Los perfumes de Jan Brueghel
El Museo Nacional del Prado y la casa de fragancias Puig han creado una exposición interactiva en la que los visitantes pueden oler una serie de esencias, creadas a partir de elementos que se encuentran en el cuadro El olfato del pintor flamenco.
La obra que sirve de eje vertebrador para esta singular propuesta titulada La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa forma parte de la serie de los Cinco Sentidos -que se exponen también en la sala 83- realizada por Jan Brueghel el Viejo (aunque las figuras de las alegorías fueron ejecutadas por su amigo Rubens). En este lienzo en concreto se recrea el jardín que Isabel Clara Eugenia y su marido tenían en Bruselas y en él aparecen más de 80 tipos de plantas.
Un vergel poblado de lirios, rosas, jazmines, naranjos e higueras, entre otras muchas flores, que ahora pueden apreciarse no solo mediante la vista, sino también con el olfato. «Es una exposición extraña, peculiar y muy innovadora», reconoce Alejandro Vergara, comisario junto al perfumista Gregorio Sola, «que nos acerca al cuadro y al pasado en el que vivió el artista».
Para elaborar fragancias que tuvieran relación con los motivos del cuadro, el Museo del Prado y la casa Puig, en colaboración con la Academia del Perfume, necesitaron contar con botánicos del CSIC que pudieran identificar las especies representadas por Brueghel. Este pintor flamenco demuestra perfectamente su maestría para ejecutar incluso los más pequeños detalles, influido por su formación con la miniaturista Mayken Verhulst —su abuela—, y también su gran conocimiento de la flora. Tal y como explica Vergara, el autor tenía sobre sus hombros el peso de la tradición del resto de pintores de miniaturas de su país y su familia, pero supo salir airoso y convertirse en un maestro en este tipo de representaciones. Prueba de ello es la tabla cargada de minuciosos motivos incluidos en la composición -como la ardilla central del primer plano, los pájaros junto a la maceta o los frascos situados al lado de la civeta- que Brueghel el Viejo hizo entre 1617 y 1618.
Todos ellos parecen revivir en el siglo XXI gracias al trabajo realizado por los comisarios durante los siete últimos meses. Un trabajo de investigación que ha implicado la identificación de flores, así como la búsqueda de fuentes documentales de la época y centenares de ensayos en el laboratorio hasta encontrar la decena de esencias que completan esta experiencia.
Para poder apreciar los olores que Sola, miembro de la Academia del Perfume con el Sillón Sándalo, ha creado inspirándose en El olfato, se han dispuesto en la sala una serie de difusores. Bajo ellos se encuentra una pantalla en la que el visitante selecciona los distintos elementos del cuadro que son protagonistas de estas fragancias. De este modo, cuando pulsa sobre uno de ellos, el aroma que ha elegido se libera durante unos segundos y puede disfrutarse incluso sin necesidad de quitarse la mascarilla.
Mediante la tecnología AirParfum, desarrollada por Puig, estos aromas se han creado sin apenas partículas de alcohol, lo que hace que puedan apreciarse gran cantidad de olores sin sufrir molestias. Así podemos conocer las diez fragancias que componen esta muestra, entre las que encontramos el jazmín, la rosa, el lirio —en perfumería, el ingrediente más costoso que existe—, unos guantes perfumados y un ambientador de la época, pensado para liberar su aroma al ser quemado.
Para crear estas esencias, Sola ha consultado libros de perfumeros franceses del siglo XVII, pretendiendo acercarse lo máximo posible a la época en la que la obra fue pintada (cuando los olores eran mucho más intensos que hoy en día). Además, ha usado únicamente elementos naturales para elaborar todos los perfumes, exceptuando el de la civeta, un pequeño mamífero cuyo olor —que resulta fuerte e incluso desagradable— ha sido recreado de forma sintética, para no herir a ningún animal en el proceso.
Esta exposición podrá contemplarse —y olerse— hasta el 3 de julio en la sala 83 del edificio Villanueva. Sofía Guardiola