la colección de postales Mujeres de la Falange, con fotos del jefe de sección del Servicio Nacional de Propaganda del partido derechista José Compte, tomadas en 1938 aunque se editaron un año después. En ellas hay cierto aire teatral y se plasma la estética de la Nueva Objetividad, tan en boga a finales de los años 30, para trasladar los ideales religiosos, la importancia de la maternidad o el sacrificio, entre otros valores. Muchas de esas fotos se publicaron en revistas como Vértice. En otras publicaciones como Y:revista para la mujer o Revista de la mujer nacional sindicalista también se proyectaron valores similares junto al papel de Auxilio Social, organización fundada por Mercedes Sanz-Bachiller. Julián H. Miranda

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Colección. Sala 208-09
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Colección. Sala 208-09